miércoles, 2 de febrero de 2011

Paranormal Activity 2 (2010)


Dos meses antes de lo sucedido en la primera parte, ocurrieron cosas extrañas en la casa de la hermana de Katie. Después de sufrir lo que parece un robo, su pareja decide poner cámaras de seguridad por toda la casa. Los acontecimientos irán a más. Al revisar las cámaras, se darán cuenta de que están sufriendo fenómenos paranormales.

Los caminos del cine son misteriosos. Tanto, que a veces ocurren cosas de lo más inesperadas. ¿Cómo una película rodada por dos amigos universitarios, con unos pocos miles de dólares, dos cámaras y tres coleguitas, consiguió recaudar en todo el mundo 248 millones de dólares? Eso sucedió hace doce años con El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project). Además, los tipos estos consiguieron que miles de personas a lo ancho del planeta se tragasen, de primeras, que lo sucedido en su película era real. De ahí el fenómeno. Un fenómeno que comenzó en Internet, y fue creciendo hasta convertirse en blockbuster cinematográfico. Y también, en obra de culto.

Algo parecido sucedió décadas atrás con la horrenda Holocausto caníbal (Cannibal Holocaut, 1980). Todo un éxito y una polémica que, a fecha de hoy, incomprensiblemente sigue dando sus frutos. Aunque muy distinta de El proyecto de la bruja de Blair, las dos tenían algo en común: se vendían como terroríficos documentales verídicos.

No hace falta decir que, desde aquel 1999 de la bruja, las salas de cine y los hogares han sido asaltados por unas cuantas producciones alumnas. De todas ellas, la que más éxito consiguió fue Paranormal Activity. Una película de reducidísimo presupuesto, realizada en 2007. La historia ya la conocemos todos, o casi todos. Ya sabemos que nadie conocía su existencia hasta sus pases en algunos festivales, que el boca a oreja corrió a altas velocidades, que el mismísimo Spielberg aseguró no sequé carajo sobre acojones varios en su casa mientras la veía. Luego todo aquello del “Demande It!” como sorprendente estrategia comercial. Y al final, en 2009 se estrenó de forma masiva una propuesta normalita, con algún buen punto y otros tantos reguleros, que se hizo con 193 millones de dólares alrededor del mundo. Incluso se encargó de acabar que en el longevo reinado de la saga Saw (2004-¿?) durante el Halloween de Estados Unidos. Algo a lo que se sumó, con mucha prisa, la secuela/precuela que pasamos a analizar.

Paranormal Activity 2 es justo lo que uno puede esperar. Con esto podría dar por finalizada la reseña, crítica, o como preferíais llamarlo. Pero eso no vale, así que dejaré unas cuantas líneas más para explicarlo. Lo más importante: cumple al píe de la letra el proceso de secuela prototípica y formularia del género de terror. Esto es, al igual que, sobretodo, en el slasher adolescente, una especie de remake sobre la película original, cambiando a los personajes (aunque en este caso, al ser una más bien una precuela, se mantienen como secundarios a la pareja anterior), pero centrando la acción en una situación y escenario similares, en el mismo villano o alguno parecido, y con estructura-calco. No obstante, en la secuela/precuela formularia, dentro de la misma estructura se ejecutan los golpes de efecto con mayor tremendismo. Pasan más cosas, hay más ruido. Luego, la acumulación puede funcionar o no.

De nuevo, los personajes son repulsivos. Es por ello que, más que miedo por lo que pueda sucederles, lo que se propone es el sano vicio de asustar al personal con ruidos, movimientos bruscos de objetos de la casa, etc. Supongo que habrá quién sienta empatía por ellos, pero en lo personal, los papis, la niñera y la hija adolescente me hicieron derramar más sudor frío que los espíritus malvados que les acechan. La parejita de la anterior entrega, que como apunté también aparecen en esta, siguen a su rollo.

¡Por el poder de Grayskull, que los fantasmas se los lleven!

El niño y el perro son lo más interesante del relato. Así, las escenas (unas cuantas) en las que ellos son protagonistas, consiguen elevar varios puntos el conjunto. Al fin y al cabo, son ese tipo de victimas inocentes que siempre dan pena e impotencia. Los otros son gilipollas, actúan como tales, y años atrás jugaron a cosas que no debieron; pero el niño y el perro no han hecho nada para merecerlo.

Al igual que en la primera, hay más minutos de relleno de lo necesario. Las vivencias familiares de los protagonistas, con sus correspondientes diálogos de besugo (con los que pretenden crear sensación de realidad, lo cual no dice nada bueno sobre el ser humano) y situaciones cotidianas, causan el tedio. Pero, acto después, y sobretodo a partir de la última media hora, se convierte en un tour de force relativamente eficaz. Tengo que reconocer que, en algún que otro momento, me causó tensión, y también, aunque esto era más fácil, sustos para elevar el culo. La principal novedad, o más bien la única, con respecto a la original, es que PA2 ya no nos quiere vender la moto; lo que sucede es, por momentos, mucho más exagerado y cinematográfico, recogiendo los tópicos que siempre han funcionado en las películas de casas encantadas (juguetes que funcionan solos, mobiliario que experimenta cambios importantes y violentos). No por nada, y pese a su ínfimo presupuesto (3 millones de dólares), Akiva Goldsman ha fichado como productor, dejando claro que “esto ha pasado a ser cosa de majors”. Eso si, el clímax final, pese a su eficacia, debe mucho a la genial Rec (2007), o quizás en su defecto, a Quarantine (2008), su remake USA.

En definitiva, se podría decir que el principal valor de algo como PA2 es que no engaña a nadie que haya disfrutado con la primera. Al menos, no debería. Es más de lo mismo, pero realizado de forma decente, con más sustos, más ataques diabólicos y más posibles victimas.

Nos vemos el próximo Halloween con Paranormal Activity 3.

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