Hace seis años, la NASA descubrió la posibilidad de vida extraterrestre. Envió una sonda al espacio para recoger muestras, aunque de regreso a la Tierra hubo un accidente y las muestras, al poco convertidas en criaturas de gran tamaño, quedaron esparcidas por México, poco antes de la frontera con Estados Unidos. En México se encuentra atrapada una ciudadana estadounidense, hija del millonario jefe de un periódico. Este manda a un empleado, un fotógrafo, para encontrarla y llevarla de vuelta. Al principio todo parece sencillo, pues con el dinero son capaces de comprar billetes para volver a Estados Unidos de un modo seguro; pero, debido al robo de los billetes poco antes de embarcar, se verán obligados a viajar por la zona infectada.
El subgénero de monstruos gigantes ha sido maltratado sin piedad. Desde que conociese una edad de oro en la década de los cincuenta y parte de los sesenta, la caspa fue ganando terreno y muchos cineastas de segunda (o tercera) división querían su trozo del pastel. En los últimos años no hemos conocido mes en el que varios de estos subproductos llegasen a las estanterías del video club; pero, una vez más, generalizar es malo. Tanto, que dentro de la escasa producción de calidad relativa al subgénero, algunos rompedores cineastas se las han apañado para actualizarlo y, de paso, venderlo al publico masivo de los múltiplex, sin dejar de contentar a los típicos críticos amargados. Las dos propuestas más conocidas y validas dentro de esa tendencia vienen a ser las notables The Host (Gwoemul, 2006) y Monstruoso (Cloverfield, 2008).
Cine de autor. Eso es, en gran medida, lo que diferencia las dos películas citadas de tantas otras que se quedan en el limbo. Aunque, ojo, cine de autor bien entendido; no de ese que provoca migrañas o somnolencia aguda. La acertada mezcla de intereses artísticos, serios, casi poéticos (en el caso de la primera) o experimentales (en el de la segunda) con la habilidad para hacer llegar el invento al mayor número posible de espectadores.
Cuando pude ver el primer trailer de Monsters, me ocupó cierta sensación de deja vu. Todo parecía indicar una nueva Monstruoso con ínfulas de la genial Distritito 9 (District 9, 2009). Nada más lejos de la realidad. Precisamente, la sorpresa que supone, durante su visionado, Monsters, será lo que a más de uno le saque de la película. No hay a penas acción, las influencias son mucho más dispersas de lo que parecía, y las apariciones de los monstruos que advierte el titulo son escasas, aunque muy bien realizadas. Más que una película de monstruos alienígenas, se trata de una película sobre monstruos humanos, pues los primeros llegan aquí “llamados” por nuestros gobiernos, para luego darles la bienvenida a ritmo de disparos y misiles -“ellos solo se ponen nerviosos cuando aparecen los aviones americanos”-
Más que una película de acción, aventuras y / o terror, parece un Lost in Translation (2003) pasado por el filtro del cine de género y la denuncia social. Habrá quien se sorprenda igual que yo, pero también quien se aburra y quede decepcionado; los personajes, pese a no estar descritos a grandes rasgos, son presentados a lo largo de cuarenta y cinco minutos. Se toman su tiempo para que nos creamos la historia de amor que ira surgiendo a posteriori, y para, al fin y al cabo, comprender el propósito de fabula moral que tiene el relato en cuanto a las motivaciones y destinos de los dos protagonistas.
Monsters es la opera prima de Gareth Edwards, que había dado sus primeros pasos en la televisión. Su labor tras las cámaras es una de las principales bazas, sobretodo en los momentos puntuales en los que aparecen las criaturas (algo así como unas sepias gigantes); con muy pocos recursos económicos consigue que todo sea creíble y no exento de tensión, pese a la marcada sutileza y los obvios trucos para evitar que se note la falta de presupuesto (los “ataques” siempre suceden con muy poca luz y se basan más en el detalle que en lo explicito). Pero, como dije, no busquéis una monster movie al uso, ni un producto de ocio de rápida digestión. Aún con sus limitaciones, y a falta de darle algún visionado más, podría constituirse sin problemas como un referente indie para el subgénero.
Su periplo comenzó meses atrás en varios festivales, cosechando buenas críticas. Estos días ha estado dándose a conocer en tierras españolas a través del Festival Internacional de Cine de Sitges, aunque su distribución comercial es, en principio, dudosa. Una lastima, pues es otro ejemplo de que el cine de género sigue creciendo y actualizándose, con directores jóvenes y con talento que proponen ideas (más o menos) innovadoras y reclaman su sitio en una industria de secuelas, remakes, precuelas y adaptaciones varias. Esperemos que tenga su oportunidad.
El subgénero de monstruos gigantes ha sido maltratado sin piedad. Desde que conociese una edad de oro en la década de los cincuenta y parte de los sesenta, la caspa fue ganando terreno y muchos cineastas de segunda (o tercera) división querían su trozo del pastel. En los últimos años no hemos conocido mes en el que varios de estos subproductos llegasen a las estanterías del video club; pero, una vez más, generalizar es malo. Tanto, que dentro de la escasa producción de calidad relativa al subgénero, algunos rompedores cineastas se las han apañado para actualizarlo y, de paso, venderlo al publico masivo de los múltiplex, sin dejar de contentar a los típicos críticos amargados. Las dos propuestas más conocidas y validas dentro de esa tendencia vienen a ser las notables The Host (Gwoemul, 2006) y Monstruoso (Cloverfield, 2008).
Cine de autor. Eso es, en gran medida, lo que diferencia las dos películas citadas de tantas otras que se quedan en el limbo. Aunque, ojo, cine de autor bien entendido; no de ese que provoca migrañas o somnolencia aguda. La acertada mezcla de intereses artísticos, serios, casi poéticos (en el caso de la primera) o experimentales (en el de la segunda) con la habilidad para hacer llegar el invento al mayor número posible de espectadores.
Cuando pude ver el primer trailer de Monsters, me ocupó cierta sensación de deja vu. Todo parecía indicar una nueva Monstruoso con ínfulas de la genial Distritito 9 (District 9, 2009). Nada más lejos de la realidad. Precisamente, la sorpresa que supone, durante su visionado, Monsters, será lo que a más de uno le saque de la película. No hay a penas acción, las influencias son mucho más dispersas de lo que parecía, y las apariciones de los monstruos que advierte el titulo son escasas, aunque muy bien realizadas. Más que una película de monstruos alienígenas, se trata de una película sobre monstruos humanos, pues los primeros llegan aquí “llamados” por nuestros gobiernos, para luego darles la bienvenida a ritmo de disparos y misiles -“ellos solo se ponen nerviosos cuando aparecen los aviones americanos”-
Más que una película de acción, aventuras y / o terror, parece un Lost in Translation (2003) pasado por el filtro del cine de género y la denuncia social. Habrá quien se sorprenda igual que yo, pero también quien se aburra y quede decepcionado; los personajes, pese a no estar descritos a grandes rasgos, son presentados a lo largo de cuarenta y cinco minutos. Se toman su tiempo para que nos creamos la historia de amor que ira surgiendo a posteriori, y para, al fin y al cabo, comprender el propósito de fabula moral que tiene el relato en cuanto a las motivaciones y destinos de los dos protagonistas.
Monsters es la opera prima de Gareth Edwards, que había dado sus primeros pasos en la televisión. Su labor tras las cámaras es una de las principales bazas, sobretodo en los momentos puntuales en los que aparecen las criaturas (algo así como unas sepias gigantes); con muy pocos recursos económicos consigue que todo sea creíble y no exento de tensión, pese a la marcada sutileza y los obvios trucos para evitar que se note la falta de presupuesto (los “ataques” siempre suceden con muy poca luz y se basan más en el detalle que en lo explicito). Pero, como dije, no busquéis una monster movie al uso, ni un producto de ocio de rápida digestión. Aún con sus limitaciones, y a falta de darle algún visionado más, podría constituirse sin problemas como un referente indie para el subgénero.
Su periplo comenzó meses atrás en varios festivales, cosechando buenas críticas. Estos días ha estado dándose a conocer en tierras españolas a través del Festival Internacional de Cine de Sitges, aunque su distribución comercial es, en principio, dudosa. Una lastima, pues es otro ejemplo de que el cine de género sigue creciendo y actualizándose, con directores jóvenes y con talento que proponen ideas (más o menos) innovadoras y reclaman su sitio en una industria de secuelas, remakes, precuelas y adaptaciones varias. Esperemos que tenga su oportunidad.
1 comentario:
mmmm no sé, no me termina de convencer
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