lunes, 14 de febrero de 2011

Troll Hunter (2010)


Un grupo de jóvenes cineastas preparan un trabajo sobre la presunta existencia de trolls en Noruega. Según parece, estos seres han sido durante décadas, y por alguna razón desconocida, ocultados por el gobierno. La investigación les llevará hasta un hombre de aspecto poco amigable que, sorpresa, se dedica a cazar a estos seres.

Ya se ha hablado por aquí en numerosas ocasiones sobre el nuevo falso documental terrorífico. Recientemente, debido a la reseña sobre la justita Paranormal Activity 2 (2010), se hizo uno de esos hincapiés en la importancia, al menos comercial, y a veces también artística, que supone la actualización de este género desde finales de los noventa y la década enterita que acaba de terminar. Por ello, no haré una nueva introducción. Tan sólo diré que Troll Hunter, aunque sea más de lo mismo que aquellas, no es lo mismo. ¿Qué carajo?

Primero, destacar que estamos hablando de una producción noruega. Esto ya es, en sí mismo, algo original. El cine noruego está avanzando a pasos agigantados en los últimos años, sobre todo en lo que se refiere al cine fantástico. De allí nos llegó la obra maestra Déjame entrar (Lat den ratte komma in, 2008), y de allí están llegando algunos títulos destacables como Zombis nazis (Dead Snow, 2009) o las tres entregas de Cold Prey (Fritt Vilt, 2006-2008-2010). Troll Hunter viene a ser una especie de blockbuster local en clara respuesta a un éxito USA como fue la notable Monstruoso (Cloverfield, 2008).

Segundo, la amenaza. Películas exitosas, con zombies, espiritus o monstruos gigantes de origen desconocido, ya hemos visto muchas. Lo que hacían otros éxitos recientes del falso documental era llevar esos personajes al terreno “realista”; ya sea el falso directo o la grabación encontrada tiempo después. También hay de esto último en Troll Hunter, aunque la amenaza es algo, al menos, menos visto en la gran pantalla. Los monstruos de la función son esos seres de leyenda a los que hace referencia el titulo, provistos ahora, algunos de ellos, con un tamaño descomunal que haría mearse encima al mismísimo King Kong. Los efectos especiales, sobre todo magníficos en dichas creaciones (su convivencia con el entorno real es impecable), proporcionan rasgos diferenciadores a los “monstruos”, dotándolos de personalidad y haciendo de su visión algo espectacular y, en algunos momentos (la huída en el bosque), acojonante.

No tengo muy claro sí el director de la propuesta, André Overdal, quería conseguir realmente una sensación de realidad en las grabaciones. O si, en cambio, quería hacer algo netamente fantástico con la excusa de la resucitada moda del mockumentary. El uso de la grabación encontrada, en este caso, se me antoja poco eficaz si analizamos la película con dicho barómetro. Al poco de comenzar, el que aquí suscribe empezó a contemplar la experiencia más bien como una nueva monster movie, eso sí, por encima de la media, que como un ejercicio de hiper-realidad. Más o menos, algo parecido me pasó con Monstruoso, y sin embargo, no me pasó con REC (2007) o El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999). Al fin y al cabo, es difícil concebir como reales las situaciones que aquí se plantean, adornadas con efectos especiales creados por ordenador (por buenos y creíbles que sean éstos). Por así decirlo, es una experiencia más visual que física. Más espectacular que terrenal.

Los actores no lo hacen mal, auque no son tan convincentes como es necesario en este tipo de productos. Pero, como apunté, más que una credibilidad, lo que hay que buscar en Troll Hunter es la experiencia visual pura y dura. Como tal, contiene momentos para el recuerdo (al citado anteriormente, añadir el asedio a los protagonistas en la cueva o el vibrante clímax final). Lastima que en el trailer pudimos ver todo esto y, llegado el visionado, no sorprendan del mismo modo. Así que, si estás a tiempo, no te informes más sobre la película y compruébalo por ti mismo. Para todo fan curioso del género, valdrá la pena.

jueves, 10 de febrero de 2011

Taquilla España: Disney enreda a los espectadores


Aunque estrenada con un importante retraso respecto a Estados Unidos, la nueva propuesta animada de Disney (sin Pixar) ha conseguido un importante arranque. Nada menos que 4 millones de euros ha sacado de los espectadores españoles. Era previsible el éxito, pero quizás no a escala tan grande. Obviamente, el ya imprescindible 3d ha proporcionado su parte de ayuda. La película, además, está gustado bastante, lo cual, unido a la nula competencia directa, es posible que la conceda en las proximas semanas que los descensos sean muy controlados y termine su carrera por encima de los 15 millones. Lo iremos viendo.

Aunque Enredados corona la taquilla, y aunque lo hace sin problemas, la verdadera sorpresa de la semana la encontramos en la comedia Primos. Esta pequeña producción española ha sorprendido con unos magníficos 900 mil euros en su estreno. Sorprende, primero, porque las previsiones, ya optimistas, se situaban en la mitad de dicha cifra, y segundo, porque el cine español, salvo raras excepciones (Buried relativamente, También la lluvia, 3 metros sobre el cielo) llevaba un buen número de semanas sin levantar cabeza. Recientes y muy publicitadas películas como No controles, Carne de neón o Balada triste de trompeta terminaron siendo sonados fiascos, y esto no hacía preveer nada bueno. Pero además, Primos está cosechando buenas críticas y mejores comentarios entre el público, lo que puede hacer posible un boca-oreja duradero.

La otra sorpresa ha sido el regular comportamiento de las dos producciones con aureola de Oscar y la propuesta de terror que nos llegaban también durante el fin de semana. Por un lado, 127 horas y The Fighter, se tienen que conformar con 550 y 500 mil euros, respectivamente, mientras que La trampa del mal, que, al contrario que Enredados, su retraso respecto al estreno americano la ha podido afectar, hace lo que puede con otros 500 mil. No son cifras del todo malas, sobretodo en el caso de las dos primeras, que aún aspiran al boca-oreja y a las próximas entregas de premios, pero se esperaba algo más.

Puedes ver la lista completa en Labutaca.net

Rare Exports: A Christmas Tale (2010)


Una compañía norteamericana lleva a cabo unas excavaciones en Finlandia. Su intención, ni más ni menos, que encontrar el cuerpo de Santa Claus. Cuando lo encuentren, el caos comenzará a imponerse en la zona. Un niño, obsesionado con las leyendas siniestras que hablan de un Santa Claus poco bondadoso, avisa de la situación y nadie le cree. Sin embargo, la realidad, aunque difícil de creer, irá asemejandose a dichas leyendas.

Para la mayoría de la gente, Papá Noel, o Santa Claus, es un gordinflón bondadoso que, montado en su trineo volador comandado por renos, reparte regalos a los niños buenos. Luego, tendríamos las variopintas historias que han llevado a este bonachón hasta donde está actualmente. Tenemos aquella, la más popular, en la que vive junto a la señora Claus en el Polo Norte, rodeado de duendes navideños que le ayudan para fabricar los juguetes. En realidad, el personaje debe su existencia a un obispo cristiano de origen griego, llamado Nicolás de Bari. Se dice, que el tal Nicolás tenía buenas relaciones con los niños (no penséis mal…o vete tú a saber), y que, al saber que varios habían sido acuchillados, rezó por ellos, dando como resultado la curación casi inmediata de sus heridas mortales (¿?). Otros cuentan que solía obsequiar a los niños con regalos, y ayudaba a las familias escasas de dinero para que sus hijos pudieran casarse (…). Hay más historias, como aquella de la Coca Cola, pero la más interesante, al menos para el que suscribe, y sobretodo en materia cinematográfica, es la que nos cuenta Rare Exports: A Christmas Tale.

En Finlandia, pues de allí es la película que nos ocupa, hay una mitología oscura en torno al personaje. Conocido como Joulupukki, el aspecto que algunos le otorgan es de lo más temible. Algo así como un monstruo con una cornamenta y mirada asesina, que iba vestido con pieles varias. No sentía el aprecio por los niños que se le adjudica, sino que castigaba duramente a los que se portaban mal. Se paseaba casa por casa, exigiendo regalos, en lugar de dejarlos en la chimenea. Vamos, que era violento y gorrón a partes iguales. Pues bien, a partir de esa particular leyenda, el joven director Jalmari Helander, un tipo que tiene mucho que decir en esto del cine, se las ha apañado para crear una fantasía juvenil de tono sombrío, cercano al terror, que guarda más de un punto en común, tanto formal como mágico, con las entrañables producciones del estilo que se fabricaban como churros en los ochenta. Si, esas como Los Goonies (The Goonies, 1985), Exploradores (Explorers, 1985), Noche de miedo (Fright Night, 1985) o Una pandilla alucinante (The Monster Squad, 1987), por citar sólo unas pocas y de variado pelaje.

Con lo de magia me refiero a esa esencia ya prácticamente perdida en el cine comercial, y en el cine en general. Esa esencia que, aún hoy, es capaz de llevarnos a los talluditos hasta aquellos años en los que lo pasábamos en grande una y otra vez con películas con tenían un toque especial. Un toque, que tal vez fue cosa de décadas pasadas y ahora queda anclado en una irreparable nostalgia. Pero, aunque no sea del todo igual, es algo que por momentos consigue Rare Exports.

La trama está vista desde los ojos de su joven protagonista. Un niño que, como es habitual en este tipo de producciones, acabará convertido en un improvisado action hero, con soluciones para todo y actuaciones rallando en lo suicida. Como también es habitual, las preguntas son lo que menos hay que hacerse; es una de esas aventuras fantásticas que se disfruta en mayor medida según la inocencia y/o desprejuicio que quede en el espectador. Lo que podría venir a decir que, si no te has convertido en un pútrido gafapasta de tres al cuarto, es posible que te lo pases genial con ella, igual que antaño lo pasabas genial con las películas citadas.

Las cosas ocurren rápido (no por nada, su duración apenas supera los ochenta minutos), y no hay tiempo para respuestas; Santa Claus ha vuelto de la tumba, es malo y está dispuesto a sembrar el caos. Nuestros protagonistas adultos, también inesperados héroes, le harán frente. Y no, no se sorprenden mucho de que exista Santa Claus, ni de que éste sea todo lo contrario a la creencia popular. No se sorprenden de que los duendes no sean sonrientes hombrecillos, sino viejos de aspecto tortuoso y un malsano símil con la villana final de Rec (2007). Se entra en acción. Punto. Y si además pueden sacar pasta con secuestros, mejor.

La excepcional banda sonora es uno de los principales elementos que nos llevan a aquellos añorados ochenta. Cualquiera diría que la ha compuesto un John Williams de aquella etapa. La factura es sobresaliente, pues se trata de unas de las producciones punteras del mercado finlandés del pasado año. Un gran éxito que, como viene siendo habitual, dudo que podamos ver en las salas de nuestro querido país, pues ya han pasado las navidades y no hay señal de distribución. Tampoco en formato domestico. Eso sí, quejarse de las descargas se les da de lujo.

Pese a que, en general, es una de esas película que, sin ser obras maestras y puede que tampoco notables, es difícil, por su simpatía, honestidad e incluso originalidad, sacarlas fallos, lo cierto es que el ritmo cojea un poco en la primera mitad. Para ser un montaje de a penas ochenta minutos, Rare Exports no dosifica la suficiente carga de alicientes para mantener netamente el interés tras su excelente prologo. Se sigue la trama, en todo caso, siendo ya conocer del asunto, esperando que lo mejor esté por llegar en cualquier momento. Y llega, claro que llega. La segunda mitad es un non-stop de suspense (el encuentro con el presunto Santa Claus), acción y aventura (toda la parte del helicóptero), que no se olvida de dejarnos varios planos visualmente poderosos y, en los últimos tres minutos, una trabajada broma a juego con lo es, ni más ni menos, este Rare Exports; cine de consumo construido sobre la base del talento y las ganas. Sobretodo, ganas de hacer algo nuevo y diferente, sin olvidar el aroma de los clásicos.

domingo, 6 de febrero de 2011

Taquilla USA: Universitarias locas en el primer puesto


Este fin de semana había un duelo de estrenos bastante igualado. The Roommate y El Santuario se disputaban el primer puesto de una cartelera un tanto agotada. La primera, un típico psycho-thriller adolescente con compañeras universitarias de carácter sicótico, y la segunda un típico survival de aventuras con una expedición que queda atrapada en unas cuevas mientras luchan por no ahogarse debido a una inundación. La victoria ha sido para The Roommate, y más holgada de lo que previsto. Esta modesta producción de 10-15 millones de dólares, ha ingresado unos más que correctos 16 millones. Lo normal sería que, durante las próximas semanas, los descensos sean agudos, por lo que hay que prever una carrera con final alrededor de los 30-33 millones. Lo justo para empezar a dar beneficios.

Peor le ha ido a El Santuario. Esta producción de James Cameron, anunciada a bombo y platillo con ese motivo, y que también ha supervisado el 3d (que, según dicen, está mal aprovechado), se tiene que conformar con 9 millones. No obstante, su presupuesto ha sido de 30, por lo que, a poco que aquí termine con 25-30 millones en el banco, y que funcione en el resto del mundo de forma similar, podrá salvar los muebles.

Los estrenos de la semana pasada, El rito y The Mechanic, sufren los esperados descensos de más del 50%. Pero, la que peor sale parada, es El rito, que pese a estrenarse con unos decentes 15 millones, baja casi 70% y en diez días acumula 23 millones, algo menos de lo previsto. Por su parte, The Mechanic desciende un fuerte, pero más medido, 52%, y acumula 20 millones. Ambas terminarán con unos justitos 30 millones en el banco.

Puedes ver la lista completa en Boxofficemojo.com

I Spit on Your Grave (2010)


En los setenta, el cine sobre justicieros y venganzas estaba en pleno auge. De ahí surgió un subgénero llamado Rape & Revenge. En ocasiones asemejado al cine de terror, o más bien a lo que hoy conocemos como el Torture Porn, el r&r se dio a conocer, sobretodo, por aquella joyita de un Wes Craven todavía amateur titulada La última casa a la izquierda (The Last House of the Left, 1972). Se promocionaba con aquel mítico “Para evitar desmayos, repita: es solo una película, es solo una película”, y nos contaba como una familia de criminales secuestraba a dos jovencitas hippies y las sometían a terribles vejaciones para después acabar con ellas. Lo que ocurría es que, coincidencia, la casa que éstos eligen para pasar la noche es nada menos que la de los padres de una de las jóvenes. Sobra decir que, cuando los padres se enteren, tendrán poca hospitalidad. Un esquema similar, aunque sin padres de por medio, es el que utilizó La violencia del sexo (I Spit on Your Grave, 1978), y se convirtió en el mejor y más representativo sucedáneo de la película de Craven.

En La violencia del sexo, al igual que en La última casa a la izquierda u otras obras del r&r, lo de menos es la sutileza. Son películas directas a la yugular, sin concesiones. Más de uno las tachó, y las tacha, de reaccionarias y de sucias apologías de la violencia por la violencia. Para el que suscribe, aún con sus variables puramente “peliculeras”, son odas a la justicia del sentido común. No por nada, La violencia del sexo se centraba durante unos (largos) cuarenta y cinco minutos en mostrar las vejaciones que unos paletos salidos administran a la protagonista, una escritora que viaja a un lugar tranquilo en el campo para terminar de escribir su novela. Así, los cuarenta y cinco minutos restantes van al grano con una única consigna; la venganza será aún más terrible. Y nosotros, después de sufrir lo anterior, estamos deseosos de que cada uno de esos paletos pague por sus actos. La venganza, en este caso, significa algo así como un ingrediente festivo, pues no hay remordimiento alguno, ni necesario ni justificado.

En plena era de remakes, era cuestión de tiempo que le tocase el turno. De hecho, en 2008 pudimos ver un decente remake de la citada La última casa a la izquierda. Además, la moda (de capa caída, dicen) del Torture Porn, y la cantidad de cine venganza de calidad estrenado en los últimos años (sobre todo el año pasado, aunque las mejores no suelen llegar a España), dejaban claro que era el momento idóneo para que aquella historia impactase al público actual.

Lo primero que uno se pregunta ante tal película es, ¿habrán mantenido la dureza y nula concesión moral de la original? A priori, es una duda más que saldada viendo la polémica creada en Estados Unidos antes del estreno. Finalmente consiguió un lanzamiento limitado, pasando más bien desapercibida, pero tenía todas las papeletas de quedarse con la calificación NR-17, lo que equivale, por así decirlo, a lo que conocemos aquí como calificación X. Esto, obviamente, nos da a entender que explicitud de la violencia está un paso por encima de lo que la MPAA cree aceptable para estrenar en salas convencionales. Pero, como dije, terminó estrenándose con la R (prohibida a menores de 18 años) en un puñado de salas.

Inédito en España, y podéis apostar el cuello a que se quedará así, este remake ofrece lo que dicha polémica parecía presagiar: un espectáculo de crueldad y venganza brutal.

La estructura de la trama es exactamente la misma, aunque se cambian detalles de la venganza. En la película original, de forma un tanto ingenua por parte del guión, la protagonista consumía su venganza previa seducción a sus increíblemente ineptos verdugos. En la nueva versión no hay mediación posible hasta llegar a finiquitarlos. Con un rostro cambiado, puede que para siempre, la victima se ha convertido (la han convertido) en un ser salvaje, con un plan trazado para acabar con sus agresores de las formas más crueles. Así, tenemos desde castraciones hasta baños ardientes, pasando por una desquiciada tortura ocular que haría aplaudir al mismísimo Takashi Miike.

Es en esa parte, la de la venganza, en la que La violencia del sexo, 2010, pone toda la carne en el asador, quedando muy por encima de su antecesora. Lo que no quiere decir que los minutos previos en los que la protagonista es sometida a la vejación sexual sean de menor calado, pues en este caso también superan a los ya de por sí mal-rolleros de la película de los setenta.

Las notables interpretaciones de todo su reparto, la cuidada puesta en escena de su director, Steven R. Monroe, y unos trucajes gore magnificos, hacen posible el mayor impacto y que todo sea terriblemente creíble. Sin duda, uno de los mejores remakes en años.

sábado, 5 de febrero de 2011

127 horas (127 Hours, 2010)


AVISO PARA DESPISTADOS

Partiendo de que la historia real en que se basa la película es de sobra conocida, y si no lo era, la publicidad está en ello, he preferido hacer la reseña “destripando” algunas partes importantes. Por ello, el que desconozca aún lo que sucedió, el devenir de los hechos y el propio desenlace, es mejor que deje estás líneas para cuando termine el visionado.

Danny Boyle es uno de esos directores que, pese a llevar una carrera irregular e impredecible, siempre son interesantes. Al fin y al cabo, todo tiene su conexión. Boyle es irregular, pero se arriesga en cada nuevo proyecto. De ahí que también sea impredecible y, por tanto, interesante de seguir. Sus inicios fueron portentosos. Tras la muy interesante opera prima Tumba abierta (Shallow Grave, 1994), se sacó de la manga uno de los iconos del celuloide (y más allá de él) de los noventa. Hablo, por supuesto, de la obra maestra Trainspotting (1995). Pese a que después diese un bajón con la aburrida Una historia diferente (A Life Less Ordinary, 1997) o con la, dicen, fallida (desde mi punto de vista algo infravalorada) La playa (The Beach, 2001), volvió a demostrar talento, potencial visionario y un estilo dinámico con el sleeper 28 días después (28 Days Later, 2002). Y en a los años más recientes que preceden a este 2011, entre otras propuestas “menores” aunque interesantes, se apuntó su primer mehahit con la curiosa Slumdog Millionaire (2008). Carrera interesante, ¿verdad? Pero un servidor echaba de menos, no el talento, pues lo sigue teniendo, pero sí el toque especial, mágico, como se quiera denominar, que sentía al ver una cult movie en potencia como Trainspotting. Ese día ha llegado.

Antes de meternos en lo que es la película, os hablaré de la persona cuya historia real la hizo posible. Se trata de Aaron Ralston, nacido en 1.975. Además de estudiar ingeniería mecánica, era un experto en cuestiones de alpinismo y aventura. En una de sus escapadas solitarias, en el Blu John Canyon, cerca de Moab, Utah, el joven se encontró con un terrible imprevisto: una roca se desprendió, aplastándole el antebrazo derecho y atrapándolo contra la pared del cañón. Ralston no había dejado ningún mensaje a familiares ni amigos. Nadie conocía sus planes. Después de cinco días de vanos intentos por escapar, y con el hambre y la sed flaqueando aún más las pocas fuerzas que le quedaban; después de haber terminado de grabar su video despedida en el móvil; y después de haber grabado su nombre y fecha de muerte en la roca, un repentino sentimiento de vida se apodero de él. Tal sentimiento le llevo a apuntarse el brazo. Tal apuntación, la real, se alargó durante cuarenta minutos. En la película queda resumida en dos, pero están filmados en tal estado de gracia que provocan una atmosfera tan intensa como sus explicitas imágenes.

La historia ha sido puesta en imágenes de forma (casi) literal, adaptando el espeluznante libro que escribió el propio Aaron. Las 127 horas que convivió con la roca, en soledad, fueron allí y son aquí motivo de elaborar no una típica trama survival de afán humano para la superación de adversidades, sino un duro relato sobre lo frágil entre y la vida y la muerte; entre las cosas a las que se da una importancia mayor o menor dependiendo el lugar de la balanza en el que te haya tocado jugar. El viaje de Aaron en la película, y por tanto el nuestro, no se limita a seguir sus vivencias al lado de la roca, también a seguir sus vivencias interiores, las de su mente. Boyle ha sido inteligente para saber distanciarse del tópico, y nos lleva hacia un cine reflexivo, comedido a la vez que histérico y desafiante. No se ha limitado a contar un guión ya conocido, y sobre el papel poco complejo, sino que elabora una retahíla de planos poderosos y de trucos de montaje que hablan por sí mismos.

En todo caso, el director es en 127 horas una (importante) herramienta para que pueda dar lo mejor de sí la verdadera alma de la función: James Franco. Espectacular. Hasta ahora no me había caído demasiado en gracia, pero hay que reconocer que es capaz de llevar sobre sus hombros, durante más de hora y media, un personaje bastante peliagudo. Y lo borda. Supongo que muy supervisado y bien dirigido, lo que James Franco compone aquí es uno de los personajes dramáticos más creíbles, emocionantes, sinceros e incluso originales (atención a cuando, en pleno delirio, ofrece a cámara lo que sería un particular concurso televisivo) de los últimos años. Desde el primer minuto consigue que seas cómplice de su aventura, para después sufrir junto a él hasta el final.

La banda sonora, como suele suceder en el cine de su director, también supone un importante complemento para meterte en la película. Y es que Boyle, después de Tarantino, puede que sea el que mejor en esto de seleccionar que canciones poner en sus trabajos, así como en que momento situarlas. Hay elecciones rarísimas y que, a priori, desentonan, pero sirven para crear personalidad; para diferenciar; para elevar hasta el cool, al atrevido, al culto, un drama que en manos equivocadas podría pasar por un telefilme de lagrima fácil.

Aún con tantos valores merecedores de aplauso, para el aquí firmante Trainspotting sigue un paso por delante. Pero, ojo, 127 horas es lo mejor que ha hecho su principal responsable desde aquella, y tampoco la sigue a mucha distancia. Esto, amigos, es mucho decir. Básicamente es como decir que la echéis un ojo lo antes posible, pues os esperan noventa minutos de la mejor reserva cinematográfica para este año.

Red (2010)


Frank, Joe, Marvin y Victoria, son cuatro agentes especiales ya retirados, a los que la nueva administración de Whasington desea ver muertos. El motivo: eran los mejores agentes de la CIA, pero saben demasiado.

Miedo da cuando Hollywood dice poner la carne en el asador para adaptar un cómic, digamos, peliagudo. Hablando siempre de fidelidad, o lo más parecido a la misma, pueden salir cosas buenas como Kick-Ass (2010), pasables como Wanted (2009) o directamente hirientes como La liga de los hombres extraordinarios (The League of the Extraordinary Gentlemen, 2003). Lo que la regla general dice, es que, mejores o peores, igualarse (ya no digamos superar) al original de las viñetas es tarea prácticamente imposible. Aunque mucho ojo, porque Sin City (2005) o Watchmen (2009) abrieron camino para ello. Y repito, hablo de adaptaciones de cómics difíciles de llevar al cine. Todo esto viene a cuento porque Red es un nuevo caso de adaptación-suicida. Como tal, sus responsables parecen haber tomado el camino fácil (y poco satisfactorio) de apartarse del modelo original para hacer una comedia de acción del montón.

Eso es lo primero que a uno le pasa por la cabeza. No el estar viendo la adaptación de aquel cómic (en España titulado Retirado extremadamente peligroso), de la casa DC y creado por Warren Ellis y Cully Hamner. Red, la película, es una buddy movie suavecita y desenfadada para pasar la tarde. Como tal, cumple sus objetivos; es moderadamente entretenida; tiene buenas escenas de acción (aunque pocas); tiene alguna situación con gracia; y tiene protagonistas con carisma. No iba a ser menos, esto último, con un reparto encabezado por Bruce Willis, Morgan Freeman, Helen Mirren o John Malkovich (¡!), todos ellos pasándoselo pipa, restregándonos en las narices que además de ganar millones de dólares, los ganan divirtiéndose.

 Por tanto, si lo que queremos ver es una comedia de acción simpática, no está mal.

Ahora bien, ¿cómo adaptación? A todas luces, mediocre.

En todo caso, ante la última afirmación, habría que tener en cuenta los propósitos de sus máximos responsables. El mismo Warren Ellis, allá por 2009, advirtió que Summit Entertainment había adquirido los derechos, y ya avisó que la intención eran hacer una película “menos cruda, más ligera y más divertida. No mentía, pues el resultado que tenemos hoy en las pantallas es tan soft que incluso Daredevil (2003) parece una apología del sadismo y la oscuridad. Y eso que, salvando las distancias, el cómic estaba en la línea de gente como Mark Millar

Por lo demás no hay mucho que criticar en algo como Red. Es lo que es, dirán algunos. Y no les falta razón. Es otra de esas película/fiesta de coleguitas, con presupuesto más ajustado de lo que pudiera parecer (no por los efectos especiales, modestos, sino por la cantidad de estrellas involucradas) y con un argumento que importa bien poco. Lo mismo que Ocean´s Eleven (2001). O bien, un producto “majo” para fans completistas de las estrellas involucradas. Una golosina visual que se tarda menos en olvidar que en visionar, pero que, según como te pille el día, te sentará muy bien, bien, normal o te dejará indiferente. Pero no hace daño, vaya.

Lo mejor, como era de esperar, es la labor de sus intérpretes. Ante esto, su director, un tipo con pinta de empollón llamado Robert Schwentke, tiene poco que hacer más allá del acción y el corten. Tiene su sentido sí comprobamos la filmografía anterior de Schwentke. Efectivamente, es uno de esos “artesanos bastardos” que cumplen con los plazos que ponen los estudios, ponen la cámara donde dice el guión técnico y poco más. Entre sus exitos se encuentran Plan de vuelo: Desaparecida (Fightplan, 2005) o Más allá del tiempo (The Time Traveller´s Wife, 2009). Para más inri, se encuentra inmerso en el rodaje de otra adaptación de cómic, en este caso, del también peliagudo R.I.P.D, que protagonizará Ryan Reynolds.

Pues nada, que los fans del cómic se lo lean de nuevo, y los que desconozcan el mismo, pasen un rato agradable acompañados de palomitas. Siempre será un placer ver a Bruce Willis repartir mamporros con su gesto cínico, o a John Malkovich correr por las calles con un misterioso cerdo de peluche.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Taquilla España: Willis pierde ante Eastwood


Más allá de la vida sigue sin tener rival en nuestra taquilla. Ni siquiera un estreno importante como la comedia de acción Red ha conseguido bajarla del reinado. Así, lo nuevo de Clint Eastwood amasa otros 1,8 millones de euros, y en diez días su total es de unos magníficos 5,3 millones. Este buen ritmo será difícil de mantener a partir del fin de semana que viene, pues empezará a llegar fuerte competencia, pero los 9 millones son una excelente cifra a alcanzar.

Y de Red hablamos ahora. Esta adaptación (por lo visto, bastante soft) de un cómic de la DC, llegaba con unos cuantos meses de retraso despues de su exitosa carrera en Estados Unidos. Por allá se terminó haciendo con casi 90 millones de dólares y unas críticas y opiniones del público más que correctas. No se sabe el motivo, pero ni con el reclamo de un reparto espectacular (Bruce Willis, Morgan Freeman, Helen Mirren, John Malkovich), ni con el éxito que la precede, se dieron prisa por traerla a nuestras salas. De este modo, tal vez la hayan “condenado” a que sus primeros tres días sean más flojos de lo que cabe esperar en una producción de este tipo. No obstante, los 1,2 millones ingresados se pueden considerar, al menos, pasables.

Regular le ha ido a otro estreno, el de la comedia romántica ¿Cómo sabes si…? En este caso tenemos otro reparto de caras conocidas, y también un director con buenas referencias como es James L. Brooks. En Estados Unidos se pegó un buen batacazo (28 millones de dólares ingresados, contando con que el presupuesto fueron unos desorbitados 120 millones…). Para su estreno español no sea han tomado muchas molestias, por lo que sus casi 600 mil euros, aunque pobres, no representan decepción alguna.

En todo caso, el mayor fiasco de la semana ha ido a parar, de nuevo (la anterior fue Carne de neón, que en diez días desaparece del top ten) al cine español. Y no, no es por la piratería (¿alguien las ve colgadas?, o mejor, ¿alguien se las baja?), sino por la propuesta en sí. Y lo digo porque La sombra prohibida, “secuela” de La herencia Valdemar (2010), se tiene que conformar con el puesto quince y una recaudación de 168 mil euros. Pese a haber contado con una amplia publicidad, el mal recuerdo que dejó la primera ha pesado más de lo previsto.

Puedes ver la lista completa en Labutaca.net

Paranormal Activity 2 (2010)


Dos meses antes de lo sucedido en la primera parte, ocurrieron cosas extrañas en la casa de la hermana de Katie. Después de sufrir lo que parece un robo, su pareja decide poner cámaras de seguridad por toda la casa. Los acontecimientos irán a más. Al revisar las cámaras, se darán cuenta de que están sufriendo fenómenos paranormales.

Los caminos del cine son misteriosos. Tanto, que a veces ocurren cosas de lo más inesperadas. ¿Cómo una película rodada por dos amigos universitarios, con unos pocos miles de dólares, dos cámaras y tres coleguitas, consiguió recaudar en todo el mundo 248 millones de dólares? Eso sucedió hace doce años con El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project). Además, los tipos estos consiguieron que miles de personas a lo ancho del planeta se tragasen, de primeras, que lo sucedido en su película era real. De ahí el fenómeno. Un fenómeno que comenzó en Internet, y fue creciendo hasta convertirse en blockbuster cinematográfico. Y también, en obra de culto.

Algo parecido sucedió décadas atrás con la horrenda Holocausto caníbal (Cannibal Holocaut, 1980). Todo un éxito y una polémica que, a fecha de hoy, incomprensiblemente sigue dando sus frutos. Aunque muy distinta de El proyecto de la bruja de Blair, las dos tenían algo en común: se vendían como terroríficos documentales verídicos.

No hace falta decir que, desde aquel 1999 de la bruja, las salas de cine y los hogares han sido asaltados por unas cuantas producciones alumnas. De todas ellas, la que más éxito consiguió fue Paranormal Activity. Una película de reducidísimo presupuesto, realizada en 2007. La historia ya la conocemos todos, o casi todos. Ya sabemos que nadie conocía su existencia hasta sus pases en algunos festivales, que el boca a oreja corrió a altas velocidades, que el mismísimo Spielberg aseguró no sequé carajo sobre acojones varios en su casa mientras la veía. Luego todo aquello del “Demande It!” como sorprendente estrategia comercial. Y al final, en 2009 se estrenó de forma masiva una propuesta normalita, con algún buen punto y otros tantos reguleros, que se hizo con 193 millones de dólares alrededor del mundo. Incluso se encargó de acabar que en el longevo reinado de la saga Saw (2004-¿?) durante el Halloween de Estados Unidos. Algo a lo que se sumó, con mucha prisa, la secuela/precuela que pasamos a analizar.

Paranormal Activity 2 es justo lo que uno puede esperar. Con esto podría dar por finalizada la reseña, crítica, o como preferíais llamarlo. Pero eso no vale, así que dejaré unas cuantas líneas más para explicarlo. Lo más importante: cumple al píe de la letra el proceso de secuela prototípica y formularia del género de terror. Esto es, al igual que, sobretodo, en el slasher adolescente, una especie de remake sobre la película original, cambiando a los personajes (aunque en este caso, al ser una más bien una precuela, se mantienen como secundarios a la pareja anterior), pero centrando la acción en una situación y escenario similares, en el mismo villano o alguno parecido, y con estructura-calco. No obstante, en la secuela/precuela formularia, dentro de la misma estructura se ejecutan los golpes de efecto con mayor tremendismo. Pasan más cosas, hay más ruido. Luego, la acumulación puede funcionar o no.

De nuevo, los personajes son repulsivos. Es por ello que, más que miedo por lo que pueda sucederles, lo que se propone es el sano vicio de asustar al personal con ruidos, movimientos bruscos de objetos de la casa, etc. Supongo que habrá quién sienta empatía por ellos, pero en lo personal, los papis, la niñera y la hija adolescente me hicieron derramar más sudor frío que los espíritus malvados que les acechan. La parejita de la anterior entrega, que como apunté también aparecen en esta, siguen a su rollo.

¡Por el poder de Grayskull, que los fantasmas se los lleven!

El niño y el perro son lo más interesante del relato. Así, las escenas (unas cuantas) en las que ellos son protagonistas, consiguen elevar varios puntos el conjunto. Al fin y al cabo, son ese tipo de victimas inocentes que siempre dan pena e impotencia. Los otros son gilipollas, actúan como tales, y años atrás jugaron a cosas que no debieron; pero el niño y el perro no han hecho nada para merecerlo.

Al igual que en la primera, hay más minutos de relleno de lo necesario. Las vivencias familiares de los protagonistas, con sus correspondientes diálogos de besugo (con los que pretenden crear sensación de realidad, lo cual no dice nada bueno sobre el ser humano) y situaciones cotidianas, causan el tedio. Pero, acto después, y sobretodo a partir de la última media hora, se convierte en un tour de force relativamente eficaz. Tengo que reconocer que, en algún que otro momento, me causó tensión, y también, aunque esto era más fácil, sustos para elevar el culo. La principal novedad, o más bien la única, con respecto a la original, es que PA2 ya no nos quiere vender la moto; lo que sucede es, por momentos, mucho más exagerado y cinematográfico, recogiendo los tópicos que siempre han funcionado en las películas de casas encantadas (juguetes que funcionan solos, mobiliario que experimenta cambios importantes y violentos). No por nada, y pese a su ínfimo presupuesto (3 millones de dólares), Akiva Goldsman ha fichado como productor, dejando claro que “esto ha pasado a ser cosa de majors”. Eso si, el clímax final, pese a su eficacia, debe mucho a la genial Rec (2007), o quizás en su defecto, a Quarantine (2008), su remake USA.

En definitiva, se podría decir que el principal valor de algo como PA2 es que no engaña a nadie que haya disfrutado con la primera. Al menos, no debería. Es más de lo mismo, pero realizado de forma decente, con más sustos, más ataques diabólicos y más posibles victimas.

Nos vemos el próximo Halloween con Paranormal Activity 3.

lunes, 31 de enero de 2011

Taquilla USA: Anthony Hopkins limpia las almas desde el primer puesto


El cine de terror no suele fallar. Incluso cuando una película se queda corta en cuanto a lo que se esperaba de ella, sus reducidos presupuestos consiguen que no llegue a ser un fiasco. No siempre sucede, pero en el 90% de los casos se podría decir que es así. De ahí que cada año lleguen decenas de películas de terror a las carteleras (y muchas decenas más directas a video y/o en festivales especializados), y que sea uno de los géneros más rentables de la historia. Dicho esto, comentar lo que ha sucedido con el estreno de El rito, película basada en presuntos hechos reales (no por nada adapta un un libro famoso en Estados Unidos, en el que un experto en exorcismos cuenta sus vivencias) con el mismísimo Anthony Hopkins en el papel principal. En sus primeros tres días se ha hecho con unos decentes 15 millones de dólares. Son cinco menos de los que ingresó en tal periodo, hace unos meses, El último exorcismo (The Last Exorcism, 2010), misteriosamente inédita todavía en España. En aquel caso, con un presupuesto de 2 millones (¡!) terminó con 42 en el banco. Es posible que El rito termine su carrera con una recaudación similar, aunque en este caso el presupuesto ha sido de 40 millones, algo mayor a la media del género. Es por ello que, hasta que no se estrene en el resto del mundo, no se podrá valorar si ha sido un éxito o se tiene que conformar con salvar los muebles.

El bueno de Jason Statham también estrenaba película el pasado fin de semana. Se trata de The Mechanic, un thriller de acción que remakea nada menos que un pequeño clásico del mítico Charles Bronson. Los 10 millones ingresados son más o menos los que se esperaban de ella, y lo habitual en la carrera en solitario de Statham. Al ser una producción de presupuesto ajustado (entre 25-35 millones) y con poco gasto en publicidad, no deberían temer ninguna perdida. Aparte, como ya he comentado en otras ocasiones, este tipo de productos (ahora es Statham, antes eran Van Damme, Seagal o Norris) funcionan mucho mejor en su vida fuera de las salas.

The Green Hornet parece gustar más en Estados Unidos que en el resto de mercados. Los descensos controlados del segundo y el tercer fin de semana así lo corroboran. Ahora, con 78 millones acumulados, tiene cerca la meta de los 100 millones, y es posible que llegue a los 120. El problema sigue estando presente en su presupuesto (150 millones) y que en el resto del mundo la acogida, como apunté, no está siendo igual de correcta.

Las nominaciones a los Oscar han ayudado a las películas con mayores papeletas. Como era de esperar, Cisne negro, The Fighter, El discurso del rey, 127 horas o Valor de ley han salido beneficiadas. En algunos casos ya podríamos hablar de fenómeno, pues los 90 millones que lleva ingresados una película tan difícil como Cisne negro son doblemente meritorios, por no hablar de los casi 150 millones de un western como Valor de ley. Esperemos que estas nominaciones den el empujón a la magnifica 127 horas, pues de todas ellas es la única que ha pasado más bien inadvertida. Hasta la fecha, lleva acumulados 13 millones, aunque los 20-25 no son una meta complicada.

Puedes ver la lista completa en Boxofficemojo.com

F (2010)


Un profesor de secundaria es agredido por un alumno. Divorciado, solitario y con el total desprecio por parte de su hija adolescente, de la cual también es profesor, está llegando al límite. Una noche en el instituto, acompañando a su hija en un castigo que él mismo la ha impuesto, unos extraños visitantes comienzan a acechar las aulas. El profesor, su hija, algunos empleados más del centro y otros alumnos que permanecían dentro, tendrán que intentar sobrevivir a unos despiadados psicópatas.

Diez años. Hace diez años, vuestro amigo John Trent terminó el instituto. Y hay algo que los de mi quinta y los de más atrás ya sabréis: esto ha cambiado mucho desde entonces. Me refiero a la educación de los chavales. Vale que servidor no era un ejemplo precisamente, y que también tenía sus comportamientos traviesos, hacía sus “pellas” y demás. Pero lo que sucede ahora tiene poco que ver con travesuras o no asistir algunos días a clase; aparte que esto último se ha masificado y transformado en un 31% de fracaso escolar en España. Ahora algunos institutos parecen una jungla, y la educación se ha ido perdiendo hasta rallar lo surrealista. Del extremo de que los profesores pusieran a los alumnos castigos incluso físicos, al extremo de que haya alumnos que se permitan pegar a sus profesores. Así es como empieza F.

Aunque no nos equivoquemos. F, que hace referencia a la nota más baja que puede obtener un alumno en Estados Unidos, no es un análisis concienzudo de la situación estudiantil. Más bien, se trata de un nuevo thriller con psicópatas juveniles de la vertiente “iniciada” con la genial Funny Games (1997), desarrollada bajo el prisma más comercial de cosas como Los extraños (The Strangers, 2008). Por tanto, las lecturas sociales, que están ahí, quedan reducidas a una idea más que a una resolución, pues ésta se debe a los estandartes del slasher adolescente (salvo ciertos detalles) más bien tópico.

No se trata, en ningún momento, de un slasher seminal. Ni de lejos. Lo que no quiere decir que se trate de un producto mediocre. Dentro de su irregularidad (altibajos de ritmo), su director, un tal Johannes Roberts, sabe crear tensión. La atmosfera invita a ello, aunque después surge un problema: los personajes no importan un carajo. Todo lo bueno de su puesta en escena (bastante superior a la media en estos directos a video), de su cuidado por el detalle, se echa a perder en no pocos momentos por unos personajes sin interés (los estudiantes-victima) y alguno risible (el vigilante de seguridad). Se salva el personaje del profesor, más que nada por la buena interpretación de David Schofield. Eso, la atmosfera, alguna escena gore (aunque son pocas) muy efectiva y un desenlace abrupto, y sin embargo acertado si lo miramos dentro del contexto pesimista e irracional que mueve la trama. Aunque también pudiera ser un desenlace abrupto porque su guionista no tenía idea de cómo cerrar la historia…

En ningún momento se explica porque sucede lo que sucede. No se trata de un error del guión. Está demostrado, o al menos es algo que suele funcionar, que en el cine de terror cuanto menos se sepa del asesino, mayor miedo produce. Ya sabemos que siempre hay y habrá gente que prefiere tragar todo bien masticadito, pero cualquier adepto y conocedor de la materia sabrá que, en general, se saca mejor partido a los villanos del slasher sin contar su vida en verso. Cuando se trata de psicópatas realistas (no los cuasi sobrenaturales tipo Michael Myers o Jason Vorhees), el contar poco o nada adquiere aún más sentido. Son esos crímenes sin logica aparente, desconociendo sus motivaciones, los que provocan mayor desasosiego. Los responsables de esto, supongo, valoran esta teoría, y es un acierto que sus locos encapuchados (nunca se les ve la cara) aparezcan en escena sin más y se pongan a recolectar cadáveres.

En definitiva, F no deja de ser una película modesta en resultados. Seguramente, más modesta aún si comparamos dichos resultados con las pretensiones del relato. Ahora bien, como alumno de la escuela Funny Games y derivados, quedando obviamente lejos del profesor, se encuentra a un nivel aceptable entre los alumnos. Podría haber sido mejor, pero sus setenta y cinco minutos (si, sólo dura eso) se dejan ver sin causar daño.

jueves, 27 de enero de 2011

Más allá de la vida (Hereafter, 2010)


Tres historias. La de una mujer superviviente del tsunami que arrasó Indonesia; la de un parasicólogo retirado; y la de un niño que acaba de perder a su hermano gemelo. Aunque no se conocen, todos comparten, de algún modo, experiencias cercanas a la muerte. Y todos ellos están destinados a cruzar sus caminos para hallar un significado a sus vidas.

A sus ochenta años, Clint Eastwood ha hecho una película para exteriorizar lo que, probablemente, debaten en su cabeza la mayoría de los que lleguen a dicha edad. Podría decirse que se ha sacado de la manga un ejemplar debate interior sobre la fragilidad de esta, nuestra vida, y que lo ha contado a través de la cámara y unos intérpretes. Y es que, sirva de anticipo para los posibles espectadores despistados, Más allá de la vida no es una película de intriga, ni un thriller, ni mucho menos contiene elementos terroríficos relacionados con el mundo paranormal. A decir verdad, las connotaciones sobrenaturales son pequeñas excusas para dar paso a lo que verdaderamente le interesa a Eastwood: contarnos, a partir de unas vivencias más o menos cotidianas, el devenir del ser humano en su camino hacia la irremediable muerte. ¿Qué hay después?, ¿por qué suceden ciertas cosas durante nuestra vida?, ¿casualidades o marcas del destino?

Mal acostumbrados estamos a que el bueno de Clint nos regale obras maestras o, cuanto menos, obras notables. Lo digo porque, a veces, y el ejemplo podría ser su propuesta del año pasado, Invictus, las expectativas que creamos en torno a su trabajo son injustamente elevadas. Cuando la película no cubre esas expectativas tan elevadas se suele utilizar aquello de “es un Eastwood menor”. No quiere decir que estemos ante algo malo, aunque para muchos puede que sí se trate de una decepción. Algo parecido está sucediendo con Más allá de la vida. Pero, incluso siendo otro de esos Eastwood menores, tenemos cine de sobra a lo largo de dos horas.

Igualmente, hay que dejar de lado ideas preconcebidas en cuanto al tono que tendrá el filme. Aquí no hay un in crescendo vertiginoso, sino todo lo contrario. La película arranca con una espectacular set piece: uno de los personajes, el interpretado por Cécile de France, sufre en sus propias carnes el tsunami que a finales de 2004 causó miles de victimas. Eastwood filma esta secuencia con un pulso y elegancia que harían palidecer a artesanos del blockbuster trash como Roland Emmerich. Aparte, no se regodea en ella para crear comentarios a posteriori, sino que la utiliza como coherente introducción para dar, llegados al desenlace, un sentido metafórico optimo.

Las otras dos historias, la del parapsicólogo y la del niño que ha perdido a su hermano gemelo, son, sin embargo, las más interesantes. Matt Damon está esplendido interpretando al primero (ver las diferentes escenas en las que realiza “lecturas” a otros personajes), al igual que una sorprendente Bryce Dallas Howard en un agradecido rol secundario. En cuanto a los niños, Frankie y George McLaren (si os digo la verdad, no sé cual de los dos es el gemelo “vivo” y cual el “muerto” durante la película, pero tengo entendido que se alternan), cumplen sobradamente. Digamos que, en general, y es algo común en los trabajos de su director, toda interpretación raya a buen nivel.

En el caso del guión, firmado por el reputado Peter Morgan, habría que destacar el curioso anti-crescendo comentado anteriormente. Casi, convierte Más allá de la vida en algo anárquico en los tiempos que corren. Sumándose a la pausada y clásica dirección de Eastwood, la trama avanza sin puntos elevados, pero tampoco altibajos. Se traza una línea en la que, a modo coral, los personajes entran y salen de escena sin hacer ruido, pero, aún así, dejando un poso que responde a cada momento: amargo u optimista. Más bien lo segundo, pues a fin de cuentas, estamos ante una oda a la vida, que no a la muerte. No obstante, hay que reconocer que peca de alargar ciertas situaciones, o de dilatar excesivamente el tempo dramático. Tal vez así sea la vida misma, pero en la butaca de una sala dicha levedad puede llegar a ser cansina. Afortunadamente, el conjunto se valora por encima.