viernes, 13 de noviembre de 2009

Paranormal Activity (2007)


Una pareja sufre fenómenos extraños en su nueva casa. Para comprobar lo que está sucediendo deciden grabarlo todo, incluso colocando la cámara en su cuarto mientras duermen. Los fenómenos irán ganando en dramática importancia, no solo asustándoles, sino poniendo en peligro su propia relación.

Aunque la que inició todo esto del falso documental (al menos a nivel masivo) fue la insufrible Holocausto caníbal (Cannibal Holocaust, 1980) no fue hasta la más interesante El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999) cuando el, llamémosle subgénero, intensificó la producción a cierta gran escala. En España hemos podido disfrutar de la sensacional Rec (2007) o la más discutida Rec 2 (2009), de Inglaterra nos llegó la fallida La cámara secreta (My Little Eye, 2002), Nueva Zelanda ha sorprendido a propios y extraños con District 9 (2009) y de Estados Unidos decepcionaron The Black Door (2001) o El diario de los muertos (Diary of the Dead), aunque también nos trajeron la excelente Monstruoso (Cloverfield, 2008). Hay para todos los gustos. Paranormal Activity se ha sumado a la moda, y lo ha hecho convirtiéndose en un ¿inesperado? fenómeno social. En ese sentido, y en otros muchos, su antecedente directo es la citada El proyecto de la bruja de Blair. Y es que Paranormal Activity es básicamente lo mismo que aquella, pero cambiando el lugar donde acontece la acción. La estructura, la progresión dramática de los personajes, la grabación cien por cien amateur, el miedo dosificado a modo de efectivos “salpicones”, lo minimalista de la concepción del proyecto y, por ultimo, la inteligente campaña de promoción que, al fin y al cabo, es la que ha conseguido crear el fenómeno, son casi identicos.


El resultado de tamaña expectación ya está dando sus frutos en la taquilla (pasando los cien millones en Estados Unidos con un presupuesto de, atención, quince mil dólares) aunque es probable que termine superando al producto. De hecho, Paranormal Activity es una película absorbida por su propio fenómeno de masas. Es interesante, tiene buenos momentos y no está mal interpretada, pero hasta aquí su grandeza. Darle más bombo es tarea consumista, e incluso, como sucedió con aquella bruja de Blair, la envuelve en un estado prematuro de cult movie para muchos, aunque de decepción absoluta (tomadura de pelo dirán) para otros tantos. Si se sabe contemplar desde una posición objetiva, sin entregarse al boom creado, la valoración será más certera. Lo más gratificante es la elección de sus responsables por no caer en efectismos baratos, o situaciones demasiado inverosímiles que nos hagan desconectar de la pretendida realidad del (falso) documental. La intención desde un primer momento (con ese mensaje de agradecimiento a la policía por ceder las grabaciones) es que nos metamos en lo que sucede, que lo creamos como verídico. En gran parte lo consiguen. No obstante, hay momentos en los que parece que la historia no nos lleva a ninguna parte, y que el montaje que nos muestran tiene más “imágenes de relleno” que elementos verdaderamente interesantes. Es cuando llega la noche, y la pareja duerme, cuando la historia se revela inquietante con recursos mínimos. En esas escenas (digamos que se cuentan 21 noches, aunque no se visualicen todas) cada sonido, por leve que sea, cada movimiento de uno de los protagonistas, se convierte en algo terrorífico.
Por cierto, el 2007 de la cabecera no anda equivocado. La película data de aquel año, aunque finalmente ha sido en 2009 cuando se ha estrenado a nivel masivo.

En resumidas cuentas: Buena


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