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domingo, 6 de febrero de 2011

I Spit on Your Grave (2010)


En los setenta, el cine sobre justicieros y venganzas estaba en pleno auge. De ahí surgió un subgénero llamado Rape & Revenge. En ocasiones asemejado al cine de terror, o más bien a lo que hoy conocemos como el Torture Porn, el r&r se dio a conocer, sobretodo, por aquella joyita de un Wes Craven todavía amateur titulada La última casa a la izquierda (The Last House of the Left, 1972). Se promocionaba con aquel mítico “Para evitar desmayos, repita: es solo una película, es solo una película”, y nos contaba como una familia de criminales secuestraba a dos jovencitas hippies y las sometían a terribles vejaciones para después acabar con ellas. Lo que ocurría es que, coincidencia, la casa que éstos eligen para pasar la noche es nada menos que la de los padres de una de las jóvenes. Sobra decir que, cuando los padres se enteren, tendrán poca hospitalidad. Un esquema similar, aunque sin padres de por medio, es el que utilizó La violencia del sexo (I Spit on Your Grave, 1978), y se convirtió en el mejor y más representativo sucedáneo de la película de Craven.

En La violencia del sexo, al igual que en La última casa a la izquierda u otras obras del r&r, lo de menos es la sutileza. Son películas directas a la yugular, sin concesiones. Más de uno las tachó, y las tacha, de reaccionarias y de sucias apologías de la violencia por la violencia. Para el que suscribe, aún con sus variables puramente “peliculeras”, son odas a la justicia del sentido común. No por nada, La violencia del sexo se centraba durante unos (largos) cuarenta y cinco minutos en mostrar las vejaciones que unos paletos salidos administran a la protagonista, una escritora que viaja a un lugar tranquilo en el campo para terminar de escribir su novela. Así, los cuarenta y cinco minutos restantes van al grano con una única consigna; la venganza será aún más terrible. Y nosotros, después de sufrir lo anterior, estamos deseosos de que cada uno de esos paletos pague por sus actos. La venganza, en este caso, significa algo así como un ingrediente festivo, pues no hay remordimiento alguno, ni necesario ni justificado.

En plena era de remakes, era cuestión de tiempo que le tocase el turno. De hecho, en 2008 pudimos ver un decente remake de la citada La última casa a la izquierda. Además, la moda (de capa caída, dicen) del Torture Porn, y la cantidad de cine venganza de calidad estrenado en los últimos años (sobre todo el año pasado, aunque las mejores no suelen llegar a España), dejaban claro que era el momento idóneo para que aquella historia impactase al público actual.

Lo primero que uno se pregunta ante tal película es, ¿habrán mantenido la dureza y nula concesión moral de la original? A priori, es una duda más que saldada viendo la polémica creada en Estados Unidos antes del estreno. Finalmente consiguió un lanzamiento limitado, pasando más bien desapercibida, pero tenía todas las papeletas de quedarse con la calificación NR-17, lo que equivale, por así decirlo, a lo que conocemos aquí como calificación X. Esto, obviamente, nos da a entender que explicitud de la violencia está un paso por encima de lo que la MPAA cree aceptable para estrenar en salas convencionales. Pero, como dije, terminó estrenándose con la R (prohibida a menores de 18 años) en un puñado de salas.

Inédito en España, y podéis apostar el cuello a que se quedará así, este remake ofrece lo que dicha polémica parecía presagiar: un espectáculo de crueldad y venganza brutal.

La estructura de la trama es exactamente la misma, aunque se cambian detalles de la venganza. En la película original, de forma un tanto ingenua por parte del guión, la protagonista consumía su venganza previa seducción a sus increíblemente ineptos verdugos. En la nueva versión no hay mediación posible hasta llegar a finiquitarlos. Con un rostro cambiado, puede que para siempre, la victima se ha convertido (la han convertido) en un ser salvaje, con un plan trazado para acabar con sus agresores de las formas más crueles. Así, tenemos desde castraciones hasta baños ardientes, pasando por una desquiciada tortura ocular que haría aplaudir al mismísimo Takashi Miike.

Es en esa parte, la de la venganza, en la que La violencia del sexo, 2010, pone toda la carne en el asador, quedando muy por encima de su antecesora. Lo que no quiere decir que los minutos previos en los que la protagonista es sometida a la vejación sexual sean de menor calado, pues en este caso también superan a los ya de por sí mal-rolleros de la película de los setenta.

Las notables interpretaciones de todo su reparto, la cuidada puesta en escena de su director, Steven R. Monroe, y unos trucajes gore magnificos, hacen posible el mayor impacto y que todo sea terriblemente creíble. Sin duda, uno de los mejores remakes en años.

lunes, 31 de enero de 2011

F (2010)


Un profesor de secundaria es agredido por un alumno. Divorciado, solitario y con el total desprecio por parte de su hija adolescente, de la cual también es profesor, está llegando al límite. Una noche en el instituto, acompañando a su hija en un castigo que él mismo la ha impuesto, unos extraños visitantes comienzan a acechar las aulas. El profesor, su hija, algunos empleados más del centro y otros alumnos que permanecían dentro, tendrán que intentar sobrevivir a unos despiadados psicópatas.

Diez años. Hace diez años, vuestro amigo John Trent terminó el instituto. Y hay algo que los de mi quinta y los de más atrás ya sabréis: esto ha cambiado mucho desde entonces. Me refiero a la educación de los chavales. Vale que servidor no era un ejemplo precisamente, y que también tenía sus comportamientos traviesos, hacía sus “pellas” y demás. Pero lo que sucede ahora tiene poco que ver con travesuras o no asistir algunos días a clase; aparte que esto último se ha masificado y transformado en un 31% de fracaso escolar en España. Ahora algunos institutos parecen una jungla, y la educación se ha ido perdiendo hasta rallar lo surrealista. Del extremo de que los profesores pusieran a los alumnos castigos incluso físicos, al extremo de que haya alumnos que se permitan pegar a sus profesores. Así es como empieza F.

Aunque no nos equivoquemos. F, que hace referencia a la nota más baja que puede obtener un alumno en Estados Unidos, no es un análisis concienzudo de la situación estudiantil. Más bien, se trata de un nuevo thriller con psicópatas juveniles de la vertiente “iniciada” con la genial Funny Games (1997), desarrollada bajo el prisma más comercial de cosas como Los extraños (The Strangers, 2008). Por tanto, las lecturas sociales, que están ahí, quedan reducidas a una idea más que a una resolución, pues ésta se debe a los estandartes del slasher adolescente (salvo ciertos detalles) más bien tópico.

No se trata, en ningún momento, de un slasher seminal. Ni de lejos. Lo que no quiere decir que se trate de un producto mediocre. Dentro de su irregularidad (altibajos de ritmo), su director, un tal Johannes Roberts, sabe crear tensión. La atmosfera invita a ello, aunque después surge un problema: los personajes no importan un carajo. Todo lo bueno de su puesta en escena (bastante superior a la media en estos directos a video), de su cuidado por el detalle, se echa a perder en no pocos momentos por unos personajes sin interés (los estudiantes-victima) y alguno risible (el vigilante de seguridad). Se salva el personaje del profesor, más que nada por la buena interpretación de David Schofield. Eso, la atmosfera, alguna escena gore (aunque son pocas) muy efectiva y un desenlace abrupto, y sin embargo acertado si lo miramos dentro del contexto pesimista e irracional que mueve la trama. Aunque también pudiera ser un desenlace abrupto porque su guionista no tenía idea de cómo cerrar la historia…

En ningún momento se explica porque sucede lo que sucede. No se trata de un error del guión. Está demostrado, o al menos es algo que suele funcionar, que en el cine de terror cuanto menos se sepa del asesino, mayor miedo produce. Ya sabemos que siempre hay y habrá gente que prefiere tragar todo bien masticadito, pero cualquier adepto y conocedor de la materia sabrá que, en general, se saca mejor partido a los villanos del slasher sin contar su vida en verso. Cuando se trata de psicópatas realistas (no los cuasi sobrenaturales tipo Michael Myers o Jason Vorhees), el contar poco o nada adquiere aún más sentido. Son esos crímenes sin logica aparente, desconociendo sus motivaciones, los que provocan mayor desasosiego. Los responsables de esto, supongo, valoran esta teoría, y es un acierto que sus locos encapuchados (nunca se les ve la cara) aparezcan en escena sin más y se pongan a recolectar cadáveres.

En definitiva, F no deja de ser una película modesta en resultados. Seguramente, más modesta aún si comparamos dichos resultados con las pretensiones del relato. Ahora bien, como alumno de la escuela Funny Games y derivados, quedando obviamente lejos del profesor, se encuentra a un nivel aceptable entre los alumnos. Podría haber sido mejor, pero sus setenta y cinco minutos (si, sólo dura eso) se dejan ver sin causar daño.

jueves, 23 de diciembre de 2010

I Saw the Devil (Akmareul boatda, 2010)


Kyung-chul es un retorcido psicópata que mata por placer. Sus victimas son desde mujeres hasta niñas. La última de sus victimas, la cual encuentran descuartizada, es la joven hija de un retirado jefe de policía, y se encontraba embarazada de su prometido, un agente secreto llamado Soo-hyn. Tras ver lo que queda de su amada, Soo-hyn jura hacer todo lo posible para vengarla, aún si eso conlleva a que él mismo se convierta en un monstruo.

En estos días de polémica por la llamada Ley Sinde, viene a huevo hacer la reseña de una película como I Saw the Devil. El motivo es sencillo; de no ser por lo que ellos llaman páginas de descargas ilegales, la mayoría de nosotros nunca podría ver la película en cuestión o muchas otras que, por cuestiones que solo deben saber nuestros ilustres distribuidores, el gobierno u otros seres del averno, no llegarán nunca a nuestros cines ni a la venta en tiendas. Y lo peor es que muchas de esas propuestas se encuentran entre lo mejor de cada año, haciendo caso omiso a las modas de generar precuelas, secuelas y remakes en cantidades industriales, y pasando también de aquellos mandatos que obligan a que el 90% de los estrenos anuales no entiendan que también se hace cine, y muy bueno, fuera de Estados Unidos.

El cine surcoreano es una de las cinematografías más pujantes y frescas de la actualidad, y para recordarlo sólo hay que ver el peliculón que se ha marcado Ji-woon Kim, director detrás, por dar un ejemplo estrenado aquí, de la muy interesante Dos hermanas (Janghwa, Hongryeon, 2003). Sin desviarse de su potente línea visual ni de su creciente poder narrativo, Kim ha construido un espectacular y malévolo vehículo de venganza, según el cual el psicópata no es más que un pelele en manos de un cabreado “hombre normal” que termina por sucederle en el trono del desvarío híper-violento.

Se podría decir que prácticamente todo encaja a la perfección en I Saw the Devil. El combate interpretativo entre el siempre grande Min-sik Choi y el sorprendente Byung-hun Lee, psicópata y justiciero, respectivamente, consigue momentos realmente apoteósicos (atención a su primer encuentro y al clímax final). La dirección de Kim, emulando en cierto modo a su genial compatriota Park Chan-wook, más bien recogiendo sus virtudes para crear una atmosfera propia, consigue que la poesía, lo bello, se mezclen con el mal rollo y la suciedad siempre presentes (los primeros diez minutos son una declaración de intenciones).

Tampoco faltan las dosis de brutalidad explicita. No hay concesión posible, ni un muestrario de heroicidades por parte del vengador. La inteligente estructura del guión invita a que presenciemos la película de justicieros propiamente dicha hasta poco antes de la primera hora. A partir de ahí, durante la hora y media restante, nos ofrecen algo distinto pero igual de estimulante; un puzzle cuyas piezas irán encajando, en el que se decidirá, por así decirlo, cual de los dos implicados tiene las pelotas mejor colocadas. Los fallos de uno se convertirán en aciertos de su enemigo, y mientras, la insensibilización del que hasta entonces era un tipo corriente irá en contraposición a los nuevos sentimientos que, hacía el final, arroparán mal que le pese al temible asesino. Al fin y al cabo, se trata de la historia de un hombre civilizado que se tiene que convertir en animal para que un animal entienda lo que siente un hombre civilizado.

En definitiva, estamos, junto a otra cuasi obra maestra como es la también inédita 7 Days (Les 7 jours du tailon, 2010), en un referente instantáneo del buen y coherente cine de venganza, el cual no necesita retroceder en su mensaje políticamente incorrecto, pero tampoco exponerlo a modo de espectáculo de manual. Y es que, en esto de las vendettas, cualquier extremo, si es llevado a cabo por cineastas de altura, siempre será bienvenido y venerado.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Dream Home (Wai dor lei ah yut ho, 2010)


Cheng Li-Seung es una joven que sobrevive como puede de pluriempleada, y cuyo sueño, desde niña, ha sido comprar un bonito apartamento frente a los muelles. El problema es que el precio de los pisos, así como las condiciones de los bancos, se ha disparado. No obstante, antes de contemplar el final de su sueño, decide tomar otras medidas; infiltrase en el complejo de apartamentos y urdir una masacre entre algunos de sus huéspedes.

El sobrevalorado precio de la vivienda y las eternas hipotecas a las que mucha gente tiene que hacer frente para ser propietario, es algo que, cada vez más, se está convirtiendo en uno de los peores males del siglo XXI. Los sueldos se congelan, los contratos de trabajo con estabilidad escasean. En España la cosa no anda bien, pero el mal de la vivienda es algo, en mayor o menor medida, cotidiano en el resto del mundo. En China, sin ir más lejos, la situación está bastante podrida, tal como nos explican en el prologo de Dream Home; para comprar una casa decente en Hong Kong hay que dejarse algo menos que el alma, y aún así seguirás endeudado con el banco toda tu vida. Todo esto, al igual que aquí (los tiempos de conceder hipotecas a lo loco pasaron, por suerte), siempre que seas apto para dicho préstamo, que hoy en día pocos lo son. La otra opción, la coherente de acuerdo a tus posibilidades, sería el alquiler; pero a la protagonista de nuestra historia no le agrada demasiado la idea.

Dream Home es, ante todo, una propuesta curiosa y original. Su director y guionista, Ho Cheung-Pang, sabe como mezclar variados géneros y registros. Construye, al mismo tiempo, una fabula social con sobrada (y acertada) carga crítica, una película de terror y ultragore, casi un nudity, y no se olvida del drama familiar o del thriller con afilado “giro final”. A la historia principal, se suma otra que se desarrolla a través de flashbacks, dosificada cada dos por tres con la sangrienta situación que vive la protagonista (una sensacional Josie Ho) en el presente. Sirven para que poco a poco vayamos conociéndola, entendiendo (o no) el motivo de sus terribles actos.

Los personajes que viven en los bonitos apartamentos en los que acontece la masacre son mostrados de forma repugnante, provocativa; no faltan los niñatos macarras pero con dinero para drogas y orgías, o esas mujeres visilleras (termino inventado en un foro sobre la burbuja inmobiliaria) casadas con hombres solventes que las engañan con otras, y sin embargo son felices conversando entre ellas dentro de la comodidad del hogar, que es algo así como su premio. Claro que tampoco se pretende en ningún momento, o eso creo, exculparla de sus actos, aunque sí hacernos de forma malévola cómplices por hora y media de sus vivencias. Ser cómplices, al fin y al cabo, de la psicópata de la función y de la frase final del prologo; “En una ciudad loca, para sobrevivir, uno debe tomar medidas aún más locas”.

En general, Dream Home funciona, pero lo hace mejor en la parte del presente que en los flashbacks. Y no digo con esto que pierda enteros en esos pasajes, sino que en ocasiones se alargan más de la cuenta o nos cuentan cosas que ya se dan por entendidas. Están, no obstante, muy bien rodados e interpretados. Nos invitan a ser pacientes y esperar el nuevo delirio teñido de rojo. Tenemos castraciones, destripamientos, bocas atravesadas por palos de considerable tamaño, hemorragias intermibables, disparos a bocajarro o largos cortes de cuchillo. Sin olvidarnos del sexo, claro. Un lujoso festín gore y exploit que al mismo tiempo puede, y debe, hacer pensar y recapacitar sobre una problemática real y creciente.

La película ha tenido problemas de distribución en su país, requiriendo visitas a la sala de montaje, y aún así, obteniendo un estreno poco amplio. Algo un tanto extraño en una cinematografía que abarca alegremente, sobretodo en los últimos años, una proeza cruenta tras otra, y con éxito. Me da que el problema viene de otro lado; hay algunos temas tabú con los que juega, ya no únicamente en sus escenas explicitas, sino el propio modo de tratar un tema social tan decadente pero beneficioso para unos cuantos; y no olvidemos que China es el país comunista más grande del planeta, y donde está el comunismo la libertad de expresión es exactamente la misma que en un país de ultra-derecha.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Vampire Girl vs. Frankenstein Girl (Kyuketsu Shojo tai Shojo Furanken, 2009)


Una vampiresa llamada Noami está enamorada de Mizushima, el chico popular de su clase. Sus intenciones de enamorarlo y quedarse con él para siempre se ven truncadas con la aparición de Keiko, hija del malvado doctor del instituto y que también desea a Mizushima. Se prepara una sangrienta batalla entre ambas.

Lo he dicho más de una vez, pero lo repetiré para los despistados: A los japos se les va mucho la pinza. Ojo, en lo personal me alegro de que así sea, al menos en lo que se refiere al cine. Si bien los franceses están demostrando en los últimos años que son los mejores a la hora de impactar y crear mal rollo mediante propuestas de terror serias y trascendentales, los japoneses hacen lo propio (cambiando el mal, por el buen rollo) con sus nuevos splatters bizarros.

El responsable de Vampire Girl vs. Frankenstein Girl es el gurú de esta “nueva” tendencia. Su nombre, Yoshihiro Nishimura. Un freak de tomo y lomo que recientemente acudió al festival de Sitges en pañales haciendo una surrealista performance con un monstruoso feto de plástico atado a un largo cordón umbilical (¡!). De entre sus joyitas hardcore destaca por derecho propio la potente Tokyo Gore Police (Tokyo zankoku keisatsu, 2008). La que nos ocupa, si bien en una línea parecida, se encuentra un escalón por debajo en su conjunto.

Nishimura es un hombre para todo. Dirige, escribe, actúa, produce y crea excelentes efectos especiales y de maquillaje. Haciendo buena la teoría de que los japoneses no paran, en su filmografía aparecen nuevas propuestas a cada rato, por lo que, al igual que sucede con, por ejemplo, Takashi Miike, es difícil seguirle la pista por completo. Es un tipo que, se nota, lo pasa en grande haciendo sus películas, algo que suele impregnar el resultado y se contagia al espectador cómplice de sus desvaríos.

Antes dije que Vampire Girl vs. Frankenstein Girl estaba un escalón por debajo de sus mejores trabajos. No quiere decir esto que sea decepcionante en lo que propone, sino que, con tanto trabajo, es normal que haya irregularidades. Aún así, se trata de un producto delirante, bruto, desquiciado y bastante original.

La formula es conocida; rodearse de jóvenes y espectaculares japonesitas, algún que otro joven con aspecto de estrella del pop, muchos freaks en estado de embriaguez y alargar una historia simple mediante set pieces ultragore donde todo tiene cabida. Así, en esta propuesta no faltan desmembramientos, pechos que disparan todo tipo de artilugios, interminables chorros de sangre e incluso penes en propulsión. Todo ello dentro de un argumento que, sobre el papel, podría recordar a romances adolescentes crepúsculocos. Obviamente, pasado por el filtro Nishimura.

El problema de esta misma, o de otras de la nueva ola del splatter japo, es su duración. A veces, ni siquiera una duración estándar resulta convincente para lo que se cuenta. El cúmulo de salvajadas funciona para mantener al espectador entretenido, pero puede terminar cansando. Hay en Vampire Girl vs. Frankenstein Girl algunos momentos que dejan de funcionar por acumulación, puesto que ya no sorprenden. Tal vez, aunque hay excepciones como la antes citada Tokyo Gore Police u alguna otra también con Nishimura en los créditos como Machine Girl (Kataude mashin garu, 2008), son un tipo de película que funcionarían mejor como mediometraje.

Nos quedan, entre frenéticas explosiones de gore, algunos personajes bastante divertidos como el club de chicas que quieren ser negras o, dentro de un humor realmente negro, otro club, el de las chicas con afición por cortarse las venas (ya se sabe que por allá es un método suicida muy utilizado). Por lo demás, no deja de ser una película curiosa de ver la primera vez y que, en posteriores visionados, puede ser utilizada para probar la selección escenas del Dvd.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

The Possesion of David O´Reilly (2010)


David acaba de dejarlo con su novia, Sarah. Se siente muy dolido, por lo que acude a casa de sus amigos, Kate y Alex. Una vez allí empezará a tener terroríficas visiones. Unos demonios pretenden hacerse con él, y según parece, es algo que le viene ocurriendo desde hace varios días.

El gran éxito de Paranormal Activity (2007, aunque estrenada comercialmente en 2009) ha traído las evidentes consecuencias. Además, es el tipo de película que cualquiera con mínimas nociones de usar una cámara y algunos ahorros puede llevar a cabo sin que el resultado tenga mucho que envidiar a lo visto anteriormente. De ahí que, en el terreno del subproducto para video club o con intención de ser distribuido en algunos festivales especializados, estén apareciendo varias propuestas con ganas de seguir el buen camino emprendido por aquella. No obstante, un camino que ya emprendieron en 1999 los jóvenes responsables de El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project) o una década antes el inefable Ruggero Deodato con Holocausto caníbal (Cannibal Holocaust, 1980).

Aunque en la introducción hablo de películas realizadas mediante el falso documental, la que nos ocupa, sin manejar el subgénero propiamente dicho, tiene muchos paralelismos y motivaciones similares con aquellas, sobretodo con Paranormal Activity. Lo primero que choca al comienzo de The Possesion of David O´Reilly es el uso de la cámara. Durante los primeros minutos no sabemos si se trata de un personaje grabando, siguiendo a los protagonistas y grabando zonas de la casa, o de un uso caprichoso del propio director. Pronto nos damos cuenta que se trata de lo segundo. Supongo que la intención, como se irá viendo en el desarrollo, es que la propia cámara sea un personaje más, dar la sensación de que somos nosotros los que rodamos los acontecimientos; o incluso, esto es apreciación personal, dar la sensación de que la fuerza maléfica que más tarde hará estragos se encuentra vigilando en todo momento a los personajes.

La historia tampoco es la típica, como a priori sí parece, de casa encantada con espíritu agresivo jodiendo la marrana y cámaras grabandolo. En realidad, es algo que juega un poco en su contra allá por la mitad del metraje, pues el guión peca de querer convertir en complejo lo que, de por si, es muy sencillo. Algunos personajes, como la mujer embarazada, al estar tan poco desarrollados parecen existir a modo de parche. Luego ya entraríamos en lo previsible que resulta lo que le sucede al amigo de la pareja y su historia con ex novia.

The Possesion of David O´Reilly acierta de pleno en sus primeros cuarenta minutos. La presentación de los personajes es justita y directa al grano; lo suficiente para ofrecernos, después, dos o tres momentos muy sorprendentes en cuanto a tensión e incluso miedo. Cuando aún no conocemos el misterio y todo resulta extraño y desconocido, el miedo se mueve a sus anchas. La colocación de la cámara, pese a ser tramposa, y los trucos que se usan, igual de tramposos, consiguen inquietar y provocar sobresaltos. El problema viene en la segunda mitad. No es que los cuarenta minutos restantes sean, por entero, decepcionantes; pero se evidencia en ellos que sus directores, los novatos Andrew Cull y Steve Isles, no saben mantener los aciertos ya expuestos. Se les va la pinza, vaya.

Se juega con la confusión, con saber si el afectado por los demonios simplemente está loco y sus visiones son eso, visiones, y está sugestionando a la pareja, o por el contrario todo es cierto y tienen un serio problema sobrenatural entre las paredes.

Hay algo curioso en las interpretaciones de los tres personajes principales. Sobretodo en el caso del David O´ Reilly del titulo. Algo como si sus capacidades interpretativas fuesen en igual decadencia que el propio guión. Al principio se les ve frescos y creíbles, consiguen meterte en situación. Poco a poco da la sensación de que se aburren, no se toman en serio el proyecto o les dejaron de pagar los bocadillos para la merienda. Los grititos del tipo que interpreta a David en la escena cumbre de la embarazada son dignos de las caspas más surrealistas de la Troma.

En conjunto, The Possesion of David O´Reilly queda como un producto irregular. Tal vez demasiado. Hay buenas ideas, y en ocasiones da la sensación de estar ante una agradable sorpresa. Lastima que le cueste mantener el buen nivel y cada dos por tres caiga en estupideces y errores demasiado amateur.

lunes, 8 de noviembre de 2010

The Tortured (2010)


Una joven pareja se encuentra, de la noche a la mañana, con el secuestro y cruel asesinato de su pequeño hijo. Pese a que la policía da con el asesino, no le dan más de veinticinco años de prisión, que podrían ser reducibles por buena conducta. Ante la injusticia de no verle para siempre en prisión, o directamente no  verle muerto igual que su hijo, los padres deciden llevar a cabo un plan para secuestrarlo y hacerlo sufrir hasta la muerte.

Películas que giran sobre el mismo eje que The Tortured hay unas cuantas. Luego, dentro de dicho eje, a veces se sacan de la manga alguna variante para hacerla distinta, o al menos, no tan obvia. No obstante, ni resultar obvia y lineal tiene porque ser malo (algunas de las mejores películas de justicieros están desarrolladas y resueltas de ese modo), así como tampoco el querer, el intentar, ser más original, es excusa para que todo salga bien. La propuesta que nos ocupa, en parte, hace honor a lo último.

Estamos ante un nuevo torture porn que se vende bajo la frase “De los productores de Saw”. De ellos también salió, e injustamente pasó desapercibida, la notable The Collector (2009). En aquel caso, pese a no escatimar en torturas varias y gore, hacía hincapié en un excelente suspense y una eficaz tensión sostenida. The Tortured es otra cosa. De primeras, pese a que se promocione como tal, no se trata de una película de terror; es, ni más ni menos, un filme de venganza justiciera de toda la vida, con los métodos truculentos actuales, todo aderezado con momentos de lagrimeo familiar y un poco de thriller.

El trío protagonista se ve algo descompensado por el lado del marido, un sobreactuado Jesse Metcalfe. Sin embargo, su mujer, una muy correcta Erika Christensen, y el psicópata, después victima de ellos, un genial Bill Moseley, le suben algunos puntos en cuanto a credibilidad a la historia. Una historia que, por otro lado, se va desmoronando sin remedio en el tercio final, cambiándonos (para mal) la percepción que teníamos hasta el momento de la brutal (y merecida) venganza.

The Tortured sólo dura setenta y cinco minutos sin contar los créditos finales. Con sus primeros sesenta minutos y un final mejor pensado o, aún siendo el que es, resuelto de forma menos chapucera, podría haber sido un muy interesante producto dentro de la temática. Desde el principio va al grano, no se anda con demasiadas moralidades baratas y refleja bien, en sus personajes, el dolor y el odio que les lleva a convertirse en torturadores.

Recientemente hemos visto propuestas similares, con sus variaciones, pero superiores a ésta; La última casa a la izquierda (The Last House of the Left, 2009), correcto remake de la cult movie de Wes Craven, y sobretodo la sorprendente 7 Days (Les 7 jours du tailon, 2010). The Tortured, por su efecticismo, es más parecida al estilo de la primera, pese a que, como ya apunté, termina andando por caminos diferentes y no precisamente, al menos para el que esto firma, satisfactorios en su forma de estar resueltos.

sábado, 30 de octubre de 2010

Piranha 3d (2010)


Tras una serie de temblores submarinos se han liberado cientos de pirañas prehistóricas con ganas de alimentarse. Su particular autoservicio se encuentra en el Lago Victoria, lugar en el que muchos jóvenes se han reunido para celebrar una fiesta.

La de Alexander Aja es una carrera extraña. Pese a haberse instalado en el fácil mundo del remake, ha mantenido casi siempre una serie de valores propios, una especie de autoria que lo diferencia y, a la vez, una inteligente aproximación para con las películas que "actializa". Más allá de revisar éxitos pasados para amasar dinero rápido, ha contribuido a aquello por lo que un remake podría ser necesario; mejorar la obra original. De este modo, tras darse a conocer con la excelente (pese a su discutido giro final) Alta tensión (Haute Tension, 2003), firmó, ya en Estados Unidos, Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, 2006), que junto a aquella constituyen dos de las propuestas del género de terror más potentes de los últimos años. Por supuesto, superó a la bastante correcta obra original dirigida por Wes Craven en 1977.

Su siguiente película, la regulera Reflejos (Mirrors, 2008), remake de El otro lado del espejo (Geoul sokeuro, 2003), hizo pensar que había sucumbido a lo mainstream, cediendo gran parte del talento rompedor que le caracterizó en las dos anteriores. En realidad fue una niebla que no ha tardado en disiparse con Piranha 3d.

De nuevo un remake, en este caso de Piraña (Piranha, 1978), pequeña cult movie que en su día dirigió un jovencísimo Joe Dante. Pero esta vez el resultado se encuentra más en la línea de Las colinas tienen ojos. Sin llegar a las cotas de calidad de aquella, Aja vuelve a poner toda la carne (nunca mejor dicho) en el asador. A priori, después de ver el trailer y viendo los primeros, digamos cuarenta minutos de la película, podemos pensar que se ha vendido a los intereses del cine de palomitas de usar y tirar; pero hay más que eso.

Bajo la premisa de pirañas asesinas digitales, tías buenas en bikini (y sin él), fiestas playeras con música chunda chunda y el uso de las tres dimensiones para sacar un dinerillo extra de las taquillas, Aja se vuelve a reír del falsamente acomodado americano medio y de las propias convenciones de los géneros. Salvando ciertas distancias, me recuerda un poco a lo que Paul Verhoeven hizo en su infravalorada Starship Troopers (1997); pone en pantalla muchos cuerpos y rostros jóvenes sin demasiado cerebro, instalados en un estado de bienestar similar al de Sensación de vivir (Beberly Hills 90210, 1990-2000), aunque con más sexo y palabrotas, para, literalmente, desmembrarlos en situaciones posteriores. Si Las colinas tienen ojos descuartizaba a la familia norteamericana de clase media, aquí se hace lo mismo, desde un punto de vista más festivo, con la nueva generación de adolescentes y eternos adolescentes.

Tampoco creamos que hay que hacer muchas lecturas de Piranha 3d. Pese a que lo comentado está ahí, no es menos cierto que Aja ha buscado, sin más, divertirse y divertirnos. A partir de su segunda mitad pone en imágenes puro de cine de festival, peli-birrero y cafre como pocos, y aquí es donde llega lo bueno; alrededor de veinte minutos de escenas sanguinolentas que no se acostumbran a ver dentro del cine comercial estadounidense. Puede que sobren ciertos actos heroicos de los personajes principales, y puede también que el guión tarde más de la cuenta en arrancar y por momentos parezca un nudity de video club. No obstante, solo por el último tercio vale la pena la pena echarla un ojo y, de paso, comprobar que su director sigue siendo uno de los mejores a la hora de plasmar la violencia en pantalla.

Las comparaciones con el original quedan en segundo plano. Son películas diferentes, unidas por el enemigo en cuestión (las pirañas) y que parte de la acción se desarrolla en un lugar similar. Todo lo que sucede durante el comienzo, desarrollo y final es prácticamente nuevo; no se han dedicado a calcar escenas ni frases. Podría pasar perfectamente como una nueva serie B con estas pequeñas criaturas como protagonistas, pero supongo que ser un remake proporciona una mayor publicidad gratuita en estos tiempos. Aja consigue una película mucho más potente que la original, sin prescindir del humor negro que ya caracterizaba aquella ni de, como apunté, dosis de carga social contra el ciudadano medio (tan propias también de Dante). Los efectos de maquillaje actuales hacen el resto (cuerpos partidos en dos, caras arrancadas, mordiscos de todos los niveles, decapitaciones y un largo etcétera).

En España aún no ha salido fecha de estreno, y la sombra de Saw VI (2009) empieza a pesar entre los aficionados. En mi caso, puede ver Piranha 3d en una copia de gran calidad, en versión original, sin ningún tipo de cortes y en una pantalla de considerable tamaño. Eso sí, sin las dichosas tres dimensiones, que a buen seguro funcionan de maravilla en las escenas cumbre y eliminan los defectos de algunos efectos digitales baratos (las pirañas cantan opera, así como la escena que abre la película).

miércoles, 27 de octubre de 2010

Dance of the Dead (2008)


En la noche de graduación, los zombis empiezan a salir de sus tumbas y se dirigen al instituto. Un grupo de amigos fanáticos del cine de terror, un gamberro que los zurraba, una joven, su amiga y su ex novio y un grupo de rock se enfrentarán a la amenaza mientras el resto se divierten en la fiesta…mientras puedan.

Se dice que al mismismo Sam Raimi le gustó tanto esta película que decidió distribuirla a través de su compañía, Ghost House Pictures. Sin duda, un dato a tener en cuenta. Aunque cuidado, porque Spielberg, se dice, quedo tan asustado con Paranormal Activity (2007, estreno comercial en 2009) que la dio el bombo necesario para su lanzamiento, así como un tal David Lynch o un tal Quentin Tarantino hicieron de padrinos para Eli Roth en Cabin Fever (2003) y Hostel (2005), respectivamente. Pero, ¿tienen algo de especial tales películas para tanto bombo por parte de cineastas de excepción? Bajo mi punto de vista, no mucho. Sea como sea, siempre es una publicidad que ayuda a que el producto en cuestión genere más interés del que gozaría sin su nombre detrás. Dance of the Dead tampoco tiene nada especial.

Estamos ante uno de esos casos que se denomina, para bien o para mal, como “película simpática”. Se notan las buenas intenciones, el conocimiento del género -en este caso, concretamente el subgénero de zombis- y las ganas de los responsables. Al fin y al cabo, es un producto pequeño que se vale de eso, de la simpatía para con el aficionado cómplice. El mismo que disfruta con películas como, por ejemplo, La divertida noche de los zombis.

Dance of the Dead, no confundir con la aburridísima aportación de Tobe Hooper a la primera temporada de Maestros del terror (Masters of Horror, 2005-¿?), siempre opta por ser una comedia de terror, pese a que en ocasiones puntuales parece mostrar un toque más dramático que, justo después, acaba en broma. Todo incluido en una típica teen movie de instituto, con los típicos frikis que terminan por ser los heroes para las reinas del baile y demás.

Los personajes son, en ese sentido, estereotipos confeccionados a medida. Por momentos funcionan. Está la chica guapa y sensible, las chicas guapas fiesteras, los aficionados al cine de terror que se alejan de la fiesta de graduación, los chicos guapos populares, el macarra que pega a los frikis pero luego se une a ellos contra los zombis y resulta más bueno de lo que parecía, etc.

Curioso que lo mejor termina siendo el único personaje adulto importante en la trama; un profesor de gimnasia con instintos belicistas que a veces resulta muy gracioso. El resto cumplen más o menos. Hay alguna buena escena gore (los dos zombis enrollándose), pero en general es bastante soft para ser una pequeña producción de muertos vivientes “no mainstream”. Se puede ver sin problemas mientras te comes una hamburguesa del McDonalds.

martes, 26 de octubre de 2010

Night of the Demons (2009)


Un grupo de jóvenes festejan Halloween en una vieja mansión de turbio pasado. La policía aparece para cerrarles el lugar, pero unos pocos de los invitados consiguen esconderse. Cuando, más tarde, intentan salir de la casa, se dan cuenta que están atrapados. En principio no le dan importancia y siguen con la diversión, pero uno a uno serán poseídos por demonios. Éstos tienen un plan; poseer a los siete jóvenes para escapar de la maldición que los tiene encerrados y poder despecharse a sus anchas fuera de los muros.

Algunos remakes tienen su justificación. En principio, el de La noche de los demonios (Night of the Demons, 1988) podría tenerla. Y es que, aunque aquella se conserve como una simpática y entretenida serie B ochentera, es muy mejorable. Por tanto, una actualización, a poco que se cuiden un poco las interpretaciones, el guión añada alguna cosa interesante manteniendo lo bueno de la anterior, y se utilicen mejorados efectos de maquillaje y gore, no tiene porque ser mala idea. Sin embargo, lo de Night of the Demons, remake, ya empezó a oler mal cuando decidieron lanzarla directamente en video, cuando escogieron como protagonista al demacrado Edward Furlong y cuando, una vez vista, la única mejora apreciable son los trucajes visuales, pero sin exagerar.

La elección de Edward Furlong no parece tan descabellada. El tipo en cuestión, que saltó a la fama prematuramente interpretando a John Connor en Terminator 2, juicio final (Terminator 2: Judgment Day, 1991) y años más tarde consiguió otro personaje de culto en American History X (1998), se ha dedicado la última década a beber, drogarse y comer bollos. Su presencia se siente siempre igualada a la película. Es decir, Night of the Demons es un reflejo de lo que pudo ser.

La historia es la misma que en la original. El desarrollo, muy parecido. Aquí también tenemos tías buenas, banda sonora llena de heavy metal, humor negro, algo de gore y demonios. Pero no resulta igual de entretenida ni fresca. Es más, sus noventa minutos se hacen largos. No deja de ser un producto de obvia prefabricación para video club.

Aunque hay cosas que funcionan (los flashbacks sobre el pasado de la mansión, la escena del pintalabios, la banda sonora) hay unas cuantas que la llevan a la mediocridad (los ataques de los demonios están montados de forma epiléptica y no se entiende un carajo, el ritmo se pierde cada dos por tres). Da la sensación que su director, Adam Gierach -que un año antes dirigió la más estimable Autopsy- quería terminar la película pronto y dedicarse a otros menesteres, como cortar el césped del jardín.

Sigo pensando que el verdadero remake (no oficial), y de calidad, fue la divertidísima Caballero del diablo (Tales from the Crypt Presents Demon Knight, 1995). Algo así, no tan bueno pero similar, esperaba de este Night of the Demons, o algo así es lo que pudo haber sido. Nada más lejos de la realidad. Más bien se queda a la altura de la insípida tercera entrega videoclubera de la saga original. Al menos le habrá servido a Furlong para pagar el centro de rehabilitación.

domingo, 24 de octubre de 2010

The Loved Ones (2009)


Se acerca la famosa noche de graduación. Una muchacha poco popular del instituto, Lola, está encaprichada de un muchacho, Brent, el cual no la hace caso. Tras ver como este no acepta la invitación para ser su compañera en el baile, lo secuestra junto a su padre para celebrar su particular noche de graduación casera.

The Loved Ones es otra de esas películas que, cada año, hacen furor en festivales especializados. Dentro de aquellas, pertenece a otro club, el de las películas que por mucho furor que causen en tales certámenes no consiguen distribución comercial en muchos países. En este caso se trata de una producción australiana, país que en los últimos años está dando alguna que otra agradable sorpresa en el género de terror. Más concretamente, en el subgénero de psicópatas, torturas y gore. Pero la que nos ocupa no es, o al menos no pretende ser, una más dentro de la temática. Con esto me refiero a que, según parece, su director y guionista, Sean Byrne, intenta, y a veces, consigue, desmarcarse un poco de los típicos torture porn que nos invaden mensualmente.

La primera variante es que la victima en esta ocasión es un chico a manos de una chica. Cierto que no es la primera vez que esto sucede, aunque hay muchos más ejemplos contrarios, o también otros en los que las victimas con chicas y chicos, hombres y mujeres, pero los verdugos exclusivamente hombres. Aquí la psicópata de marras es ayudada por su no menos sicótico padre, sin desviar las miradas hacia ella.

La segunda variante es la inyección de humor negro, a veces muy negro, incluso en los momentos más dramáticos. No obstante, cada cual puede tomarse dicho humor a su manera. Hay momentos de gran violencia y tortura, pese a que, dentro de lo que estamos acostumbrados, son bastante soportables.

Luego hay una tercera variante, o pseudo variante, que en este caso no funciona. Una vez comienza la acción en la casa de la lunática (previo secuestro del protagonista), ésta avanza mezclada con una subtrama un tanto innecesaria, o que al menos podría haberse resumido. Se trata de la otra “cita”, en la que los protagonistas son el amigo nerd del secuestrado y una heavy (o gótica, o lo que sea, pues hoy en día los términos y las apariencias se confunden demasiado) buenorra. En el tramo final tiene su sentido dentro de la trama, pero le resta impacto al conjunto y nos hace pensar que estamos ante una nueva comedia para frikis faltos de sexo como las del amigo Judd Appatow.

He de admitir que mis expectativas respecto a The Loved Ones eran altísimas. Esto es algo que siempre juega en contra de una película, por buena que sea. Estamos en la época de la (sobre) información, vaya. Pero, ya en frío, siendo coherentes y sin dejarnos llevar por las expectativas, hay que reconocer que funciona. Salvando los baches de ritmo que ocasiona la citada subtrama del amigo, el conjunto es potente; interpretaciones magnificas (muy por encima de la media en este tipo de productos), dirección dinámica y eficaz, puesta en escena y fotografía cuidadas, y varias escenas de violencia muy bien resueltas aunque no resulten originales.

jueves, 21 de octubre de 2010

Grotesque (Gurotesuku, 2009)


Una joven pareja es secuestrada por un psicópata. Su intención es excitarse por medio de la tortura y que éstos se demuestren lo que son capaces de hacer por amor, aunque el sufrimiento sea atroz. 

Lo que recientemente ha ocurrido, y por aquí he comentado, con A Serbian Film (2010) y los moralistas de una cadena de televisión, viene a huevo para preguntarnos de nuevo, ¿debemos poner limites al cine? Para el aquí firmante, y como ya expresé en aquel momento, no es necesario. Tenemos libertad para elegir lo que queremos ver, y también para informarnos sobre lo que vamos a ver. Si uno es menor de edad la cosa cambia, pero para un adulto debe haber libertad de decisión. Tengamos en cuenta siempre que hablamos de cine; una ficción con actores, maquillaje y efectos especiales. Por tanto, no se puede comparar en ningún caso (como si hacían los personajes del “debate” sobre A Serbian Film) con la realidad. Sepamos diferenciar ambas cosas.

Grotesque es, antes de leer entre líneas, pues tiene varias, una película snuff de ficción. Sobre el papel no es más que eso. En el Dvd que sacaron en Estados Unidos la promocionaban con una frase con dosis de verdad y engaño por igual:Saw y Hostel son sólo aperitivos”. Si bien es cierto que, en lo básico, las películas de la saga Saw (2003-¿?) o las de Hostel (2005-¿?) proporcionan algo similar, un torture porn en el cual la violencia y el sadismo son los principales reclamos, la línea que separa lo accesible, lo visible para un gran número de espectadores, queda traspasada con la que nos ocupa. Resumiendo, que al lado de esta pequeña obra perversa, cualquier producto comercial estadounidense, por fuete que parezcan al espectador medio, queda como un juego de niños.

No exagero si digo que, en el ámbito cinematográfico, Grotesque es lo más cruel, sucio y malsano que he visto. Y no lo dice alguien que ha visto poco. Es de esas películas que te cuesta, o más bien se te hace imposible, recomendar a alguien. La degradación moral que propone en determinados momentos (la vejación sexual bastante alargada) pone a prueba al más habituado a estos derroteros. En cuanto al gore, también es bastante dura en su explicitud, y sobretodo gracias a unos magníficos trucajes de maquillaje. La cuidada producción, fotografía, estética en general y buenas interpretaciones hacen el resto para crear el mayor impacto posible. Indiferente no dejará a nadie.

Pese a que, como ya comenté más arriba, no deja de ser un torture porn con apología de la violencia (dentro del cine, entendamos), su director y guionista, Kôji Shiraishi, habitual de estos menesteres, se las apaña para meter una historia de amor más emotiva y cargada de sustancia de lo que puede parecer. Al fin y al cabo, la debacle de torturas y humillaciones que se extienden a lo largo de unos cortos (pero muy largos) setenta minutos, se deben a la resistencia por amor de sus protagonistas. Y por otro lado, a la falta de amor y el exceso de soledad en el psicópata.

Grotesque, ante todo, consigue su propósito. Lejos de considerarla buena o mala, de decidir si nos parece moralmente aceptable o no, se llega al final exhausto, un poco más sucio que antes de comenzar el visionado. No solo por la dureza de las imágenes explicitas, sino también por la mala hostia que desprende Shirasishi, llevándonos, a mitad de la película, a un estado de relax repentino, para minutos después devolvernos a una pesadilla aún más cruenta. Psicológicamente, por tanto, también funciona. No es plato de buen gusto para todos, desde luego, pero para los seguidores del ultragore y las emociones fuertes podría llegar a ser obra de cabecera. Avisados quedan el resto.

viernes, 1 de octubre de 2010

Pesadilla en Elm Street: El origen (Nightmare on Elm Street, 2010)



Años atrás, Freddy Krueger fue un pederasta que abusó de varios niños en el pueblo de Elm Street. Los padres de dichos niños acordaron tomarse la justicia por su mano y lo quemaron vivo. Pero Freddy ha vuelto, a través los sueños de sus ahora adolescentes victimas, para que éstos vivan una nueva pesadilla. Si mueren en sus sueños, mueren también fuera de ellos.

Hasta ahora, Wes Craven había tenido suerte. Los remakes de La última casa a la izquierda (The Last House of the Left, 1972) y Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, 1977), dos de sus mejores películas, no estuvieron nada mal. Tanto, que Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, 2006) superó sin inmutarse al original. Incluso la secuela de ésta, estrenada dos años después y ya sin su director, Alexander Aja, al frente del proyecto, siendo bastante floja no tuvo que hacer demasiado para ser más aceptable que la horripilante secuela que en su día (inexplicablemente) también dirigió Craven. Pero si dije hasta ahora, es por algo. Y es que con el remake de su obra más mítica, Pesadilla en Elm Street (Nightmare on Elm Street, 1984), nos hemos topado con la excepción.

Nada funciona en la nueva Pesadilla. Veamos, lo principal, lo más relevante de la saga original, siempre fueron el personaje de Freddy Krueger y las escenas oníricas. Siempre, por floja que fuese la entrega, Freddy (el imborrable Robert Englund) mantenía un carisma, una fuerte presencia que hacía suya la función. Aquí sus intervenciones son aburridas, repetitivas y ausentes tanto de gracia como, por otro lado, el impacto que pretendían proporcionarle al devolverle a sus orígenes más serios de la primera entrega. Tampoco funciona su maquillaje, que convierte a un gran actor (Jakie Earle Haley) en una careta sin expresión. Únicamente se salva por su particular e inquietante voz, en un emulo de su genial Rorschach para la no menos genial Watchmen (2009).

El principal problema ya se deja ver en los primeros minutos. Nos presentan al nuevo Freddy de sopetón, sin intriga alguna. Las escenas en las que participa atacando a sus jóvenes victimas carecen de originalidad o tensión. Tampoco estamos ante un remake propiamente dicho. De la original tan solo toma algunos nombres (recupera de algún modo el personaje de Nancy) y homenajea dos de sus momentos más recordados; la muerte de Tina levitando en la habitación y la garra de Freddy amenazando la entrepierna de Nancy en la bañera. Precisamente son esas dos situaciones “no originales” lo más apetecible y mejor rodado de la función. No obstante, si intentamos ver la nueva Pesadilla como lo que es, otra secuela que añadir a la saga, sigue sin funcionar. Incluso las más flojas- ¿la segunda?, ¿la sexta?- son, al menos, mucho más entretenidas.

El director del invento, Samuel Bayer –antes adscrito al mundo del videoclip- estuvo dando la brasa meses antes del estreno con la maravilla que estaban haciendo y lo que iba a sorprender a los fans del personaje. Si lo decía en serio y no era, como supongo, el típico bulo para vender la moto aún sabiendo que se está rodeado de mierda, produce más terror el tal Bayer que cada minuto de este infumable producto.

martes, 21 de septiembre de 2010

A Serbian Film (Srpski film, 2010)


Agobiado por no poder tener con su familia el nivel económico que poseía antes, una estrella porno retirada, Milos, accede a trabajar por una gran cantidad de dinero junto a un misterioso director del cual no sabe nada. Una vez dentro del proyecto, Milos descubre que no es una película porno común, sino que las intenciones de sus responsables son mucho más siniestras.

Como cada año, los festivales especializados en cine de género traen una película llamada a ser “la polémica”. Para ponernos en situación reciente: 2007 fue el año de A l ´ interieur; 2008 el de Martyrs; en 2009 Anticristo (Antichrist); y ahora, en 2010, la encargada de liarla en sus sesiones, hacer que la mitad de la sala se esfume durante la proyección y provocar ríos de tinta (y publicidad gratuita) es A Serbian Film. Con más razón si cable.  De echo, su andadura ya comenzó hace unos meses, llegando, sus responsables, a ser denunciados por asociaciones de esas que verán la guerra en los telediarios a la hora de comer. No solo denunciados, sino que se les intentó agredir físicamente. En el festival de Cannes causó aplausos por parte de los aficionados más valientes, pero también muchas (esperables) malas caras por aquellos que ya en su día escupían a Tarantino por su de cine de “violencia gratuita”. Y luego, pues las típicas historias que se repiten con cada nueva propuesta polémica por su crueldad: desmayos, vómitos, ambulancias situadas en las puertas de los cines, etc. No obstante, para el espectador curtido, aunque en éste caso más que las otras tres citadas, debe estar bastante curtido, A Serbian Film puede verse sin causar nauseas, ni creer que uno es un enfermo despojo de la sociedad por no abandonar la proyección. Más que nada, porque la propuesta si por algo crea tanto impacto es por meter menores de por medio. Pero si lo que pretenden es hablar (entre otras cosas) sobre la pedofilia, es necesario que haya niños que muestren el horror de esa practica y crueldad por parte de los que la llevan a cabo, así como para hablar de la crucifixión y torturas en La pasión de Cristo (The Passion of the Christ, 2004), su director, Mel Gibson, no escatimó en litros de sangre, latigazos, gritos y agonías varias. Y el resultado fueron cerca de 700 millones de dólares de recaudación mundial. Aunque también hay que aceptar que la película que nos ocupa llega a alcanzar ciertos limites de lo extremo en celuloide.


Pero, mientras que el sufrimiento de las últimas horas (literarias) de Cristo, o el sufrimiento de los judíos durante el Holocausto, expuesto de forma bastante cruda y necesaria en películas y documentales, por poner dos ejemplos, son casos de violencia y sadismo extremos universales, aceptados, la pedofilia sigue siendo un tema tabú que el cine o la literatura deben tocar con pies de plomo. Ahí es donde, tal vez intencionadamente, el director y guionista de A Serbian Film, Srdjam Spasojevic, acompañado en los créditos del libreto por Aleksandar Radivojevic, ha llegado al punto necesario para que su película se haga notar. Porque no nos engañemos: está muy bien dirigida, su guión tiene ritmo y variados aciertos, la fotografía es esplendida, la banda sonora simple pero efectiva, las interpretaciones, en general, más que correctas. ¿Pero el verdadero propósito para Spasojevic era hacer una buena película o ésta le ha salido de chiripa mientras intentaba provocar el mayor impacto posible? En eso aún tengo dudas. Sea como sea, gracias a ese buen trabajo en todos los apartados, el devenir de la trama se siente realista, los personajes te provocan emociones, para bien o para mal, y la sensación de estar inmerso en una pesadilla va creciendo hasta estallar en un largo clímax final (con una previsible “sorpresa” argumental) que da rienda suelta a lo peor del ser humano. Y lo triste, lo realmente perturbador, es que el ser humano fuera de las películas puede llegar a ser mucho peor.


Una de las escenas que ha causado más revuelo, y aquí va un SPOILER, es la violación del recién nacido. Para mí, escena innecesaria, pues en éste caso si se nota, o eso creo, que la única intención es provocar por provocar. Y ojo, me gusta que me provoquen, pero dentro de un contexto narrativo, no por el simple hecho de meter la escena con calzador previo monologo político que para nada sirve de excusa FIN DE SPOILER. En las entrevistas, el director no ha parado de repetir que su intención con A Serbian Film era retratar la opresión del pequeño pueblo serbio y las injusticias de su gobierno durante muchos años. Si es este el cometido de su trabajo, dudo que sea algo que vean la mayoría de los espectadores. Aunque, en caso de haber querido retratar la oscuridad latente del ser humano mediante sexo macabro, mutilaciones varias y otras depravaciones, lo ha conseguido. La sensación que te queda después de sus noventa minutos es de agotamiento, suciedad y desazón.
El mes que viene podrá verse en el festival de Sitges, y al estar seleccionada para competición, supongo que tendrá pases en la enorme pantalla del Auditori. Los que vayan es muy probable que en los últimos treinta minutos sean testigos de huidas en masa de la sala. Objetivo cumplido.




domingo, 19 de septiembre de 2010

Mini reseñas: Cold Prey (Fritt vilt,2006), Cold Prey 2 (Fritt vilt 2, 2008), Acolytes (2008)


El slasher es un subgénero que ha tenido altibajos de fama y calidad. En los ochenta gozó de una etapa pletorica de producción y títulos que han marcado el género, cosa que no volvió a repetirse, salvando las distancias (sobretodo de calidad), hasta mediados de los noventa. Siempre ha sido Estados Unidos la principal fuente de propuestas, aunque, cosas de la globalización, otros países han ido siguiendo de cerca, de vez en cuando, su línea más genérica. La que nos toca viene de Noruega, un país del que poco vemos en nuestras tierras, y su base es, claramente, el slasher estadounidense más comercial. Pero ojo, porque basándose en dichos referentes, han conseguido sacar un producto bastante más digno de lo que viene siendo habitual en la mediocre cosecha yanqui (repito, dentro de los márgenes más típicos y mainstream). No hay nada innovador en Cold Prey, pero está dirigida con mucha eficacia por un tal Roar Uthaug, contiene una buena banda sonora -aunque algunos tracks son sospechosamente parecidos a la de Réquiem por un sueño (Requiem por a Dream, 2000)- y sobretodo una prometedora scream queen con carisma, además de ser buena actriz: Ingrid Bolso. El nivel de gore está bastante ajustado. En ese sentido se echa de menos un poco más de truculencia en los actos del psicópata de turno (un bicharraco bastante temible), pero tampoco llega a los limites insulsos de limpieza de cosas como Una noche para morir (Prom Night, 2008). Cold Prey sigue más la linea de body counts clásicos como La noche de Halloween (Halloween, 1978) o Viernes 13 (Friday the 13th, 1980), con un estilo más seco y directo, sin necesitar engañar al espectador con varios personajes de cara a un posible giro final (aunque el primer Viernes 13, en parte, tenía dicha estructura). En su país fue un considerable éxito comercial, gracias al cual surgió…






...Cold Prey 2. Una de esas pocas secuelas dentro del género de terror que consiguen superar al éxito original. Dirigida en este caso por Mats Stenberg (y atención porque a partir de ahora soltaré varios SPOILERS respecto a la primera), devuelve el protagonismo a la ésta vez más presente Ingrid Bolso y cuenta con un estilo definitivamente sacado de Halloween, más concretamente de su secuela. También se eleva un poco el nivel de gore y brutalidad en los actos del psicópata, que vuelve a ser el mismo tras una retorcida estrategia de guión (pero ya sabemos que en estás películas no debes dar por muerto al villano a no ser que le cortes la cabeza…y tampoco). Dirigida con más ritmo y con un guión que dosifica mejor las escenas de tensión, ahora básicamente un non-stop después de la primera media hora, Cold Prey 2 es la confirmación de una saga en plena forma dentro del nuevo slasher. La tercera parte está en camino, aunque en España recemos para que, como con ésta segunda, algún buen samaritano la cuelgue en la red. Y es que, pese a que Cold Prey consiguió distribución en Dvd por aquí, de la que nos ocupa no se sabe nada y ya han pasado dos años.





Más terror alejado de Estados Unidos. En este caso, procedente de Australia. Hablo de Acolytes, una pequeña producción bastante atípica que juega con las bases del cine de psycho killers desde una óptica, al menos, curiosa. De echo, podría haber sido una joyita de culto de no ser porque la trama se va estropeando, pretendiendo ser compleja (diferente) y sin embargo cayendo en la confusión. El montaje es el principal problema. Pero también contiene variados aciertos: las interpretaciones de los tres chavales protagonistas es muy convincente, pero sobretodo la del psicópata. Hay una buena selección de temas en la banda sonora y el clímax final se vuelve ciertamente perturbador. Ahora bien, se me hace difícil extenderme para hablar de Acolytes sin resultar demasiado obvio con su contenido, y lo mejor, para bien o para mal, es verla “virgen”. En lo básico, es una historia de venganza (mal) estudiada por parte de los chavales, que quieren quitar del medio a un ex preso que les violó de pequeños. Luego las cosas se van complicando con el atropello (que vemos al comienzo) de una muchacha y el presunto verdugo de ésta. Acolytes tampoco ha llegado a nuestro país de ningún modo, al menos que yo sepa, por lo que si queréis verla para opinar ya podéis ir tirando de otros procedimientos.


viernes, 17 de septiembre de 2010

Macabre (Darah, 2009)


Un grupo de amigos se apiadan de una joven autoestopista que dice haber sido robada. La llevan a su casa y, en señal de agradecimiento, les invita a entrar para conocer a su familia y cenar con ellos. Durante la cena son drogados y secuestrados, a la espera de servir para unos fines poco pacíficos.

Anoche me dí una de esas sesiones que seguro le gustan mucho a nuestro ministerio de cultura. Bromas a parte, lo cierto es que encadenar una pareja tan cruenta formada por la que nos ocupa, Macabre, y una barbaridad de la que hablaré dentro de unos días, Grotesque (Grotesku, 2009) es como una inyección de insensibilización para esto de la violencia en el cine. El terror extremo oriental, en este caso de Tailandia, ha demostrado varias veces que cuando se desata no hay quien les gane. No obstante, no se puede hablar de Macabre sin nombrar sus dos obvias influencias que está constantemente batiendo en una coctelera: La mataza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 1974) y el nuevo cine de terror francés denominado Novelle horreur vague. Y de éstas últimas, A´l intérieur (2007) y Frontiere (s) (2007) de cabecera. A grandes rasgos, no es más que eso: una mezcolanza de influencias extranjeras hechas propias a partir de una vibrante dirección de los Mo Brothers, que se inician en esto de reventar cabezas. Lo bueno es que dicha mezcolanza es bastante entretenida, potente y está construida con tanta seguridad que finalmente no tiene tanto que envidiar a sus modelos. Pese que a los directores (también guionistas) les da meter en escena, por la mitad del relato, a una patrulla de policías idiotas a modo de remedo cómico... que no hace gracia. O salvo que las connotaciones sobrenaturales están un poco metidas con calzador y se podría pasar sin ellas.


Pero si uno ve Macabre con los ojos de un aficionado del gore y las emociones fuertes, sin hacerse demasiadas preguntas e intentar disfrutar predispuesto, la experiencia es grata. Muy grata. Tanto que los últimos treinta minutos hablan por sí mismos: una carnicería non-stop e in crescendo donde no faltan disparos a bocajarro, cortes de cuchillo, gritos histéricos, decapitaciones y desmembramientos varios. Rodados con un magnifico tempo de la acción que, en la hora anterior, sufría de ciertos altibajos. De todos modos, a diferencia por ejemplo de Grotesque, el salvajismo de Macabre es perfectamente asumible y disfrutable como divertimento. Es, al fin y al cabo, puro desvarío festivalero. Lo que no quita para sea un producto igualmente extremo. Las interpretaciones no son nada del otro jueves, aunque cabe destacar a la villana, con el pérfido y a la vez bonito rostro Shareefa Daanish, emulando, a su modo, a la sensacional Béatrice Dalle de la citada A´l intérieur. Por cierto, la película está basada en un corto igualmente poco sutil que dirigieron los MO en 2007. En lo que a mí respecta, espero impaciente su próximo proyecto.



domingo, 12 de septiembre de 2010

Mini reseñas: Escuela de asesinos (Bang Bang You´re Dead, 2002), Repo! Genetic Opera (2008), The Canyon (2009)


Una grata sorpresa la que me llevé con esta película. La encontré circulando por la red y, no se muy bien porqué, la di una oportunidad pensando que sería otra de esos directos a video de jóvenes violentos y bandas dentro de un instituto. Pero me encontré con uno de los mejores telefilmes que he visto en años. En todo caso, eso no parece un gran merito, pues la calidad de esas producciones suele ser minima. De ahí la sorpresa. Buscando información después me enteré que se basa en una obra de teatro muy popular que ha sido representada durante años en medio mundo. Obra que es el centro de la trama de Escuela de asesinos, y que es representada (en resumen) al final de la propia película. Lo cierto es que aunque caiga en estereotipos exagerados y radicales en su generalización (todo el rollo de deportistas guaperas, chulos y malos que no estudian contra chavales del montón o feos que no hacen deporte, pero estudian y son buenas personas), tiene bastante frescura en sus interpretaciones (muy solvente un joven Ben Foster), un buen ritmo in crescendo y no es demasiado manipuladora con sus intenciones finales. Al contrario. El final resulta estimulante y emotivo sin caer en tonterías de ultima hora. Es, a fin de cuentas, un buen instrumento educativo, más allá de una notable película, para toda esa violencia y odio que se respira en determinadas aulas (en este caso estadounidenses).




Parece que Darren Lynn Bousman rodó las reguleras Saw II (2005), Saw III (2006) y Saw IV (2007) para ganar un “dinerillo” y poder llevar a cabo un proyecto que, dice, tenía en mente desde hace años. Repo! Genetic Opera, se basa en realidad en un cortometraje que él mismo dirigió antes de hacerse famoso con la archiconocida saga de Jigsaw. Y lo ha convertido en un musical que, guste más o menos, sea mejor o peor, hay que reconocerle el merito del riesgo y de intentar ser mínimamente original en los tiempos que corren. Supongo que lo que Bousman tenía en mente (y le dio todo el bombo necesario, aunque finalmente pasó desapercibida) era crear un nuevo The Rocky Horror Picture Show (1975). Lo que le ha salido es una opera rock con varias dosis de gore y un largo plantel de personajes grotescos (no por nada entre los interpretes están Paris Hilton o Paul Sorvino) que busca sin descanso no dejar a nadie indiferente. Aunque fallida para el que esto escribe (para otros seguro que ya es una obra de culto, aunque varias obras de culto precisamente tienen el halo de proyectos fallidos), contiene varios temas importantes en la banda sonora (otros decididamente aburridos) y una puesta en escena interesante. La historia es la del Repo Man del titulo, un hombre que trabaja recolectando los órganos adquiridos por personas que, más tarde, no pueden hacer frente al pago. Igualito que la posterior (y tampoco muy allá) Repo Men (2010), subtrama de venganza incluida. Pero con canciones y rollo cyber punk. Podría haber sido mejor, desde luego.




En Parque jurasico (Jurassic Park, 1993), el personaje que interpretaba Jeff Goldblum decía algo como “esta es la peor idea en la larga y triste historia de las malas ideas”. Esa debió ser la premisa del guionista de The Canyon a la hora de llevar a cabo el libreto. Los protagonistas, un pareja de recién casados, no demuestran mucha sesera a lo largo del metraje. Pero claro, si no fuesen tan idiotas en ciertas cosas se eliminaría parte de un suspense que, al menos, está bien resuelto. Estamos ante otro survival de los muchos que salen cada año (ya sea en cines o directos a video) que no destaca en nada en concreto, pero tampoco se encuentra entre los peores. El marco de la pesadilla es el Gran Cañón, en Arizona. Cuando no obtienen permiso por parte de las autoridades para ir, deciden fiarse de un tipo con pinta de beber más de la cuenta (muy correcto Will Patton) que se presta a hacerles de guía. Una vez allí, el tipo es mordido por una serpiente venenosa y la pareja queda perdida con la naturaleza y sus peligros. Obviamente, el tipo mintió con el permiso, por lo que nadie irá a buscarlos. La acción, a partir de la mitad, se centra sobretodo en la amenaza animal que suponen los lobos hambrientos de la zona, al igual que sucedía en la superior Frozen (2009). En general resulta llevadera y tiene algunos buenos momentos, aunque, como dije, a costa de forzar demasiado las supuestas pocas neuronas de la pareja protagonista. Y cuidado que ahora suelto un SPOILER: El giro dramático del final seria impactante si no fuese porque ya lo vimos hace poco, y más trabajado, en la genial La niebla (The Mist, 2008). Aunque eso también podría decirse de El sexto sentido (The Sixth Sense, 1999) si uno vio anteriormente, por ejemplo, Muertos y enterrados (Dead and Buried, 1981).