lunes, 15 de febrero de 2010

El padrastro (The Stepfather, 2009)


Cuando vas a comprar el pan a una panadería normal y corriente, adquieres la barra y luego la pruebas de camino a casa, piensas “que crujiente, que rica”. En cambio, vas a un horno sofisticado de una pastelería profesional, adquieres tu barra y de camino a casa, al darle un bocado, piensas “esto si es pan”. Una película como la que nos ocupa lleva consigo, desde su concepción, el mal menor del primer ejemplo. Esto es, puede salir una película mucho mejor, y seguramente sus responsables lo saben, pero piensan que con hornearla lo justo, de forma más o menos rápida y ponerla a la venta lo antes posible, aunque nadie quede entusiasmado con su sabor, al menos muchos durante el primer fin de semana pasarán el rato y, de paso, les devolverán el dinero que ha costado su fabricación. Los ingredientes ya los conocemos: un director televisivo y/o de videos musicales, novato en la gran pantalla, que por un módico contrato pone en imágenes, de la forma más correcta y funcional posible, un guión que sirve como excusa para el condimento. Ese condimento es algún que otro momento de suspense, algún que otro de terror con violencia soft (cosas del PG13) y otro tanto de cuerpos jóvenes expuestos con poca ropa (pero sin enseñar nada, faltaría) aunque se encuentren estudiando o manteniendo una charla sobre el devenir del mundo.


Lo curioso es que, aunque la formula esté agotada desde hace décadas, aunque conozcamos la historia no sólo de su modelo a remakear (el pequeño clásico homónimo de 1987), sino de tantas otras imitaciones, aún así, coño, entretiene. Como aquel pan que no es nada del otro jueves, pero sin embargo cumple su cometido de acompañar bien cualquier almuerzo. Son un tipo de películas tan medidas, tan difíciles de cuestionar dentro de determinado nivel (bajo) de exigencia, que se hacen simpáticas. Da igual que todo pase tan rápido que no te de tiempo para hacer demasiadas preguntas (de ahí la táctica de estos guiones), que al minuto diez ya sepamos quien es el malo, que motivaciones tiene con la mujer que acaba de conocer (de la nada, en un súper, preguntándola sobre una salsa y al poco están pensando en casarse) y cual será el desenlace. Cierto es que un mayor desarrollo de los personajes hubiera conseguido que nos sintamos metidos en la trama, que la saboreásemos con el pan de horno profesional, pero lo que queda, sin saber mal, trasciende lo que dura el bocado. Luego, el olvido más profundo. Tal vez por eso, horas después de verla, no puedo contaros mucho más.




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1 comentario:

Patty dijo...

Hola!!!
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me parece muy interesante, me gustaría contar con ella en mi directorio, si así lo deseas no dudes en escribirme
tajuanchita@gmail.com
Un beso. Saludos.