Bajo aguas tranquilas (2005)

“Un pueblucho de mierda, al que le siguen variadas maldiciones, se hunde después de que el alcalde decida que así las cosas serán mejores para todos. Muchos años más tarde, dos periodistas se encuentran informando sobre la zona que se encuentra bajo el agua. Una serie de extrañas muertes les irán metiendo de lleno en un mundo de brujería y horribles criaturas cuya historia pareció hundirse con el pueblo”.

Poco antes de que la Fantastic Factory cerrara sus puertas tras caer en bancarrota, se permitieron deleitarnos con un engendro como el que hoy nos ocupa. Aunque años atrás nos habían ofrecido alguna que otra película interesante como Dagon, El maquinista o incluso propuestas con Jaume Balagueró tras las cámaras, como Frágiles, también estuvieron metidos en bodrios monumentales como Arachnid, Los abandonados o Rottweiller. De este modo, la productora que parecía iba a ser la nueva esperanza del cine de género español, finalmente se quedo en mucho ruido y pocas nueces. Podemos pensar que todo fue una estrategia del dudoso amante del cine de terror Julio Fernández, para convertirse en magnate de clase B y pillar un poco del bote de las subvenciones o blanquear dinero. Al menos, siempre podemos tener en cuenta que la FF y Brian Yuzna han creado su propio estilo de película chusca.

Los ingredientes de la poción mágica son dos o tres tías buenas que no tengan a penas dialogo pero que terminen enseñando las tetas, repartos que mezclan actores extranjeros prácticamente desconocidos y actores del cine español. Una película FF-Yuzna no sería lo mismo sin un pésimo doblaje de todos y cada uno de los intérpretes, sobretodo de los españoles, estando la voz del personaje muchas veces a un ritmo distinto del movimiento de sus labios. Otra cosa que caracteriza sus películas es el uso de pretensiones autorales dentro de una producción de serie z. Y no es de extrañar, pues Yuzna (que hace años tuvo sus buenas películas, pero pocas) antes del cierre de la Fantastic Factory, soltó tan terrible afirmación “Yo les he enseñado a hacer películas de terror en España. Ahora, que los demás continúen”.

Bajo aguas tranquilas ha servido como cierre mojónico a las desventuras de Julio Fernández y compañía. Y una vez vista, da la sensación de que no se querían ir sin joder un poco al personal. Nada funciona en esta película. Los efectos especiales parecen de coña, el maquillaje de fiesta de aficionados alcoholizados, e incluso se permiten poner a uno de los personajes esas lentillas chillonas que se usan para complementar el disfraz de Halloween. La dirección es paupérrima, así como el desastroso montaje o el nulo sentido del ritmo en la acción. Luego uno se tira la hora y media preguntándose que carajo hacen interpretes de carácter con una reputación como Joseph Maria Pou, Diana Peñalver y Manuel Manquita dando vueltas por el tingado. ¡Hasta han guardado un pequeño e irrisorio papel para David Meca!. Finalmente, lo único a destacar del engendro, por decir alguna cosa, es que aparece la rubia televisiva Pilar Soto enseñando tetas y dando un morbazo impresionante, aunque la suya sea posiblemente la peor actuación de todas. Otro hecho gracioso (por no llorar) es que Raquel Meroño, la protagonista de la cosa, hace de madre de una actriz que tiene 23 años, cuando ella (en la vida real, se entiende) aun no ha cumplido los 34. Por no decir que el critico cinematográfico y director del festival de cine de Sitges, Ángel Sala, ha estado involucrado en labores de guión.

Lo mejor: Que al menos Pilar Soto está bastante buena y enseña las tetas.

Lo peor: Todo lo demás.

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