Witchboard (1986)

Si mi memoria no me engaña, aunque no estoy muy seguro, creo que hubo una polémica en España alrededor de esta película. De ser así, tampoco sé si fue cierta o la inventaron para la promoción. El caso es que alguien murió tras haber “jugado” a la denominada guija y esto sirvió para darle cierta notoriedad a la propuesta. Ya se sabe. En realidad, Witchboard es una típica película de terror ochentera, con su estética, sus personajes arquetípicos y sus diálogos. Una trama fantasmal narrada a modo de slasher como más tarde hiciera la destacable saga Destino final (Final Destination, 2000-¿?), con sus variaciones argumentales. El caso es que, en la que nos ocupa, todo sucede de forma aún más rápida y sin demasiadas explicaciones. Esto es, los protagonistas entran en contacto con los muertos (a través de la guija) como si fuese algo cotidiano. Ponen la mano en el tablero y empiezan a hablar con ellos, sin asomo de miedo o sorpresa, como el que baja a hacer la compra, sube a la casa y la guarda en la despensa.

Es la excusa para ir al grano desde los primeros diez minutos e ir metiendo crímenes fantasmales poco ingeniosos aunque funcionales. Incluso tenemos clímax final donde nos muestran, de forma explicita, al causante de los daños. No muy currado, aunque el tipo, ya sea de fantasma o vendedor ambulante, se ve temible. Witchboard está dirigida por Kevin Tenney, que se inicio en la gran pantalla con esto para después darse más a conocer con la entretenida La noche de los demonios (Night of the Demons, 1988) o pasarse al trash más temerario con La venganza de Pinocho (Pinochhio´s Revenge, 1996). En cierto modo, aunque tampoco sea gran cosa, Witchboard es su película mejor elaborada junto a la de los demonios nocturnos antes citada. Entretenida, con una factura decente. El  guión tiene bastantes agujeros, lo que se puede perdonar por ser de esos terrores de madrugada televisiva que se echan de menos en tiempos de tecnologías punteras y efectos estilizados.

Valoración (0 a 5): 2,5