viernes, 30 de julio de 2010

Daño colateral (Collateral Damage, 2002)


Esta era la única película que me faltaba por ver de Schwarzenneger. La razón es simple. Desde que empezase el siglo XXI no había hecho nada bueno. Creo que tuve suficiente con verle perder el estatus que le quedaba en la funesta El sexto día (The 6th Day, 2000), en la sosa El fin de los días (End of Days, 1999) y en la decepcionante Terminator 3, la rebelión de las maquinas (Terminator 3: Rise of the Machines, 2003). Poco quedaba en ellas del gran Arnie que puso su rotunda presencia y, pese a quien pese, carisma, a los clásicos del cine de acción y ciencia ficción que todos conocemos, y que a día de hoy siguen siendo carne de secuelas, remakes, precuelas e imitaciones varias. Por ello me había dejado en lista de espera este Daño colateral, hasta que la otra noche tuve un antojo de acción “clásica”, con tipos rudos y hostias de la vieja escuela. Así que, desempolve este intento por devolver a nuestro héroe de acción a las mieles de la taquilla. Y digo intento porque fue eso, uno de los últimos intentos por sacar tajada que, de lejos, se ve desesperado, rodado sin ganas por uno de esos artesanos planos, Andrew Davis, y escrito como el que escribe en la puerta de los servicios públicos


Para empezar, alguno podría preguntarse ¿cómo es que el aquí firmante admira películas como Commando (1985) y echa varias pestes contra una igual de mala como Daño colateral? La diferencia entre ambas, ya que he puesto el ejemplo, radica en que la primera no se toma en serio y siempre busca, dentro de sus limitaciones, ser un divertimento desfasado y con gracia. La segunda, sin embargo, se toma muy en serio. Y amigos, si una película de acción como la que nos ocupa se toma en serio, debe tener al menos un buen trabajo detrás para no caer en lo ridículo. Veamos. Esto es la historia de un hombre que pierde a su mujer y su hijo en un atentado terrorista, del que además es testigo en directo. Dicho atentado lo podemos ver en el transcurso de los créditos iniciales, por lo que la identificación con el personaje se basa en que es bombero (héroe americano después del 11S) y que les debe querer mucho, puesto que les sonríe en casa aún recién levantado. Minutos después del atentado, Arnie ya se ha hecho un plan para viajar hasta Colombia (país en el que reside el terrorista) y tomar la justicia por su mano. No sabemos como lo consigue, pero de un plano a otro ya se encuentra en la selva siendo perseguido por villanos.

Las escenas de acción son de segunda. También es cierto que no podemos pedir lo mismo a cuando Arnie ha sido dirigido por tipos como James Cameron, James McTiernan o Paul Verhoeven. Pero aquí las escenas de acción, no muchas, están rodadas con desgana, nada climáticas y solo medianamente entretenidas para los nostálgicos que aún nos negamos (o negábamos) a ver el fin cinematográfico de un héroe de la pantalla. Si rascamos, pues se puede decir que no es del todo aburrida, ni llegan los límites de mediocridad de la citada El sexto día. Asi que, si algún día el varias veces Mr. Olympia decide volver a protagonizar algo, esperemos que siga el camino de resurrección de su amigo Stallone, un hombre que andaba igual o más perdido que él en la ultima década, y que, cosas de la vida, se he pegado dos grandes películas con antiguos personajes propios…y la que está por llegar en unas semanas.

Valoración (0 a 5): 1,5

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