lunes, 2 de agosto de 2010

El equipo A (The A Team, 2010)


El equipo A, que recuerdos. Cuando aún no sabia que nos salía pelo en las zonas intimas, series como aquella, El coche fantástico o Los vigilantes de la playa amenizaban las sobremesas aburridas, mientras esperaba que algún amiguete llamase al portero para bajar a jugar a las chapas. Eran series malillas, pero nos lo hacían pasar en grande. En aquellos tiempos no analizábamos todo tanto. No poníamos puntuaciones, ni decidíamos si el guión nos parecía bueno o mediocre. Tan solo, lo pasábamos bien. Con esa idea en mente parece haber sido concebida esta adaptación a la gran pantalla. Y aunque ahora si analicemos más, si pongamos puntuaciones y también nos demos cuenta cuando el guión es barullo escrito en dos días, siempre podemos desconectar por dos horas si la ocasión lo merece. Esa, amigos, es la única forma de enfrentarnos a El equipo A, la película, y salir de la sala tarareando el tema de la banda sonora. Eso y que, aunque se trate de un producto “para todos los públicos”, tal como era la serie, nos devuelve por momentos lo mejor de ese cine de acción de los ochenta, amenizado con efectos especiales del siglo XXI. Que algo como El equipo A funcione tiene como factor imprescindible no ser tomada en serio, ni por sus responsables ni por nosotros. Los primeros minutos son toda una declaración de intenciones (de esas de “esto es lo que hay, si no te gusta ya no pintas nada aquí”). La película abre con una set piece de super acción ruidosa, espectacular y…muy bien realizada. Por suerte su director, el eficaz Joe Carnahan, sabe lo que quiere vender y no se anda con tonterías. Y ya puestos, tampoco nos vuelve loca la cabeza con planos de dos segundos dentro de un montaje epiléptico.


La presentación de los personajes es brutal. A la vieja usanza. Vale con tres o cuatro minutos para cada uno, mientras nos presentan su sarcasmo dentro de situaciones casi suicidas (herencia del mejor Bruce Willis, que no por nada estuvo tanteado para uno de los personajes), y todo se cierra con una persecución de helicópteros que poco tiene que envidiar a los trapecistas del mejor circo. Si hemos entrado en el juego, lo que viene después, sin necesidad de sorprendernos o dejar de resultar de lo más previsible, nos lo hará pasar tan bien como cuando éramos niños y jugábamos a los pistoleros en la hora del recreo. Aquí hay tanques que vuelan, planes de fuga rocambolescos (atención al que tiene que ver con una nostálgica película en tres dimensiones), contenedores gigantes que vuelan por los aires en docenas, y entre medias un grupo de tipos duros con uno de esos sentidos patrióticos que en la vida real a muchos resultarían grotescos, reaccionarios y hasta pueriles, pero que vistos en la ficción, más concretamente en la ficción cafre y sin prejuicios propia de, como dije, el cine de acción ochentro, nos hacen olvidar moralidades y política para centrarnos en la diversión. Por todo ello, y aunque haya diálogos sonrojantes cada segundo, aunque los protagonistas se lo pasen pipa más que interpretar, y aunque el guión tenga menos trama que un garabato, me lo he pasado tan bien con el nuevo Equipo A que no puedo menos que agradecer a Carnahan y sus compis haberme devuelto a aquellos tiempos en los que analizar sesudamente el (digno) entretenimiento era cosa de críticos amargados y sin vida sexual.

Valoración (0 a 5): 3

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