Aún recuerdo cuando hicieron saltar la polémica por la excesiva violencia de Hostel (2005). Cuando se estrenó, pudimos comprobar que, ni de lejos, había para tanto. Algunas torturas y desmembramientos que cualquier adolescente puede asumir con facilidad hoy en día. Poca cosa, vaya. En ocasiones, este marketing no es más que eso, puro truco comercial destinado a polemizar para hacer taquilla. Sucedió algo parecido con La pasión de Cristo (The Passion of Christ, 2004). Carteles en las taquillas de los cines avisaban sobre el alto nivel de violencia en pantalla. En éste caso hay que admitir que tales advertencias eran más coherentes, sobretodo para la gente muy religiosa. Igualmente era un truco comercial. Con la llegada de Martyrs al festival de Sitges del pasado año, las multitudes se amontonaban en las puertas del cine para comprobar si era cierto todo lo que se decía sobre ella. Desmayos, mareos, vómitos, infartos y ambulancias situadas a las puertas de la sala. Todo eso estuvo de la mano de Martyrs durante su estancia en el certamen, rodeándola de un aura de película maldita. Algo que obtuvo su dimensión definitiva cuando se supo del suicidio de Benoit Lestang, responsable de los soberbios efectos de maquillaje y gore de la película.
Martyrs está dirigida por un Pascal Laugier en estado de gracia. Afortunadamente, no consigo ver en ella al mismo director que se dio a conocer con la terrible El internado (Saint Ange, 2003). El guión, escrito por el propio Laugier, está estructurado de una forma original y adictiva. Siempre interesante, narra en la primera mitad la historia de venganza, incrustando flash backs de las torturas que le hicieron sufrir de pequeña a una de las protagonistas. Y a esto se le adhiere una subtrama supuestamente sobrenatural, que ira despejando su significado a medida que avance la acción. Estos, digamos cuarenta y cinco minutos, ya de por sí guardan momentos escalofriantes (la fría visión del asesinato de la familia, los macabros ataques de una monstruosa mujer aparentemente imaginaria). Avanzamos después a un segundo acto a partir de un giro de la historia, que tiene, probablemente, la escena más brutal en cuanto a gore de la película. No diré más. La cosa es que, cuando parece que lo visto en esa hora ya ha sido bastante, sabemos que aún queda la muy publicitada media hora final de tortura. Son treinta minutos rodados a base de fundidos en negro, prácticamente sin diálogos. Más duros por la violencia psicológica que por la grafica. Y es aquí donde descubriremos el verdadero porqué de Martyrs. Un mensaje que puede resultar confuso en cuanto a las intenciones de Laugier, pero que al fin y al cabo, logra estremecer.
Lo mejor: La interpretación de las dos protagonistas, así como la potencia de las imágenes y la inteligente estructura del guión. Se trata de una de esas pocas películas que dejan huella en el espectador, además varias imágenes grabadas en la retina por mucho tiempo.
Lo peor: Que tanta polémica y presencia en los medios provoque en muchos espectadores unas expectativas altísimas, que pueden no verse alcanzadas pese a la genialidad y contundencia de Martyrs a todos los niveles.
Valoración (0 a 10): 9
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3 comentarios:
La vi hace poco, y creo que me gusto tanto como a ti.
Hice mi critica en mi blog, pasa y decime que te parecio.
Me gustaria intercambiar links, entra al mio y lo hacemos.
Saludos.
http://cinemaparadisouy.blogspot.com/
A mi me gusto mucho, pero la 2 parte del film se me iso un poco cansada y tediosa, lastima tambien el final, muy efectista.
La verdad, la verdad... no me gusto, y es por culpa de la segunda mitad, porque la primera mitad es perfecta.
Mi Reseña.
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