sábado, 17 de julio de 2010

Sentencia de muerte (Death Sentence, 2007)


Unir en la misma película al novelista Brian Garfield y al director James Wan puede dar mucho juego. El primero escribió el libro que dio pie a la mítica El justiciero de la ciudad (Death Wish, 1974), y el segundo dirigió la archifamosa Saw (2003), pero también la poco conocida, aunque más interesante, Silencio desde el mal (Dead Silence, 2007). La novela de Garfield a adaptar en Sentencia de muerte es, aunque en principio parezca lo contrario, el reverso de la citada El justiciero de la ciudad. Si en aquella nos presentaban a un tipo cuya mujer e hija eran violadas y asesinadas por una banda de criminales, y acto después se iba convirtiendo en una especie de héroe urbano ajusticiando a los delincuentes, sin el menor remordimiento ni daños colaterales de su particular guerra. En cambio, aquí, otro tipo normal al que le es arrebatado un familiar (uno de sus hijos) por una banda, decide optar por la venganza, pero le sale mal. Tanto que, posteriormente, dicha banda irá a por el resto de sus seres queridos. A parte que en Sentencia de muerte se muestra el remordimiento que sufre tal hombre corriente ante algo como matar a otro ser humano (aunque se lo tenga merecido), nos ofrecen una mirada poco transitada en el cine de justicieros, el de los comentados daños colaterales. El resultado de sus errores y su odio precipita, por tanto, una temprana transformación en algo que jamás hubiese imaginado llegar a ser: un ser sin sentimientos similar a los verdugos.


James Wan dirige con pulso firme, mostrándose cada vez más maduro detrás de la cámara. El guión está muy bien estructurado, dando el tiempo suficiente para asimilar cada comportamiento y situación. El problema, sin embargo, reside en el mismo guión. Pese a que, en líneas generales, me ha parecido una película, debo reconocer que el libreto peca de demasiado ingenuo y / o gratuito en ocasiones. Se toman demasiadas licencias para una historia que, se supone, está enmarcada en un contexto realista. La policía, aún sabiendo lo que ha hecho el protagonista (su primer acto de venganza) no hace nada. Simplemente le advierten de que se ha metido en una guerra. Los pandilleros actúan de forma un tanto estupida, planeando a la perfección unas cosas pero cometiendo gravísimos errores contra un solo tío en otras. No obstante, se pueden entender como licencias, tramposas si se quiere, necesarias para que culminen de forma espectacular y efectiva las escenas cumbre. Si gracias a eso tenemos momentos tan logrados como la lucha en lo alto de un parking o el potente clímax final lleno de plomo, se les puede dar el pase. Lo que hay que aplaudir sin peros es la interpretación de Kevin Bacon, que se convierte en uno de los mejores justicieros… ¿de la historia? Como ejemplo, la escena en la que se rapa el pelo a lo Robert De Niro en Taxi Driver (1976). Brutal.

Valoración (0 a 5): 3,5

1 comentario:

Sergi Calle dijo...

El pelo no es el unico homenaje a Taxi Driver. Tambien se repite la 'coreografia' de tiros final: disparo a la mano, disparo al cuello...

Buena review. Buscaba info sobre la adaptación y su fidelidad y he encontrado una buena critica.