miércoles, 31 de marzo de 2010

De estreno: ¡ Llegan los titanes!



Ya está preparada para ver y evaluar el remake de Furia de titanes (Clash of the Titans, 1981), que ha dirigido el francés Louis Leterrier. Hoy mismo, dos días antes del viernes por aquello de aprovechar el puente de semana santa, llega a los cines en dos versiones: la de toda la vida y la que está de moda, en tres dimensiones. Pero cuidado, puesto que el 3d del nuevo Furia de titanes no es como el de Avatar (2009), que tantas alegrías ha dado en la platea, sino que ha sido añadido a modo de nuevo invento para sacar más pelillas. Esto es, una vez hecha la película (en 2d) se pensó que con el enorme éxito de la película de James Cameron, lo mejor que podían hacer era gastarse unos 10 millones de dólares más y pasarla a tal formato. Claro que, esto implica ciertos detalles de dudosa viabilidad. Ya habido malas críticas al respecto, argumentando que las escenas de acción, con montaje frenético, no estaban hechas para ser vistas en 3d, por lo que marean más que impresionar con el relieve. A parte, dicen que con las gafas la imagen se ve demasiado oscura. Ahora queda en cada cual elegir como prefiere verla, aunque lo que está claro es que todo apunta a un entretenimiento muy digno e incluso nostálgico. La protagonizan Sam Worthington (cosas de la vida, también protagonista de Avatar), Liam Nesson, Ralph Fiennes y la ascendente Gemma Arterton.

Christopher Nolan se pondrá a cargo del nuevo Superman



¿Recuerdan aquel remake/homenaje titulado Superman Returns, estrenado en 2006? Si no lo recuerdan, no se lo echaré en cara. No hace falta. Pero intenten hacer memoria para entrar un poco en la noticia. Aquella película, que no contentó ni a los fans del personaje en los cómics, ni a los de la obra original de Richard Donner, ni al público que pensaba que Superman era una idea original del siglo XXI, recaudó 391 millones de dólares en todo el mundo. No sería un mal dato, de no ser porque costó unos exagerados 270 millones. De ahí que la idea de franquicia que tenía la Warner se fue al garete. No obstante, su director, Bryan Singer, intentó llevar a cabo la secuela, pero los mandamases debieron pensar que en tiempos de crisis no hay momento para caprichos millonarios. Así, la búsqueda de un sustituto para conseguir  la franquicia, ahora si, por el buen camino (tanto comercial como artístico) les ha llevado a un nombre que parecía obvio desde el primer momento: Christopher Nolan. El director ha sido capaz de rehacer la saga del hombre murciélago creando sus dos mejores películas hasta la fecha, las magnificas Batman Begins (2005) y El caballero oscuro (The Dark Knight, 2008). Además, en el caso de esta última, las recaudaciones fueron estratosferitas: 1.000 millones de dólares en todo el mundo. Por eso, mientras Nolan tantea que hacer con la tercera entrega (que según dicen podría titularse Shadow of the Bat), se pondrá a cargo, en principio como observador y “consejero”, de lo que será la nueva entrega del súper hombre. Lo más probable es que termine dirigiéndola él, porque se ha traído consigo a los guionistas de aquellas: David S. Goyer y su hermano, Jonathan Nolan. Otro rumor apunta que en el reparto aparecerán estrellas vistas en las dos entregas citadas de Batman, aunque no se ha confirmado quienes. Ya no hay duda sobre que la próxima reimaginación de Superman ganará enteros, se dejará de moñadas y se anunciará con un “De los creadores de El caballero oscuro”.

sábado, 27 de marzo de 2010

Daybreakers (2010)


Vivimos tiempos de riqueza para los vampiros. Ahora, con la saga Crepúsculo, millones de niñas chorrean de placer viendo vampiros románticos (y bastante sosos) con el torso descubierto. Por tanto, una película como Daybreakers viene a ser la alternativa para los machos, para que éstos chorreen de placer viendo gore y vampiros rudos high tech. Claro que la apuesta que nos ocupa ha salido un tanto sibarita y no será del agrado de todos los que solo busquen eso, y puede que tampoco lo sea de los que busquen mayor trascendencia. Y es que, lo que le sucede a Daybreakers es algo similar a lo que recientemente comentaba respecto a El hombre lobo (The Wolfman, 2010). A partir de una premisa que da para mayores lecturas, se opta por un desarrollo y desenlaces precipitados, ruidosos y a un paso de caer en el fast food, más nutritivo de lo que se podría esperar, pero fast food al fin y al cabo. No deja de ser un espectáculo tan económico en medios como entretenido si no nos ponemos en plan gafapasta. Cualidades tiene: los hermanos de marras -los Spierig, directores, que se dieron a conocer con la estimable Los no muertos (Undead, 2005)- se las apañan para crear decentes set pieces de acción, y el guión propone buenas ideas. Pese a ello, no deja de ser una vuelta de tuerca a lo que leímos en el Soy leyenda (I Am Legend) de Richard Matheson, o vimos en sus respectivas adaptaciones al cine. Pero esta vez la historia nos la cuentan desde el punto de vista de los vampiros y no el de los humanos (o el humano). A partir de ahí, comprobamos que, mande quien mande, se viva de día de noche, se beba whiski o sangre, la mierda sigue donde tiene que estar. Las diferencias entre ricos y pobres son latentes, los alimentos puros (la sangre humana, que va quedando poca) quiere ser ofrecida por elevados precios a la jet set muerde-cuellos, mientras que para los pobres una de dos: o se apañan con la mierda artificial que quieren inventar o se mueren de sed, se beben ellos mismos y se transforman en criaturas tan terribles como un maratón de Gran hermano.



Claro que el héroe deberá entrar en escena, y este no es otro que un vampiro bueno y de conciencia social con los rasgos de Ethan Hawke. Uniéndose a un grupo de humanos rebeldes, comandados por un divertido Willem Dafoe en plan secundario roba-escenas. Este le mostrará al vampiro bueno que tiene el método para que los vampiros vuelvan a ser humanos (una chapuza que básicamente consiste en quemarse hasta estar al borde de la muerte y así despertar como un vil mortal, lo que provoca un divertido juego: si no le gusta el nuevo estado siempre le puede pedir a un compi chupasangre que le de un bocao). Así, Dafoe, Hawke y una mujer que servirá el elemento pseudo romántico de la historia, se unen para dar por saco al jefazo del orden vampirico, Sam Neill. El problema es que, aunque tengan la cura, no parece que haya muchos decididos a volver a ser humanos, y de nuevo tener que pensar en que algún día palmarán. Como apunté en el párrafo anterior, los directores del invento, los hermanos Spierig, dirigen con pulso firme la acción, empapan el conjunto del mismo aire “azulado” que ya vimos en su opera prima, y básicamente, aunque en aquella la amenaza fueran zombis y en esta vampiros, podrían pasar por el mismo aro. Incluso el sangriento clímax final se pretende bastante Romeriano en cuanto a la actuación de los vampiros y el efecto de sus delirantes ataques. Más allá de las escenas de acción, algún que otro apunte de guión y el desprejuicio en mostrar gore por doquier, Daybreakers pasa por una película discreta en su conjunto. Visible, incluso disfrutable en su momento, pero muy fácil de olvidar nada más llegar a casa.

Valoración (0 a 5): 2,5
 

viernes, 26 de marzo de 2010

Dragones tridimensionales y escritores misteriosos


A modo de maratón 3d se estrenarán entre este fin de semana y los dos posteriores, tres esperadas películas fantásticas para poder ver en el formato de moda. A la que nos toca, Como entrenar a tu dragón (How to Train Your Dragon, 2010), se unirán en breve Furia de titanes (Clash of the Titans, 2010) y Alicia en el país de las maravillas (Alice in Wonderland, 2010). Por lo que no sé como harán para repartirse las salas, que en España de momento no es que sobren para ver con las gafitas. Como entrenar a tu dragón es la nueva propuesta animada de Dreamworks, la misma de grandes obras del séptimo arte como las sagas Shrek (2001-¿?) o Madagascar (2005-¿?). Esta vez la cosa pinta mejor, si nos fiamos de las primeras impresiones, y parece que se han dejado de hilvanar gags presuntamente graciosos para contar de verdad una historia emocionante; Dentro del thriller de suspense tenemos El escritor (The Gosht Writer, 2010), lo nuevo del director más perseguido por la ley, Roman Polanski. Pese a que el tío sea, o fuese, un zumbao encaprichado de niñas de trece años, lo cierto es que, valorando sus películas, que es lo que aquí cuenta, cada nueva película que hace es motivo de asistencia a sala para la mayoría de aficionados. Es por ello que El escritor, protagonizada por Pierce Brosnan y Ewan McGregor, podría ser una apuesta interesante para el sector adulto de la audiencia. Las criticas recibidas hasta el momento la ponen por las nubes, como era de esperar.

sábado, 20 de marzo de 2010

Desastres entrañables: Hoy toca Independence Day (1997)


Inicio esta nueva sección con uno de los títulos que mejor simboliza su nombre. No solo porque puede considerarse dentro del cine de "catástrofes” o “desastres” sino porque la película en sí es uno, aunque entrañable. Tal vez porque la fui a ver al cine siendo aún imberbe, y ya se sabe que por aquel entonces todo lo vemos mejor, más grande y más emocionante. Lo cierto es que las películas de su director, Roland Emmerich, a partir de la boñiga que nos ocupa, han sido igual de terribles, solo que ninguna ha conseguido tener la simpatía y efecto nostálgico de ésta. Independence Day, que a partir de ahora llamaré ID, podría irritar a los bienpensantes que no les gusta que con millones de dólares que podrían servir para ayudar al mundo, lo que hagan sus responsables sea destruirlo (en ficción) y destruirnos a nosotros (las neuronas) de paso. Pero coño, a diferencia de la destrucción neuronal y moral que suponen los subproductos que se fabrican aquí mismo, en España, el dinero que se invierte en ID no parte de ninguna subvención con nuestros impuestos. Así que, si esto es el capricho de los cineastas y magnates detrás de ellos, pues cojonudo. Empecemos.


Para no parecer tan patrioteros, nos cargaremos esta maqueta de la Casa Blanca

Lo primero que se me viene a la cabeza cuando veo una película sobre invasiones extraterrestres, o cualquier otro desastre que destruye el mundo, es ¿por qué huevos, si se sabe que en breve estamos condenados a los gusanos, la gente se pone a robar televisiones, móviles o coches? Supongo que es algo que no dista mucho de lo que pasaría en realidad (así somos los humanos, el único tonto no es Roland Emmerich o sus guionistas) pero mi pregunta sigue sin respuesta. ¿A caso quieren una televisión para seguir viendo en el cielo la intelectual programación con la que nos cuidan las cadenas? ¿A caso piensan que en el cielo habrá cobertura? ¿A caso creen que robando un coche más rápido escaparán del fin del mundo? Luego, en estas películas suele haber dos tipos de seres humanos: a. la muchedumbre y b. los héroes. Los primeros son pequeñas cosas que corretean de un lado a otro esperando a que algo se les caiga encima, o se tropiezan y algo se les cae encima, o se meten en un sitio que se les cae encima. Los segundos, son capaces de evitar la muerte decenas de veces, e incluso cuando, por lógica, uno piensa que se ha dado una situación tan CHUNGA que han tenido que morir, de algún modo aparecen en la escena siguiente con una gran sonrisa, acompañados de música de victoria. La conclusión es que la muchedumbre no vale un carajo (incluso, normalmente, valen más los perros o gatos, que suelen tener destinos esperanzadores similares al de los héroes), y solo están en la película para que veamos que en el fin del mundo alguien tiene que morir. ID sigue varios de estos tópicos (o teorías comprobadas) a rajatabla.



Se trata de una obra políticamente incorrecta. Si no ¿en qué otra peli habéis visto a Will Smith fumando?

Los héroes son tres: Un científico de metro noventa y cinco centímetros (Jeff Goldblum) que viaja montado en bici (ahora sería el orgullo de Al Gore mientras mira la película en su avión privado), un piloto del ejercito (Will Smith) y un surrealista presiente de los Estados Unidos, no sólo porque sea jovencito (ahora, dentro lo que cabe, Obama también lo es) sino porque, se dice, se comenta, que hace poco fue un valiente héroe de guerra. Los tres tienen sus historias sentimentales: el científico fue abandonado por su mujer, que ahora trabaja muy cerquita del joven presidente, y éste quiere recuperarla para no pensar que es otra Monica Levinski; el piloto de combate está saliendo, o está casado (no recuerdo, pero da lo mismo) con una bonita mujer que, sin que nadie sepa muy bien por qué, trabaja haciendo bailes del amor en un club de camioneros. Debe ser que el gobierno paga mal a sus pilotos; El presidente, pues está con la Primera Dama, vaya obviedad, pero a ésta le quedan dos telediarios, pues cuando comience la invasión queda echa mierda y, cosas de la vida (mensajes de parvulitos, se dice) la bailarina de locales sórdidos es la que la ayuda en sus últimos momentos. Las otras dos creo que terminaban vivas, pero esto da igual porque aquí lo que importa son los héroes, que ya comentaré luego como salen vivos de este tinglao.


El de Star Trek. Una mezcla de drogata, un heavy y John Carpenter.

ID empieza bien. Durante el primer tercio somos testigos, en versión extendida, de los momentos de destrucción que ya habíamos visto resumidos en el trailer. En ellos muere toda la muchedumbre, y ya solo quedan unos cuantos junto a los héroes para terminar la función. Tras esto, Will Smith le da un puñetazo a un extraterrestre y luego se fuma un puro. La cosa se estanca un poco durante la visita de los héroes a una de esas bases súper-secretas del gobierno donde esconden aliens sodomizados y naves robadas. Bueno, la cosa es que Will Smith lleva al espécimen que ha dejado gilipollas con su puño de acero, y una vez allí conocemos al que lo va a examinar: uno que salía o dirigió, o algo, bodrios de Star Trek. El tipo es un científico con pinta de drogata (eso, o que el actor fue drogado al rodaje y se produce dicho aspecto) Hace tiempo que en la peli no pasa nada, así que se sabe que está a punto de ocurrir algo chungo. Para esto tengo una sencilla formula:


Tenemos en pantalla


A ) Will Smith (héroe)

B ) Bill Pullman (héroe)

C ) Jeff Goldblum (héroe)

D) El de Star Trek (científico drogadicto)


Tiene que morir alguien por huevos ¿Quién será?


A) Alguno de los héroes

B) Todos los héroes

C) El de Star Trek


Efectivamente, se le acabaron sus diez minutos de fama.



El jefe alien en su puesto, con sus ordenas, pensando que en breve se apoderarán de la Tierra…

Después de un rato más que sin que pasa nada, por fin el presidente sale en busca de guerreros para la batalla final. Claro que hay poco donde elegir, o al menos es lo que parece a juzgar por los candidatos: nada menos que una panda de borrachos que dicen ser veteranos de guerra, y entre los que se encuentra un nuevo heroe que añadir al club. Se trata de un borracho (de los de verdad, no un borrachillo cualquiera) que va por ahí vagabundeando y bebiéndose su orín. Aún así, tiene un gran sentimiento patriótico, y esta decidido a acabar con los aliens que, según él, le petaron el culo hace años con sus sondas anales (o tal vez, conociendo su estado, fue su mujer completando uno de sus sueños eróticos, o algún otro vagabundo al que confundió con su mujer). Así, tras un discurso MEGA patriótico que les suelta el presi, los borrachos se montan en los aviones desafiando las advertencias de la DGT. No obstante, los misiles no le hacen nada a la nave alienígena, pues tiene un escudo bastante jodido. Las esperanzas se difuminan, los borrachos-muchedumbre van dando sus últimos tragos antes de criar malvas, y no parece que haya solución para el fin de la humanidad.


…hasta que descubre que con un puto virus informático se les va el plan por el retrete. Y eso que todavía no sabe como se les ocurrió a los humanos.

¿Pero de verdad alguien pensaba que se acabaría el mundo en ID? No, y como no hay formas normales de resolverlo, los guionistas acuden al bochorno. Para los que no hayan visto la peli de marras, que conste que lo que voy a decir a continuación no está exagerado para buscar un efecto humorístico:  En esto que están el científico y su padre de charla, y el primero estornuda. El padre le dice algo como “ten cuidado, que te vas a resfriar” y de pronto, le llega la inspiración. “¿Qué has dicho papá? ¡ He dicho que tengas cuidado o te resfriaras!… ¡Padre, eres un genio! Y con estas, el tipo crea un virus informático para viajar con una de las naves alienígenas secuestradas (que obviamente Will Smith sabe manejar a la velocidad que Neo aprende Kung Fu) y con un ordenador portátil les meten por el culo el bichejo y acaban con su escudo, con su planeta y con sus antepasados. Cuando ya no hay escudo, el borracho heroico consuma su venganza estrellándose a modo kamikaze con la nave especial. Pero aún queda algo… ¿con tal explosión mega-atómica que produce el virus, como saldrán con vida los otros dos? Pues no lo sé, ni el guionista lo sabe, ni nadie tiene la solución, pero aparecen en el desierto, donde ya les están esperando sus familiares, parejas y amigos, y se fuman un puro. Y colorín, colorado, esta boñiga se ha acabado…pero bien que te lo pasas antes de tirar de la cadena.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Alicia, la crisis y las maravillas de la taquilla


Dicen que en tiempos de crisis los ricos se van a sus mansiones vacacionales, y los pobres van al cine. Tal vez esto explique que, a pesar tal crisis, el cine es uno de los pocos medios que, quejas de los de siempre a parte, esta dando más beneficios que años anteriores. Pero cuidado, es un dato engañoso. Esta subida corresponde a un porcentaje de películas de pura evasión que, por lógica, son las que atraen al personal para alejarse por dos horas de su mierda diaria. Así, nos explicamos aún más el grandioso éxito que está teniendo Avatar (2009). Ya no solo es que sea un magnifico espectáculo, sino que se adentra, nos adentra, en otro mundo totalmente distinto del nuestro. Esa es la pura evasión que muchos esperaban, y James Cameron, gafas 3d incluidas, la ha proporcionado. Lo mismo sucede ahora con Alicia en el país de las maravillas (Alice in Wonderland, 2010), versión Tim Burton, que aunque  recoge opiniones dispares, su éxito comercial lleva camino de ser abrumador. En su fin de semana de estreno en Estados Unidos amasó 116 millones de dólares (alrededor de 40 millones más de los que esperaban sus responsables y analistas varios), y ya en diez días su acumulado ascendió a 208 millones, con vistas a una recaudación total de 320-350 millones sólo en su país. En el resto del mundo, los espectadores están sintiendo el mismo deseo por desaparecer un rato y meterse (de nuevo, en 3d) en universos paralelos. Tanto que a estas alturas todo parece indicar que podría superar los 550 millones al final de su recorrido (y un acumulado, si saben sumar, cercano a los 1.000 millones). Es lo que tiene la crisis, y las tres dimensiones.


Sin embargo, echemos un ojo a las películas de acción centradas en temas menos “alegres” y en nuestro propio mundo. Salvo alguna excepción, como Un ciudadano ejemplar (Law Abiding Citizen, 2009), todas se han estrellado estrepitosamente en la taquilla. Ahí van dos ejemplos: Al límite (Edge of Darkness, 2010) y Distrito protegido (Green Zone, 2010). Por no hablar del dramón sobre enfermedades degenerativas protagonizado por Harrison Ford y Brendan Fraser, Medidas extraordinarias (Extraordinary Measures, 2009), que han ido a ver los vecinos del director y algún que otro despistado que pensaba que era la sala donde proyectaban Avatar. Queda claro que, salvo excepciones, lo que manda ahora son las películas de evasión pura y dura, enmarcadas en otros parajes y si es con 3d mejor. Películas como las tres citadas hace, no sé, cinco años, hubiesen sido éxitos comerciales (seguro al 80%), pero ahora es otro tema. Y también puede que en esos años Avatar y Alicia en el país de las maravillas, pese a ser rotundos éxitos, no hubiesen alcanzado tales proporciones. O puede que yo sea un jodido listillo y crea que tengo razón y nada de esto tenga que ver. Pero que narices, esto es mi blog y me apetecía escribirlo.

Donde empieza el negocio y acaba el arte


No es cuestión de entrar a debatir si mucho del cine que se hace es arte o no. La literatura es arte ¿verdad? Y digo yo, que hay libros buenos, y también libros malos. Pero la calidad no es lo que hace que no sea considerado arte uno u otro. En el cine pasa lo mismo, toda película parte de un guión, o eso dicen. Por tanto, aunque solo fuese por eso, y porque para su concepción han hecho falta una fotografía, una escenificación, una labor interpretativa o un montaje, ya puede considerarse arte una patochada como, que se yo, Fuga de cerebros. Otra cosa que, como en todo, debamos diferenciar entre el arte bueno y el arte malo…¿o a caso todas las pinturas son buenas, o todas las obras arquitectónicas? Por tanto, creo que es en ese dato donde unos cuantos se equivocan al decir eso de -gafas de pasta incluidas- “hoy en día el cine es más negocio que arte”. Pues no, esa no es la razón amigos. La razón del por qué la cosa ha degenerado la debemos encontrar en las propias salas de cine y en las personas que las suelen habitar: bandas organizadas y numerosas de niños sin educación, gente que mastica como si le fuese la vida en ello, otros que hablan tan alto que deben pensar que le dan un premio en metálico al que más eleve el tono, otros que te dan patadas en el asiento pensándose que trabajas de sparring. Y todo esto sin que nadie, absolutamente nadie que trabaje en los cines, al menos en los que yo conozco y he conocido últimamente, reprima sus comportamientos animales. Hace años incluso el legendario “linternilla” tenia una especie de poder para mandarles callar y/o comportarse como humanos civilizados, pero eso ya ha desaparecido. Ahora, parece que al pagar tu entrada tienes derecho a mearte en la pantalla y celebrarlo, y de ahí que ahora todo sea un negocio. De ahí que ahora la mayoría de la gente que acude en masa a los cines sean chavales que no pasan de los dieciocho años, mientras que muchos adultos que antes frecuentaban las salas hayan decidido quedarse en casa con los decrépitos Screeners. No obstante, ha habido un incremento de adultos que han sucumbido al comportamiento salvaje, y por tanto han amparado el modelo de negocio sobre el arte que aquí examinamos. Servidor, sin ir más lejos, antes solía ir al cine hasta diez veces al mes, y desde hace unos dos años mi asistencia ha quedado en dos o tres, a veces eligiendo bien días y horas siempre que el trabajo me lo permita. ¿Quiere decir que veo menos películas que antes? Para nada, veo lo mismo o incluso más, pero la sala de cine ya no es lo principal, a no ser que quiera padecer un torture-porn que ni las pelis de Saw.

PD: A los que piensen que exagero, que no creo que sean muchos, le dejo hacer un experimento. Pongan en Google “Salas de cine gente maleducada” y comprobará que la epidemia se extiende.

martes, 16 de marzo de 2010

El placer de la caza (Rovdyr, 2008)


Para ver esta película, o tantas otras similares que han ido surgiendo desde hace años, podemos hacer un sencillo experimento. Compren, alquilen o bájense (a estas alturas no creo que a la SGAE le importe, y si le importa que les den mucho por culo) esa maravilla titulada Defensa (Deliverance, 1972). ¿Ya la tienen? Ponganla en su reproductor de Dvd, y acto seguido apriete el play. Cuando hayan pasados dos horas, habrá finalizado el experimento. Quite la película y vuelva a sus rutinas diarias. Puede decirse que usted ha contemplado EL survival rural, y que a partir de ahora, todo lo que vea o haya visto dentro del mismo subgénero le parezca una ramificación, copia, homenaje, etc. Pero ojo, aún así, este tipo de películas, para el que guste de ellas, muchas veces suponen una buena forma de pasar un mal-buen rato. Algo así como lo que viene pasando con los sucedáneos, imitaciones y otras cosillas de La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 1974) y no nos quejamos mucho. Cierto, para todo cinéfago, por mucho que vea, sigue teniendo mono de más. Dentro del batiburrillo de survivals realizados con piloto automático en “Modo ON“, podemos diferenciar gratas y geniales sorpresas, como Eden Lake (2008) o burdos y aburridos esperpentos, como Bosque de sombras (2006), y entre medias tenemos cosas intrascendentes, de ver y olvidar, pero decentes durante su metraje como este El placer de la caza. La curiosidad además recae en que viene filmada de Noruega, un país del que poco o nada solemos ver por aquí.


La historia, como ya supondréis, es la de siempre: un grupo de jóvenes (la pareja de guapos y dos hermanos que se entiende menos atractivos, una porque es un poco marimacho y el otro porque lee cómics) se adentran en un pueblo de esos que no salen en el mapa (o salen con el aviso implícito “No sois bienvenidos, gente de cuidad”) y ya que uno de ellos (el guapo) es más chulo que un ocho, le vacila sin venir mucho a cuento a un pueblerino de la zona, afirmando que “seguro que os divertís mucho por aquí haciendo el amor con las ovejas”. Si a lo de no ser bienvenidos le añadimos tal insulto, pese a que seguramente no diste mucho de la realidad, ya sabemos que a los pocos minutos les van a dar caza hasta que se coman sus propias tripas. Tampoco se puede decir que estos jóvenes sean muy listos, y les da por acoger en su coche a una mujer con pinta de ser perseguida por alguien. Cuando vuelven a su vehiculo, se paran en medio de la carretera (otra cosa muy inteligente, yendo con la mujer perseguida y después de vacilar a unos pueblerinos que también tienen coche) y empiezan a recibir su castigo. Los sesenta minutos restantes (la película dura setenta) son la sucesión esperable, pero eficazmente realizada, de torturas, persecuciones por el bosque y alguna que otra muerte sanguinolenta. Nada que no hayamos visto, aunque perfecta para el deleite completista del macabro aficionado a ver el sufrimiento ajeno en forma de celuloide.

Valoración (0 a 5): 2,5

lunes, 15 de marzo de 2010

Killbots (Chopping Mall, 1986)


Si ahora los vampiros son la moda imperante, en los ochenta lo fueron los robots. Hubo de todo pelaje: el cabronazo llegado del futuro por obra y músculo de Schwarzenegger en Terminator (The Terminator, 1984); el poli resucitado en cyborg justiciero de Robocop (1987); el simpático, aunque bastante mongólico, de Cortocircuito (Short Circuit, 1986); o la mutación femenina muy cabreada de Amiga mortal (Deadly Friend, 1986). Siempre que algo tiene éxito, la serie z, a partir del terreno que más domina, el exploit, se quiere hacer oír con innumerables subproductos de dudosa financiación. Así, entre muchas boñigas, unas con más encanto que otras, llegó el turno de Killbots. Se trata de la segunda película de un director, Jim Wynorski, que aunque cueste creerlo ha tenido desde entonces mucho trabajo: nada menos que 80 películas ha dirigido a lo largo de su carrera (en 49 ha sido productor y en otras 41 también guionista). Algo así como un imitador, salvando las distancias, de Roger Corman. Aunque pensándolo bien, y siguiendo las enseñanzas del citado Corman, no es en absoluto extraño que un tipo así pueda dirigir, producir y escribir tanto. Sin ir más lejos, Killbots dudo que tenga producción más allá de reunir unos cuantos dólares, y cuenta con un guión de dos o tres folios y una dirección con piloto automático. Cualquiera, y repito, cualquiera, con unos mínimos conocimientos del medio es capaz de hacer varios Killbots en un mes.


¿Todo esto quiere decir que estemos ante el fin del cine? No joder. Como apunté, también existen exploits-boñiga con encanto, y aunque cueste reconocerlo, Killbots lo tiene. Lo tiene, primero, porque es una ochenteda total. Y los que, siendo niños, crecimos aquella década llenando de caca los pantalones con muchas de sus obras, mejores o peores, la tenemos especial cariño. Cierto es que hoy en día ves Noche de miedo (Fright Night, 1985), y pese a, valga la redundancia, no darte ningún miedo (tampoco lo pretende, pues es una comedia de terror) te sigue pareciendo digna artísticamente, y sin embargo cosas como la que nos ocupa que te hacían llamar a mamá de madrugada, ahora te producen la carcajada peli-birrera. Pero coño, sigo pasándomelo pipa con sus situaciones ilógicas (atención al final, cuando la tipa da por saco definitivamente al robot y el “novio”, que creíamos muerto, aparece a poca distancia y la suelta “¡Buen disparo!”. Vale, happy end por sorpresa y todo eso pero… ¡maricón ayúdala que casi la rebana el cráneo un robot!) y sus personajes de una neurona (ya se sabe, las tías enseñan todas las tetas menos la protagonista, que como siempre es la más modosita y “virginal”, y los tíos se hacen los duros poniendo cara de masticar chicle, lo que no evita que vayan muriendo como viles ratas).


Valoración (0 a 5): 1,5


miércoles, 3 de marzo de 2010

The Children (2008)


Una vez más, el terror ingles lo ha conseguido. Su hazaña, la de The Children, consiste en elegir un tema manido a desarrollar, en este caso los niños con comportamientos criminales. Una vez elegido, pese a que en el desarrollo o desenlace no haya nada nuevo, consigue, a través de unas interpretaciones, ambientación o dirección en estado de gracia, pegarnos al asiento y no dejarnos respirar hasta los títulos de crédito. Es entonces cuando nos olvidamos de que el tema haya sido tratado mil veces, pues, como sucede con las también geniales, e inglesas, The Descent (2005) y Eden Lake (2008), lo bueno está en lo bien manejados que se encuentran dichos estereotipos, para sacarlos todo el provecho e impactar como pocas veces se consigue hoy en día. Y es que, desde obras maestras del tamaño de La profecía (The Omen, 1976) y ¿Quién puede matar a un niño? (1976), la figura infantil no resultaba tan inquietante y perversa en una pantalla. El buen pulso en la dirección corre a cargo de Thomas Shankland, del cual aún conservaba para ver, con muchas dudas, Waz (2007), aunque despues de esto es obvio que la daré una oportunidad.


El guión mantiene siempre el interés y la tensión. Muestra la transformación (poco explicada, eso sí) de unos niños sanos, normales y corrientes, en instrumentos del mal. Poco a poco, guardando el cambio total para la mitad del desarrollo. Son pinceladas de horror, cada vez más siniestras, avisándonos de que algo gordo está por suceder en cualquier momento. A partir de ahí, cualquier cosa es valida. La violencia descarnada toma el control de las imágenes, y como ya sucedía en la citada ¿Quién puede matar a un niño?, ese tema aún tabú de mostrar muertes infantiles queda difuminado en pro de conseguir un mayor realismo. Una vez que los niños cambian, éstos son una especie de zombies, con la diferencia, y ahí lo drástico de acabar con ellos, de que no han muerto ni se han convertido exteriormente, tan solo en su interior. Tal vez en este aspecto The Children podría haber optado por un mayor desarrollo de los personajes adultos, en cuanto a su cambio de conducta ante la inesperada situación, pero son pequeños detalles que quedan eclipsados por unos ajustados ochenta minutos de puro de cine de terror.

Valoración (0 a 5): 4

lunes, 1 de marzo de 2010

Cop Out y The Crazies se estrenan de forma correcta en Estados Unidos


Cop Out, que en España, gracias a una nueva hazaña de los “traductores” se titulará Vaya par de polis, se ha estrenado en Estados Unidos de la forma esperada. Y la forma esperada es siguiendo la reciente trayectoria de su estrella principal, Bruce Willis. Es decir, no se puede celebrar mucho. Al menos, ésta vez la película ha contado con un presupuesto de tan solo 30 millones de dólares, al contrario que su anterior Los sustitutos (Surrogates, 2009), que se convirtió en un fiasco debido a su presupuesto de 80 millones. Cop Out ha ingresado en su primer fin de semana 18 millones, que más o menos era lo que vaticinaban las previsiones. Ahora bien, el desgaste en las próximas semanas se prevé fuerte, y en el resto del mundo no parece un producto que vaya a vender mucho mejor. No obstante, a poco que recaudé unos previsibles 42-45 millones en su país, no tendrá que hacer mucho fuera de él para considerarse, no un éxito, pero al menos mínimamente rentable; Proporcionalmente le ha ido mejor a The Crazies, el remake de la olvidada película de terror y ciencia ficción de George A. Romero, que además de estar cosechando buenas opiniones, ha conseguido cerca de 17 millones en su estreno, con un presupuesto de 20 millones, por lo que, de llegar a los esperables 40 millones, ya se podría decir que ha cumplido su propósito en líneas comerciales.

El misterio de los payasos (Clownhose, 1989)


Los payasos dan miedo. El caso es que sigo sin entender el porqué de las risas, puesto que habrá más de un niño (y de miles) cuyos rostros inquietantes y gestos grotescos les lleve a sufrir alguna que otra pesadilla. De eso habla El misterio de los payasos. Se centra en la fobia de un niño hacia estos tipos supuestamente divertidos, una fobia que le causa problemas en su entorno, pues llega la feria ambulante, con el circo como máximo espectáculo y no es capaz de controlar sus miedos. Pero, como es de esperar, esos miedos, al menos esta vez, no serán únicamente imaginarios. Con esta premisa, el director Victor Salva realizaba su primera y muy interesante película. Dentro del terror volvió a sorprender mucho tiempo después con la no menos interesante Jeepers Creepers (2001), aunque no tanto con su secuela, Jeepers Creepers 2 (2003). A parte de esto, su escasa filmografía se ha ausentado del género. Una lastima, pues queda claro que Salva sabe manejar el suspense, crear atmósferas inquietantes, y conducir con pulso sus personajes. Precisamente en lo segundo, en la creación de atmósferas, es donde se encuentran los verdaderos puntos fuertes de las películas citadas, sobretodo de la que nos ocupa.


Hay en El misterio de los payasos una sensación constante de pesadilla en imágenes. Una pesadilla, a través de los miedos infantiles, que también expuso la más conocida Eso (It, 1990), aunque, al menos desde mi punto de vista, el tiempo la ha pasado peor factura. No obstante, aquella adaptación de la novela de Stephen King trataba el tema de los payasos desde un punto de vista puramente fantástico, tirando en el ultimo tercio hacia otros derroteros. Si hablamos de película con payasos maléficos desde un punto de vista más terrenal, El misterio de los payasos no tiene a penas competencia. Se la pueden achacar ciertas prisas por resolver la trama. Algo que queda olvidado gracias a sus variados aciertos, no sólo en la citada atmosfera, sino también en unos personajes infantiles / adolescentes que, sorpresa, no resultan odiosos (atención a Sam Rockwell en uno de sus primeros papeles), en unos villanos perturbadores y una banda sonora siempre acertada.

Valoración (0 a 5): 3,5

Squirm, gusanos asesinos (Squirm, 1976)


No hay mucha cosa que rascar en el subgénero, si es que lo hay, de gusanos asesinos. En realidad, lo más destacable, que recuerde, es la entretenida y sangrienta Slugs, muerte viscosa (1988), dirigida por el inefable Juan Piquer Simon, o variaciones inscritas en el fantástico y la ciencia ficción como Criaturas asesinas (Return of  the Aliens: The Deadly Spawn, 1983) y Temblores (Tremors, 1990). La que nos ocupa, aunque impactó en su época gracias a unos efectos especiales muy eficaces, obra de un joven Rick Baker, no tiene absolutamente nada más de interés, e incluso se hace aburrida. Y es que esos momentos en los cuales los gusanos, a modo de ejercito, hacen aparición, son pocos. Lo que nos queda son otros noventa minutos de diálogos terribles, actuaciones aún menos creíbles y soluciones de guión toscas (atención al “giro” de uno de los personajes, convertido de pronto en una especie de súper villano gusanil). Vista ahora, Gusanos asesinos resulta uno de esos exploits de amenaza animal que poco aportan más que la nostalgia de su momento para con el aficionado.


Ya se sabe de que va. Una especie de tormenta eléctrica hace que los gusanos de un pequeño pueblo adopten una conducta más agresiva de lo normal. Esto es, si muerden no causan cosquillas, sino un boquete a tener en cuenta. Y ya no solo eso, sino que se juntan, a miles, a modo de rebelión anti-humanos. Al comienzo, una “inquietante” voz nos avisa, como si de La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 1974) se tratase, que la historia que vamos a ver se basa en casos que han sucedido o podrían suceder. Algo así como “En tal año, la naturaleza creó una amenaza que nunca se habia visto antes (…). Esta es la historia”. Obvio que con  rotunda advertencia uno cree que será testigo de un cúmulo de momentos cumbre con gusanos cabrones devorando paletos, pero la realidad es que, hasta casi entrados en el ultimo tercio, no pasa absolutamente nada.