Un grupo de rescate viaja en submarino hasta las profundidades para encontrar la caja negra de un antiguo submarino hundido debido, supuestamente, a un fallo técnico. Una vez en el lugar, encontraran muchos peligros, tanto de monstruos que viven en el abismo como de complicaciones de la propia estructura marina.
Y todo esto bajo la dirección, siempre cutre pero entrañable, de un Juan Piquer Simon que al menos intentaba hacer otro tipo de cine en España. No por nada un año antes había estrenado otra de sus películas más recordadas, Slugs: Muerte viscosa, un festival gore con gusanos carnívoros que aun hoy conserva algunas imágenes impactantes por su truculencia. La grieta es de otro rollo. Aunque también tiene sus momentos sangrientos (todo lo que sucede en el episodio del pequeño mundo submarino, con desmembramientos varios y alguna explosión craneal), en conjunto está más enfocada hacia la aventura con dosis de ciencia ficción, incluyendo una primera mitad a bordo del submarino del estilo “descendemos, más velocidad”, “cuidado, algo nos acecha”, etc. Aunque en líneas generales es entretenida, el clímax final, que guarda algún que otro momento ridículo en su resolución, pierde fuelle al centrarse en los absurdos personajes y las típicas traiciones a bordo.
Lo mejor: La parte gore con el “salvase quien pueda” de los monstruos artesanales. Y la curiosidad de ver en una misma película a R. Lee Emey y Pocholo, entre otros.
Lo peor: La parte final, convertida en un aburrido thriller de sobremesa.
Valoración (0 a 10): 5,5
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