En los últimos años ha existido cierta tendencia a buscar el éxito con lo mínimo, en producción y localizaciones, pero lo máximo en talento para mantener el interés. Hay unas cuantas, pero, para bien y para mal, me vienen a la cabeza dos ejemplos. Para bien Ultima llamada (Phone Booth, 2002) y, no para mal sino más bien para regular, Open Water (2003). Ambas, aunque totalmente distintas, comparten un espacio pequeño y agobiante, sin aparente salida, en el que se concentra su metraje. En la primera, una cabina telefónica, y en la segunda, una porción del inmenso océano. La amenaza, a parte de la propia angustia y miedos de los protagonistas, un psicópata francotirador y tiburones, respectivamente. El porqué Última llamada funciona mejor que Open Water es sencillo: el guión. Con un entorno cerrado, aunque la propuesta dure unos escasos ochenta minutos, hay que mantener siempre el interés, siempre tienen que suceder cosas que no lleven al tedio y a la molesta sensación de “relleno”. En Ultima llamada siempre pasaba algo, y no cualquier cosa, sino situaciones que ponían al protagonista y, en cadena, al espectador, en un debate continuo, un éxtasis permanente que solo concluye en los créditos finales. Sin embargo, Open Water contenía dos o tres momentos logrados, sugestivos, pero un conjunto irregular “rellenado” de imágenes exóticas y un desaprovechado uso de la amenaza marina.
Todo esto viene a cuento porque Frozen tiene algo, o bastante, que ver con ambas. Esta vez nos situamos en una estación de esquí donde tres jóvenes un tanto cretinos se las arreglan, mediante soborno, para colarse en las conocidas tele-sillas. La cosa es que, en un viajecito nocturno por las alturas, a poco de que cierren la estación hasta la semana siguiente, una serie de mal entendidos termina en el cierre de la misma antes de que los tres jóvenes hayan concluido el viaje. Nadie sabe que están allí, y no hay nadie que suela pasar por ese lugar hasta que vuelven a abrir. Las nevadas, la congelación, se unen a la angustia de saber que nadie irá a rescatarles. Y para colmo, hay una amenaza animal: los lobos hambrientos de la zona. Si se quedan en la silla, morirán de frío, hambre o sed, si intentan saltar pueden morir por la altura, e incluso si llegan de otro modo hasta el suelo, los lobos no se pensarán dos veces atacarles. Frozen parte de estas ideas. Son ideas que con un buen guión podrían convertirse en una película excelente. ¿Lo consiguieron? Sin lugar a dudas. El guión, firmado por el propio director, Adam Green, mantiene la tensión de principio a final, y en él se apoya una notable puesta en escena (atención al momento en que se van apagando las luces detrás de los protagonistas) y unas interpretaciones bastante aceptables.
Los personajes no son presentados con demasiado énfasis, aunque, afortunadamente, es en el desarrollo donde los vamos conociendo hasta sentir la necesaria lastima por su situación. En una película de este tipo es imprescindible conectar, de algún modo, con los afectados. Que el suspense, el drama e incluso el terror que vemos en Frozen funcionen, depende de si te crees o no su historia. Cierto que hacía la mitad hay algunos diálogos sin demasiada trascendencia (pero seamos sinceros, ¿nosotros nos pondríamos a filosofar en un momento así?) cuya utilidad es la de hacer una pausa, concisa, para volver a meter caña al espectador poco después. Sin contar nada, decir que los últimos veinte minutos consiguen que tengas que comprar una pala para desplazar el culo del asiento. Así como los primeros momentos desde que los jóvenes quedan parados en el aire. En definitiva, Frozen es una pequeña gran película que, seguro, no contará con el apoyo publicitario necesario ni la distribución adecuada, pero que todo aficionado a la tensión y las historias con muy mal rollo debe conseguir a la voz de YA.
Valoración (0 a 5): 4
2 comentarios:
Hola. Te mando una noticia que me he enterado por facebook en el espacio Anika Entre libros y que creo que lo deberíamos difundir por la red. Te lo mando con la esperanza de que lo hagas circular por la red para que cuantas mas personas lo sepan, creemos todos juntos grupos contra esta asquerosa medida que ya sabemos a quienes beneficia. Si pudieras publicarlo en tu blog (ya sé que no tiene nada que ver con lo que tratas, pero creo que es importante) POR FAVOR difundelo para que todas las personas se enteren de lo que nos están intentando hacer ¡¡NO AL CIERRE DE WEBS!!
http://www.libertaddigital.com/internet/la-verdadera-cara-de-la-ley-sinde-aunque-se-vista-de-seda-inconstitucional-se-queda-1276381054/
Un Saludo.
Fernando Carrión
Buen post! Esta no la ví todavía. Phone Booth es genial. al vapuleado schumaher tendrían que reconocerlo. Es que es peli tenía guión dle genial Larry Cohen que siempre se caracterizo por lo "bueno y barato" Que mas barato que una cabina de telefono? genial! Lidno blog
Saludos d eotro cinefago reconocido jajaja me encnató el título. También me considero cinefago en vez d e"cinefilo" con todas esas distinciones y grados y jerarquías.
Saludos Cienfagos! =)
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