Bruce Campbell es un icono del género de terror y la serie b. Gran parte de este privilegio se lo debe a una genial trilogía: Posesión infernal (Evil Dead, 1979), Terroríficamente muertos (Evil Dead II, 1987) y El ejercito de las tinieblas (Army of Darkness, 1992). Dirigidas por su buen amigo Sam Raimi, le auparon a la cima, posters, y muñequitos de muchos fans. A parte de esto, su carrera está plagada de títulos menores, algunos entretenidos, otros no tanto. Hace unos años resucitó, convenciones de cine de terror a parte, gracias a (la sobrevalorada) Bubba Ho-Tep (2002). Pero no ha vuelto a protagonizar nada destacable. Con dicha situación juega My name is Bruce. Entre lo biográfico y lo puramente ficticio, siempre en referencia al propio Bruce Campbell, actor, persona e icono.
Cuando se dieron a conocer las primeras noticias sobre My Name is Bruce, todo parecía señalar que veríamos algo grande y realmente divertido. Lo cierto es que, aunque sirve para pasar el rato y tiene varios momentos graciosos, e incluso ingeniosos, My Name is Bruce se queda en intento fallido. La historia da para mucho más. Puede que ese sea el principal problema: las expectativas que genera su premisa, así como el interés de ver por fin a Bruce Campbell en un producto a la altura de las circunstancias. Sin embargo, lo que él mismo ha construido (protagoniza, dirige, produce y escribe) es más un pasatiempo inofensivo entre colegas. Una comedia de terror del montón, dirigida a un público que se presupone cómplice, y por tanto, fácil de complacer.
Lo mejor: El carisma siempre presente de Bruce Campbell, así como algunas situaciones y diálogos ingeniosos.
Lo peor: A la película le falta un hervor. Los ataques del espíritu asesino al principio molan, pero más tarde se hacen repetitivos. Algunas gracias son demasiado fáciles y previsibles.
Valoración (0 a 10): 5,5
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