viernes, 1 de octubre de 2010

Pesadilla en Elm Street: El origen (Nightmare on Elm Street, 2010)



Años atrás, Freddy Krueger fue un pederasta que abusó de varios niños en el pueblo de Elm Street. Los padres de dichos niños acordaron tomarse la justicia por su mano y lo quemaron vivo. Pero Freddy ha vuelto, a través los sueños de sus ahora adolescentes victimas, para que éstos vivan una nueva pesadilla. Si mueren en sus sueños, mueren también fuera de ellos.

Hasta ahora, Wes Craven había tenido suerte. Los remakes de La última casa a la izquierda (The Last House of the Left, 1972) y Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, 1977), dos de sus mejores películas, no estuvieron nada mal. Tanto, que Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, 2006) superó sin inmutarse al original. Incluso la secuela de ésta, estrenada dos años después y ya sin su director, Alexander Aja, al frente del proyecto, siendo bastante floja no tuvo que hacer demasiado para ser más aceptable que la horripilante secuela que en su día (inexplicablemente) también dirigió Craven. Pero si dije hasta ahora, es por algo. Y es que con el remake de su obra más mítica, Pesadilla en Elm Street (Nightmare on Elm Street, 1984), nos hemos topado con la excepción.

Nada funciona en la nueva Pesadilla. Veamos, lo principal, lo más relevante de la saga original, siempre fueron el personaje de Freddy Krueger y las escenas oníricas. Siempre, por floja que fuese la entrega, Freddy (el imborrable Robert Englund) mantenía un carisma, una fuerte presencia que hacía suya la función. Aquí sus intervenciones son aburridas, repetitivas y ausentes tanto de gracia como, por otro lado, el impacto que pretendían proporcionarle al devolverle a sus orígenes más serios de la primera entrega. Tampoco funciona su maquillaje, que convierte a un gran actor (Jakie Earle Haley) en una careta sin expresión. Únicamente se salva por su particular e inquietante voz, en un emulo de su genial Rorschach para la no menos genial Watchmen (2009).

El principal problema ya se deja ver en los primeros minutos. Nos presentan al nuevo Freddy de sopetón, sin intriga alguna. Las escenas en las que participa atacando a sus jóvenes victimas carecen de originalidad o tensión. Tampoco estamos ante un remake propiamente dicho. De la original tan solo toma algunos nombres (recupera de algún modo el personaje de Nancy) y homenajea dos de sus momentos más recordados; la muerte de Tina levitando en la habitación y la garra de Freddy amenazando la entrepierna de Nancy en la bañera. Precisamente son esas dos situaciones “no originales” lo más apetecible y mejor rodado de la función. No obstante, si intentamos ver la nueva Pesadilla como lo que es, otra secuela que añadir a la saga, sigue sin funcionar. Incluso las más flojas- ¿la segunda?, ¿la sexta?- son, al menos, mucho más entretenidas.

El director del invento, Samuel Bayer –antes adscrito al mundo del videoclip- estuvo dando la brasa meses antes del estreno con la maravilla que estaban haciendo y lo que iba a sorprender a los fans del personaje. Si lo decía en serio y no era, como supongo, el típico bulo para vender la moto aún sabiendo que se está rodeado de mierda, produce más terror el tal Bayer que cada minuto de este infumable producto.

2 comentarios:

Miguel Angel Jaén dijo...

A mi la verdad que no me parece una mala película, tiene sus defectillos como toda esta clase de remakes, el nuevo Freddy no lleva ese carisma que llevaba Robert Englund y al fin y al cabo lo que se salva son algunas de sus escenas que técnicamente están bien realizadas.

Que ibamos a esperar de este tipo de producción, más muertes y poco más, uno de sus principales defectos es no saber llegar a plantear ese efecto sorpresa que las anteriores si provocaban.

Anónimo dijo...

quien es la chica de tu banner?

me encanta!