Un estudiante de filosofía, Quaid, se une a dos estudiantes de cine, Stephen y Cherryl, para llevar a cabo una tesis que estudie la raíz y costumbres del miedo en el ser humano. Quaid sufrió en la niñez un hecho terrible: vio como un psicópata descuartizaba a sus padres y, sin saber como, consiguió escapar. Sufre de fuertes pesadillas y contempla la tesis como algo más importante que una simple nota. En el desarrollo de la actividad llega a un punto en el que se destapa su lado sicótico. Su intención es experimentar su miedo en las propias carnes de sus compañeros, aunque para ello tenga que desafiar algunos limites.
Dread es la tercera adaptación de los relatos cortos de Clive Barker (que se guarda crédito como productor) incluidos en su míticos “libros de sangre”. Anteriormente, y con idéntica suerte en distribución paupérrima, tuvimos la interesante Mignight Meat Train (2008) que en España tuvieron los huevos de re-titularla El vagón de la muerte, o la más irregular Book of Blood (2008), la cual, que yo sepa, no ha conocido edición alguna por aquí. Las adaptaciones de obras de Barker no suelen llegar más allá de la corrección, cuando no directamente al descalabro. Es por ello que se agradece que, aunque mejorables, se hayan trabajado estos nuevos traspasos con un mínimo de respeto por la pluma del autor, captando parte de su espíritu y sin renunciar (salvando las distancias) a sus constantes: degradación, sexo sucio y violencia explicita. Dread sigue esa línea. Su director y guionista, Anthony DiBlasi, se estrena en dichas labores, aunque ya había sido productor ejecutivo, sin ir más lejos, de las citadas Midnight Meat Train y Book of Blood. DiBlasi tenía la difícil labor de desarrollar un largo de noventa minutos a partir de un magistral relato corto que, en todo caso, solo daría para un corto o un mediometraje. Su decisión fue usar una estructura similar a la de Audition (Odishon, 1999), la magnifica película de Takashi Miike.
La primera hora, con aislados elementos truculentos mostrados mediante sueños o alucinaciones, corresponde más bien a un melodrama juvenil. Si uno desconoce la sinopsis y / o la obra en que se basa, es fácil que crea que toda esa maraña de diálogos entre jovencitos y jovencitas, escenas de discoteca y discusiones por desacuerdos no lleve a ningún sitio. Es solo una larga presentación de personajes para que el desenlace irrumpa con fuerza pasados los sesenta minutos. Los treinta que nos quedan animan la función con dosificados momentos de impacto. No tan extremo como cabría esperar por la promoción y determinados comentarios en festivales (eso, o que uno se está insensibilizando demasiado en estos menesteres), pero sin lugar a dudas efectivo. Es ahí cuando el relato de Barker toda verdadera forma y sentido dentro de varias limitaciones cinematográficas. Entre tanto, unas interpretaciones no espectaculares pero al menos decentes –curioso ver a Jackson Rathbone en tan truculentas lindes, más conocido por ser uno de los vampiros buenos de la saga Crepúsculo (The Twilight Saga, 2008-¿?) o uno de los chavales de Airbender, el ultimo guerrero (The Last Airbender, 2010)- y una interesante selección de canciones en la banda sonora.
Valoración (0 a 5): 3,25
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