miércoles, 22 de abril de 2009

Déjame entrar (Lat den ratte komma in, 2008)


Una fuerte amistad surge entre un niño, acosado en la escuela por sus compañeros y cuyos padres están divorciados, y una niña de extraño carácter. De esa amistad surgirá un cariño especial, que se verá obstaculizado por la terrible verdad que ella oculta.

En el número de este mes de la revista Scifiworld, hay una entrevista al escritor y critico de cine Carlos Aguilar. Una de las preguntas viene a ser el porqué, en esto del cine, muchos, aunque no sean entendidos en la materia, hacen su juicio de valor sin ningún tipo de prejuicio. En cambio, en otras artes como la pintura o la arquitectura, son pocos los que se aventuran a opinar, con supuesto criterio, sin conocer el mundo que las rodea. Aguilar respondía “Fíjate que de cine toda la gente se atreve a opinar tajantemente, sea cual sea su nivel cultural o social. Vas en taxi, y el taxista habla de cine. Vas al medico y lo mismo. Vas al notario y lo mismo. Vas a la pescadería y lo mismo (…) todo el mundo se pronuncia, hasta quien menos entiende, y lo hace como si realmente supiera (…) nadie habla con esa contundencia de otras materias, que justamente reservan para los especialistas”. Esto viene a cuento porque Déjame entrar, aclamada en multitud de festivales dedicados al fantastique y que se ha creado un culto entre una legión de aficionados, sorprendentemente ha conocido estreno comercial en nuestro país. Lo que viene a ser que, gran parte del publico que abarrota cualquier multicine de centro comercial, saldrá echando pestes y haciendo valedor su criterio sobre la supuesta mierda que ha pagado por ver. Los mismos que, probablemente, hace poco babearon con una tontería como Crepúsculo (Twilight, 2008). Y es que Crepúsculo es a Déjame entrar lo que, por ejemplo, El efecto mariposa (The Butterfly Effect, 2004) es a Donnie Darko (ídem, 2001). Es decir, una historia, de base similar, pero accesibilidad complaciente y juvenil, contra otra netamente adulta y necesitada de una digestión más lenta, aunque también más sana y gratificante.

Centrándonos en la película y apartando la divagación para otro debate, decir que Déjame entrar es todo lo que se venia diciendo de ella. En muchas ocasiones sucede, que cuando algo es puesto por las nubes durante meses, crea unas expectativas desmesuradas, que difícilmente son igualadas o superadas cuando lo tenemos delante. Pero a veces también sucede que esa maravilla tan laureada corresponde a cualquier expectativa. Este es uno de esos casos. A cualquiera que le apasione el cine de vampiros, Déjame entrar le supondrá un chute del mejor cine visto en años. De no ser así, que obviamente es igual de respetable, es difícil de asumir que, gustos personales a parte, alguien pueda decir que se trata de una mala película. Estamos ante una bellísima, sutil y no por ello a ratos malsana historia de amor. No es terror. Tampoco presenciamos el erotismo y el gore característicos de parte del subgénero. Hayamos en Déjame entrar es un cuento de hadas sombrío, de inteligente tempo pausado e imágenes poéticas. De miradas y diálogos susurrados. Una rareza dentro del cine comercial, que por ello, además de sus muchos aciertos artísticos, destaca desde el primer momento.

Déjame entrar está basada en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist, quien también se ha encargado de escribir el guión. A partir del libreto, el director Tomas Alfredson, nuevo en esto del cine de género, construye una sinfonía de imágenes perturbadoras, algo a lo que ayuda la magnifica interpretación de los dos jóvenes protagonistas. Entre ellos hay una química brutal, que nos encierra desde su primer encuentro en una extraña historia de amor platónico. También se hace hincapié, no solo en la historia de amor y amistad que surge entre ambos, sino en el tristemente de moda tema del bullying, o acoso escolar. Todo concentrado en cerca de dos horas de cine visceral. Cine que no llegará igual a todo el mundo, pero que dejará huella a quienes conecten con él. De esas raras veces que, durante el visionado, te invade la sensación de desear que la función se alargué unas horas más.

Lo mejor: Prácticamente todo. La sutileza del guión, la maestría en la dirección, el poder visual del diseño artístico y la fotografía, las interpretaciones, la banda sonora…

Lo peor: Que propuestas difíciles y originales como ésta, de carácter minoritario, nos lleguen contadas a los cines españoles, por olvido o poco interés de las distribuidoras.

Valoración (0 a 10): 9

Trailer

2 comentarios:

ffff dijo...

sin duda, la mejor pelicula de lo que llebamos del año...

Dude dijo...

No puedo estar mas deacuerdo.
De hecho creo q mi critica es muy parecida a la tuya, hacemos hincapie en casi lo mismo.

Salu2