El género de espada y brujería no está siendo muy utilizado en los últimos años. Tal vez por ello, cuando una producción de cierta enjundia se aproxima a las pantallas, muchos aficionados se crean unas expectativas altas. Por las ganas de ver algo nuevo, supongo. Si la propuesta es, además, una adaptación de Solomon Kane, clásico de Robert E. Howard, creador nada menos que de Conan, pues ya está todo dicho. Dentro de esas expectativas es donde no funciona la película que nos ocupa. Y no lo hace porque no está concebida con el espero necesario, sino con el justo, correcto, para cumplir en lo mínimo y volver a casa. De este modo, Solomon Kane, la película, tiene una atmosfera cuidada, un buen protagonista (James Purefoy no lo hace nada mal como Solomon), pero ya está. El guión titubea de un lado a otro creando un conjunto irregular, pese a que en parte consigue captar la esencia de la obra de Howard, pero solo en parte. De ahí que haya momentos interesantes y visualmente muy conseguidos, y justo después otros más planos y aburridos. También habría que destacar, en lo malo, que a un villano tan llamativo como el enmascarado se le preste poca atención y su final se resuelva de forma tan precipitada. Supongo que el director, Michael J. Bassett, firmante de otra “medio entretenida”, Deathwatch (2002) no es John Millius, aunque dentro de lo que cabe tampoco lo haga mal, pues quedan escenas potentes como el citado prologo, el descubrimiento de los “zombis” en la cabaña o la crucifixión de Solomon. Pero no es suficiente para llegar a ser buena, y menos, tan buena como querrian los fans de Howard. Valoración (0 a 5): 2,5
The Collector es una de esas películas que veía colgadas en la red y nunca preste demasiada atención. Su estreno poco publicitado en Estados Unidos tuvo lugar el año pasado, y en España no se ha sabido nada de ella, como empieza a ser tristemente habitual con cierto tipo de cine de terror. Pero, como decía, gracias a la red podemos echarla un vistazo. Y una vez más, la red es nuestra amiga. Gracias a ella he podido sorprenderme con uno de los mejores body count de lo que llevamos de siglo XXI. Vale que el nivel no esté por las nubes, pero aquí hay calidad. Mirando los créditos, me encuentro con que el director, Marcus Dunstan, ha sido guionista de las ultimas cuatro entregas de la saga Saw (incluido en ellas que la que está a punto de estrenarse, es decir, la séptima), lo cual se deja entrever en el contenido de la que es su opera prima (juega de nuevo con personajes dentro de un entorno de trampas macabras y psicópata rondándoles) . Lo gracioso es que, de lejos, The Collector es mejor que cualquier entrega de tan popular y taquillera saga. Principalmente, porque sin prescindir del mismo gore que aquellas, se las han arreglado para crear un suspense de lo más efectivo durante sus noventa minutos. Siempre pasa algo que te hace estar pendiente, las trampas en lugar de estar dosificadas como único interés de la trama, son parte de ella, y las interpretaciones (sorprendente Josh Stewart en rol principal) cumplen por encima de la media en este tipo de productos. Así, The Collector se convierte en una de las mejores muestras del denominado toture porn moderno. Valoración (0 a 5): 3,5
Los buenos tiempos parecen haber pasado para los viejos del fantástico y el terror. George A. Romero, Wes Craven o Tobe Hooper (la única excepción, aunque no del todo, sería John Carpenter) no pasan por sus mejores momentos. Lo mismo se podría decir de Joe Dante tras ver este Miedos 3d. Pese a que el director de Aullidos (The Howling, 1981) o Gremlins (1984) fue de los que más salvo la papeleta en el irregular invento televisivo Maestros del terror (Masters of horror, 2005-¿?) , su regreso a la pantalla grande deja un sabor agridulce. Por un lado, recupera parte de la esencia de ese cine de terror infantil y juvenil que tanto nos gustaba de los ochenta. Aunque por momentos se pierde y recuerda más a los telefilmes de la Disney Channel. Tampoco hay que olvidar que Miedos 3d es un producto, desde su concepción, menor. Un encargo, vaya. Con todo, sus personajes adolescentes no caen mal y la trama, aunque no entusiasme en ningún momento, tampoco hace daño. Al fin y al cabo, es lo de siempre: unos chavales descubren una puerta a otro mundo (o algo) en el sótano de su casa, y ésta desencadena sus miedos personales, que terminan por ser un muñeco con mala leche (tal vez lo más destacable de la función, aunque se le podría haber dado más juego), una niña fantasma que quiere decir sus ultimas palabras y otra cosa que, como se supone que es “sorpresa final“, pues no lo cuento. Eso sí, hay que agradecer que, con pocos medios, hayan conseguido un uso efectivo del 3d, que sirve para meter en la historia (atención a los últimos quince minutos, o las escenas que nos sitúan en la perspectiva del “agujero” del sótano) más que para introducir aburridos efectismos. Valoración (0 a 5): 2,5
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