

Su director, el novato Abel Ferry, lleva el asunto con pulso firme durante su primera mitad, en la cual el típico grupo de amigos jóvenes se embarca en una aventura que da sentido al titulo. Son cuarenta minutos en los que aprietas tanto el culo que te salen agujetas. Después, de la acción y la intensidad, pasamos a una segunda mitad que se convierte de golpe y porrazo en un survival horror más bien del montón. De este modo, lo que apunta a peliculón desde el principio, queda al final como una buena película, con algún que otro bache por el camino, pero lo suficientemente entretenida y, sobretodo en esa primera mitad, tensa, para que valga la pena el visionado. El villano de la función, demasiado falto de carisma, es una especie de cazador incivilizado que vive en los bosques. Se supone que su interes, más allá de la caza, es el canibalismo, aunque no quede claro en ningún momento. Hay gore, aunque no mucho. Hay peleas salvajes a lo Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, 1977 ó 2006), pero sin la contundencia necesaria en conjunto para hacernos olvidar el bajón respecto al trepidante inicio.
En resumidas cuentas: Buena
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