The Woods (El bosque maldito) (2006)

“Una adolescente es llevada por sus padres a un internado para que aprenda disciplina. La joven, una vez en el internado, ira descubriendo oscuros secretos que se guardan en el lugar, y que tienen mucho que ver con el siniestro bosque que lo rodea”.

Lucky McKee es un director extraño dentro de la nueva hornada de talentos del cine de terror. No encaja en ningún grupo concreto; el splatter pack le queda grande en cuanto potencia visual y violencia, y otros directores más comedidos distan de él en cuanto a la forma de tratar los temas y sobretodo a los personajes. Desde que hace seis años se diera a conocer en círculos de aficionados al género con la notable May, su carrera quedo algo estancada, habiendo realizado tan solo un medianamente interesante episodio de la serie Masters Of Horror, o poco después la película que nos ocupa, que se estrenó con bastante indiferencia (a España nos llegó directamente en formato domestico). The Woods (que por aquel entonces tuvo problemas judiciales con El bosque, de M.Night Shyamalan, cuyo titulo original antes de ser estrenada era el mismo, y finalmente, como todo sabemos, fue cambiado por el más descriptivo The Village), para ir saldando cuentas (pues su visionado merece venganza contra sus responsables, y contra McKee en particular), no solo es una decepción viniendo del firmante de May, sino que es un mojón desmesurado, una autentica bazofia aburrida y sin garra alguna. Vayamos por partes.

El llamado terror psicológico moderno, aquel que bebe directamente del éxito de El sexto sentido (otra vez Shyamalan) ha cometido tantos errores en sucesivas propuestas como ya hicieran las películas estrenadas tras el boom del slasher con la magnifica Scream a mediados de los noventa. Una gran película abrió la puerta para que entraran cien más, de las que solo cinco o seis de ellas valían la pena. The Woods se encuentra, obviamente, entre lo trash, por mucho que disponga de una factura impecable y una pretendida seriedad de cine de autor. Lo que en realidad nos propone es un thriller pretencioso, con escenas de terror insulsas y vacías, así como un guión hueco que no daba para más que un corto, aquí alargándose en unos inaguantables ochenta minutos. Lo más dramático del asunto es contemplar al gran Bruce Campbell metido en este truño. Al principio, solo aparece unos minutos y no tiene si quiera diálogos. Uno se dice así mismo “de acuerdo Bruce, al menos has tenido la inteligencia de aceptar un papel muy breve para sacarte unos dolares”. ¡Pero no! hacia el final, el bueno de Bruce aparece de nuevo para cagarla junto a los miserables artífices e interpretes (todas pésimas, exceptuando, como era de esperar, a Patricia Clarckson) del invento, permitiendose incluso una especie de homenaje soft a su personaje más emblemático; El Ash de la trilogía Evil Dead. Pero no, ni si quiera ese relativo soplo de aire fresco nos salva del muermo general, pues tan pronto como coge un hacha y se dispone a atacar a los malos (que obviamente aquí no diré quienes son, pero aviso que es de descojone no pretendido), es tirado al suelo quedando como un mierda. Ni en eso el cabron del McKee ha sabido aprovechar el material disponible.

Lo mejor: Bruce Campbell, que aunque no haga nada en la película, al menos nos saca de vez en cuando de ver únicamente gilipollas paseando por la pantalla haciendo cosas de, efectivamente, gilipollas (y que ya hemos visto, de una forma u otra en las cien películas restantes que surgieron a raíz de El sexto sentido).

Lo peor: La película en si es lo peor de todo.

Valoración (0 a 10): 0,5

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