Al prometedor Tobe Hooper se le acabaron las pilas alcalinas antes de lo esperado. Cuando sorprendió a propios y extraños con la obra maestra La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 1974), todo apuntaba que estábamos ante uno de los más talentosos realizadores del cine de terror. Su confirmación llegó con Poltergeist: fenómenos extraños (Poltergeist, 1982), otra obra maestra del género y su mayor éxito comercial. Sin embargo, le traería más problemas que alegrías. Es muy popular aquello de que Spielberg, productor, tuvo más que ver con la dirección de la película que el propio Hooper, del cual se rumorea que no tenía el talento suficiente para llevarla a cabo. Sea cierto o no, lo que esta claro es que Hooper se quedó para siempre con la etiqueta de bluff. Y a ello se sumó la pobre recepción de la mayoría de sus siguientes trabajos. Con el éxito de La matanza de Texas y Poltergeist, consiguió un contrato con la entonces imparable productora Cannon. Debía dirigir tres películas para ellos. Éstas fueron Fuerza vital (Lifeforce, 1985), La matanza de Texas 2 (The Texas Chainsaw Massacre 2, 1986) e Invasores de Marte (Invaders from Mars, 1986). El caso es que éstas tres películas, aunque inferiores a lo que cabía esperar de él, están hoy día entre lo más interesante de su filmografía. No fue impedimento para que la taquilla no respondiese, llevando a Hooper a una existencia más televisiva que cinematográfica.
Antes de su contrato con Cannon, y entre medias de sus dos grandes éxitos, Hooper dirigió La casa de los horrores. Se trata de un bienintencionado, pero fallido, intento de regresar a la formula de La matanza de Texas. El problema es que el resultado se encuentra más cercano a la filmografía menor de su director. La casa de los horrores arranca con unos créditos magníficos, acompañados de las imágenes de unos inquietantes muñecos de feria. Luego, cuando los protagonistas dan un paseo por la feria contemplando su lado oscuro (atracciones de terror, muestrario de freaks) la historia promete. Pero, allá por la mitad, cuando quedan encerrados en una atracción y son testigos del crimen, todo empieza a ser aburrido, reiterativo y rodado con una violencia de mentirijilla por quien fuera responsable de una de las películas más impactantes de la época. Tenemos a un padre maniaco y a su hijo con rostro deforme, éste ultimo en clara alusión al mucho más carismático y terrorífico Leatherface. Tenemos, en definitiva, un slasher con muertes escasas y poco trabajadas.
Lo mejor: Los créditos, y la primera mitad hasta que los protagonistas se topan con los asesinos.
Lo peor: Por momentos resulta aburrida, y para ser un slasher del mismo director de La matanza de Texas, todo sabe demasiado soft y descafeinado. Además, algunos de los intérpretes son realmente repelentes.
Valoración (0 a 10): 4
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