miércoles, 17 de febrero de 2010

El hombre lobo (The Wolfman, 2010)


El mito del hombre lobo lleva existiendo siglos dentro de la cultura popular. En general es una figura puramente fantástica, aunque hay unos cuantos que creen en su existencia. En ese sentido, más bien deberíamos hablar del licántropo. Se suelen confundir los términos, cuando éste último puede ser un hombre que no ha sufrido ningún cambio físico, encontrándose la condición en su propia psiquis trastornada. El hombre lobo, el mito fantástico, es un ser monstruoso cuya fuerza y agresividad superan las de cualquier ser humano, aunque en parte siga siéndolo. El cine empezó a tratar al personaje en Werewolf in London (1935), aunque no fue hasta El hombro lobo (The Wolf Man, 1941), producida por la Universal, cuando fuera visto en su perfil más reconocible actualmente. A partir de ahí, decenas de películas han puesto, mejor o mayormente peor, su granito de arena al tema. Desde clásicos como Aullidos (The Howling), Un hombre lobo americano en Londres (An American Werewolf in London), curiosamente ambas estrenadas el mismo año, en 1981, hasta los blandengues (y digitales) referentes modernos de Van Helsing (2004) o Luna nueva (New Moon, 2009), pasando por el licántropo español encarnado en numerosas ocasiones por el recientemente fallecido Paul Naschy.


La película que nos ocupa viene a actualizar la obra de 1941. Su protagonista y productor, Benicio del Toro, se ha declarado incontables veces fan absoluto del personaje, su mitología y el cine de terror clásico. Ahora bien, Nicolas Cage también es un devorador de todo lo relacionado con el motorista fantasma, tatuaje incluido. Pese a ello, quien haya sido torturado con la adaptación que protagonizó para la gran pantalla sabrá que su afición no es motivo para que las cosas salgan bien. No os asustéis. El hombre lobo dista mucho, para bien, de tan magna obra de arte con un motorista diabólico que “bebe” vasos de lacasitos. Aún así, la sensación que deja éste moderno hombre lobo es la que muchos han descrito desde la primera sesión. No es una mala película, pero tampoco lo suficientemente buena. Es superior a varias de las cosas que hemos visto en años recientes dentro del subgénero, pero la falta un hervor, o varios, para ser el adecuado representante para nuevas generaciones de aficionados. Esa era la motivación de sus responsables si nos fiamos de sus entrevistas: crear para los jóvenes de hoy una película que significase lo mismo que la de 1941 para sus respectivos espectadores.



A decir verdad, no se puede negar que sea entretenida. Se ve sin problemas, aunque el problema, valga la redundancia, llega cuando al rato de salir de la sala a penas recuerdas dos o tres escenas. Una golosina visual que podría haber sido una gran película. Ahí están las buenas interpretaciones de su acertado casting, con Benicio del Toro, Hugo Weaving y un Anthony Hopkins esperando a cobrar el cheque y, pese a ello, dando otro recital de cómo actuar de forma convincente, a la cabeza. Tenemos también una atmosfera notable, unos efectos efectos especiales casi siempre correctos y buenas dosis de cuerpos desmembrados. Entonces, una de dos, o lo que falla es un guión poco desarrollado del otras veces muy eficiente Andrew Kevin Walker, o el problema ha sido su complicado rodaje y la aún más conflictiva post producción. Y es que, aunque lo hayan intentado camuflar, se nota en varias ocasiones que se les fue de las manos lo que tenían pensado. Aquí es donde podría entrar su director, el poco apropiado Joe Johnston, que ya demostró en Parque jurasico 3 (Jurassic Park 3, 2001) que lo suyo no es manejar presupuestos holgados (el de El hombre lobo ronda los 100 y 150 millones de dólares, según la fuente).


Leer critica El hombre lobo en Muchocine.net

1 comentario:

Sam_Loomis dijo...

Vaya, pues coincido con la línea que dice que "Una golosina visual que podría haber sido una gran película." Eso es muy cierto, aún así, el clásico hombre lobo regresa a la pantalla grande y yo creo que eso al menos justifica el darle una oportunida, yo la disfruté muchísimo.

¡Saludos!