lunes, 23 de agosto de 2010

Mini reseñas: El alimento de los dioses (The Food of the Goods, 1976), Candyman (1992), The Cottage (2008)

Uno de esos casos en los que el recuerdo pesa más que la propia película. Si amigos, seguro que muchos vimos en nuestra tierna infancia El alimento de los dioses, y seguro que muchos quedamos impactados y aterrados con los ataques de los animales agigantados que se presentaban. Había gusanos, ratas…¡incluso gallinas!. El tiempo pasa y no solo envejecemos nosotros, sino también las películas. Y si bien es cierto que hay películas que ganan con los años o se mantienen en su calidad, hay otras que, vistas con menor ingenuidad, se descubren como lo malas y absurdas que eran. No obstante, ese sentimiento nostálgico siempre irá con ellas. La que nos ocupa se publicitó como la adaptación de un texto de H.G Wells, aunque en realidad solo obedece a ciertas pautas del mismo para ir después a su rollo. Debido a un alimento alterado, los animales crecen hasta llegar a temibles tamaños. Y claro, no es lo mismo una ratita que sale de la tubería y hace que te subas a la silla, que una rata de dos metros de largo y con dientes como cuchillos. Los efectos especiales fueron muy buenos en su época. Aunque hoy en día queden desfasados, es obvio que hubo mucho trabajo, y se agradece ese toque artesanal que ya se ha perdido. Los personajes, pues absurdos. Pero completamente absurdos e hilarantes. Los diálogos lo mismo. La dirección es plana. Pero si uno ve algo como El alimento de los dioses en el 2010 sabe de sobra a que se enfrenta y, por tanto, con ver a los animalillos zampándose a varios personajes debería servir. Valoración (0 a 5): 2

Muy decente adaptación de un relato de Clive Barker. Como ocurre tantas veces, las mediocres secuelas desvirtuaron su calidad, pero no cabe duda que, vista actualmente, su interés se mantiene intacto. Ya que estamos con la nostalgia, ¿no jugasteis nunca a ver quien decía Candyman cinco veces delante del espejo? Lo cierto es que nunca conseguí llegar a la quinta. De acuerdo, de pequeño era un cagón, pero ¿para que arriesgarse? En Candyman, si uno repite su nombre, aparece un negro bastante grande (personaje que inmortalizó, y muy bien, Tony Tood) con un garfio en lugar de mano. Sus intenciones no son jugar a las cartas. La película, lejos de ser una de terror al uso, mantenía un ritmo pausado y jugaba mucho con la sugestión. Sin ir más lejos, las apariciones del villano son mínimas pero siempre eficaces. Afortunadamente, tratándose de adaptar a Barker, no se escatimó en alguna que otra escena gore bien realizada. La curiosidad que supone su visionado hoy es comprobar como se desenvolvía una joven Virginia Madsen escapando del verdugo. Además, la trama juega con muchos ingredientes psicológicos. Pero, repito, sus dos secuelas bajaron mucho el nivel. Por otro lado, no sé como andará la cosa, pero se dijo, como con tantas otras, que tendremos remake. Valoración (0 a 5): 3,5

Otra comedia de terror inglesa con sus escenas truculentas al estilo de la notable Desmembrados (Severenace, 2006), aunque algo más irregular. En realidad, si uno entra virgen al visionado (cosa que, si leéis esta reseña, veis al cartel o algún trailer, no haréis, así que ya estáis perdidos) la primera mitad parecerá que se ha equivocado de sala si buscaba algo de terror. Se trata, hasta ese momento, de una comedia muy negra sobre un secuestro a una tía buena por parte de dos idiotas. Los dos tipos no saben donde se han metido, puesto que, al parecer, la joven voluptuosa es la hija de un mafioso. Aunque uno pueda pensar que la trama se desenvolverá por ese cauce (el padre y sus verdugos contra los secuestradores, o la propia hija si se escapa, pues tiene muy mala hostia), en realidad en la segunda mitad se convierte en un body count tipico del American Ghotic, con psicópata paleto y desfigurado incluido. Las dos mitades tienen su aquel, sin ser en ningún momento redondas. Hay buenos puntos cómicos e ingeniosas ideas de guión (atención al momento del píe o, aunque no sea sorprendente, al desenlace). Gran parte de que el invento funcione de forma correcta se lo debemos a los actores, en especial a la pareja de secuestradores: Andy Serkis (más conocido por dar movimientos y voz a Gollum) y el televisivo Reece Shearsmith. Luego ya, pues tenemos a Jennifer Ellison, que tampoco lo hace mal, aunque su pretensión dentro de la función es otra. Al menos para el publico masculino. Valoración (0 a 5): 3

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