Doug, lidera una banda de atracadores, afincados en una ciudad de Boston en la que los robos se han convertido en una forma de vida. Tras el atraco a un banco, decide seguir la pista a Claire, la joven directora, pero termina enamorándose de ella. Mientras prepara nuevos trabajos, tendrá que lidiar con un agente del FBI que se les acerca demasiado, y con uno de sus compañeros de trabajo, el violento James, el cual no ve con buenos ojos su posible idea de abandonar el negocio y huir con la Claire.
A veces, la vida da sorpresas. O el cine, en este caso. Pudiera ser una mezcla de ambas, pues vienen inmediatamente encadenadas, y la razón del nexo de unión es un hombre llamado Ben Affleck. Su labor como interprete no era precisamente exquisita ya en sus comienzos, salvo, tal vez, su más esmerado personaje de Persiguiendo a Amy (Chasing Amy, 1997) o el secundario de El indomable Will Hunting (Good Will Hunting, 1997). Pese a recibir el estatus de estrella poco más tarde, su talento se ha mostrado cada vez más plano, y su carisma casi inexistente. La famosa relación con Jennifer López, con la que trabajó en dos películas de su “fase baja”, fue quizás el detonante para que Ben, a raíz de su ruptura, decidiese iniciar el camino de la resurrección artística o, al menos, el camino de su primera evolución realmente artística -sin olvidarnos, ojo, que él mismo junto a Matt Damon firmó el estupendo guión de la citada El indomable Will Hunting-.
Su nuevo perfil como director está dejando claro, al menos por ahora, que Ben sí tiene talento. Puede que no como actor, pero tras las cámaras, con sólo dos trabajos en curriculum, se la labrado un gran respeto entre crítica y público. Tanto es así que algunos, apresuradamente, le han puesto titulo de “El nuevo Clint Eastwood”. Esto sucede porque su estilo no difiere mucho de aquel; puesta en escena clásica sin resultar antigua, pulso firme en todos los apartados –dirección de actores perfeccionista, escenas de acción siempre digeribles por la vista, sin montajes frenéticos- y un gusto especial por aquellas historias de personajes de moral ambigua, de buenos y malos siempre entrecomillados. De hecho, su anterior trabajo, Adios pequeña, adios (Gone Baby Gone, 2007), adaptó la novela del reputado Dennis Lehane, cuyo material también sirvió a Eastwood en su estupenda Mystic River (2003).
Ciudad de ladrones es una película de acción de personajes. Esto es, la acción, en realidad poca pero muy eficaz, nunca se encuentra por encima de lo que realmente interesa al guión –escrito por Peter Craig, Aaron Stockard y el propio Affleck, adaptando la novela de Chuck Hogan- y a su director, que es elaborar un relato de relaciones personales. De ahí que la historia de amor entre Doug (Affleck) y Claire (Rebecca Hall) o la de relativa amistad entre Doug y su principal compañero de trabajos sucios, James (Jeremy Renner), sean el eje principal de las dos horas de metraje; así como la subtrama policial protagonizada por el agente del FBI (John Hamm) o la menos presente, pero al final igual de importante, historia con la cocainómana Krista (Blake Lavely).
La acción propiamente dicha se resume en tres escenas de atraco. Las tres están realizadas con un gusto fuera de toda duda y un impecable pulso por parte de Affleck; no tiene reparos a la hora de mostrar la violencia, ni se le va la mano con montajes de tres segundos por plano. Todo se entiende a la perfección, cada paso del atraco, cada rostro (o voz) involucrado, cada disparo que cuenta en el desenlace de los mismos. Es algo de lo que hoy deberían aprender muchos aspirantes a directores de acción. Affleck se muestra siempre partidario, y amante, de ese cine “de tiros” y persecuciones de los setenta, al estilo de Contra el imperio de la droga (French Connection, 1971), de William Friedkin, u otras tantas muestras de oficio de cineastas como John Frankenheimer o más recientemente Michael Mann.
Los actores están magníficos en general. Puede que Ben Affleck, que se auto-otorga el rol principal, quede descompensado al combatir con pesos pesados como Chris Cooper o Pete Postlethwaite –sus breves apariciones ponen los pelos como escarpias-, o con el ascendente talento de alguien como Jeremy Renner o el oficio de John Hamm, pero tampoco lo hace mal. En el lado femenino, Rebecca Hall está correcta, y Blake Lavely hace lo que puede, y muy bien, con un personaje poco definido.
Puede que sea pronto para alabar a Affleck en su nueva labor. Puede que haya que esperar a una confirmación vendiera, pero lo cierto es que con sus dos primeras películas, sobretodo la que nos ocupa, está apuntado suficientes maneras para dar una dignidad al cine de autor que no prescinde de elementos comerciales. Ciudad de ladrones es una película fácil de vender y que a la vez respeta y puede complacer, sin caer en moralidades (aunque algunas tiene) ni vacías concesiones, a un amplio abanico de espectadores y crítica. Desde luego, un cine que debería primar.
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