jueves, 6 de mayo de 2010

Watchmen (2009)


Entre 1986 y 1987 los aficionados al cómic vivieron la llegada de algo mítico. Los doce números de los que constó Watchmen, con guión de Alan Moore y dibujos de Dave Gibbons, rompieron con mucho de lo conocido en el género de superhéroes. Más que superhéroes, éstos Watchmen, o vigilantes, eran una pequeña sociedad de seres totalmente humanos que huían de estereotipos heroicos y/o complacientes para el gran publico. Se trataba de contar sus vivencias y motivaciones más oscuras, sus alegrías pero, mucho más, sus tristes dilemas éticos, con un halo constante de tragedia debido al contexto político de la trama: una inminente guerra nuclear de Estados Unidos con la Unión Soviética, en el marco de 1985. De todos ellos, el único superhéroe “real” se identificaba con el apodo Dr. Manhattan. Un científico que, tras un accidente de trabajo, sufre las radiaciones de un experimento de física nuclear. En lugar de morir, consigue poderes capaces de manipular la energía maremotriz de la materia, utilizándolo para reconstruir su cuerpo además de poseer clarividencia, teleportación o una fuerza sobrehumana. No obstante, la historia se narraba entre pasado y presente, investigando la muerte del sádico Comediante, uno de los antiguos vigilantes. De este modo, otro de ellos, Roscharch, pondrá en situación a nuevos vigilantes como Búho nocturno y Espectro de seda para prevenirles de una posible “caza de justicieros”. Distribuido por la editorial DC, el éxito de Watchmen fue tal que incluso Stan Lee (de la principal competencia, Marvel) admitió que se trataba de su cómic favorito.


Llevar Watchmen al cine es una idea que pasó por la cabeza de varios cineastas años atrás. Sin embargo, la naturaleza del material impreso era demasiado temible para crear una adaptación. No pocos han admitido, y el aficionado en general mantenía, que llevar el complejo trabajo de Moore y Gibbons a la gran pantalla era una tarea imposible. Un material inadaptable. El elevado presupuesto necesario para su plasmación era un riesgo a tener en cuenta, ya que no hablamos de un cómic de acción y aventuras accesible a las masas desconocedoras de las novela graficas. Pero, hace varios años, un joven director que había entrado con éxito en Hollywood, Zack Snyder, se propuso llevar a buen puerto el proyecto. Tras darse a conocer con la magnifica Amanecer de los muertos (Dawn of the Dead, 2004), adaptó la popular novela grafica de Frank Miller, 300 (2007), y el gran éxito de ésta le otorgó una buena posición en la industria de cara a exigir condiciones en su próximo trabajo. Ahí fue cuando Watchmen se hizo realidad. Snyder, declarado fan absoluto de la obra original, consiguió un elevado presupuesto y garantías de libertad creativa para su soñada adaptación. Así mismo, se contrató al guionista David Hayter, reconocido por su buen trabajo en los libretos de X-Men (2000) y X-Men 2 (2003), al que se unió el ascendente Alex Tse. La difícil tarea de adaptación se solucionó de la forma más coherente desde el punto de vista “fan”: ser todo lo fieles posibles al cómic. Tanto que en Watchmen, la película, la mayoría de lo que acontece en pantalla, diálogos incluidos, es un traspaso tan mimético como perfeccionista.


Contando con un guión que, dentro de lo posible (no hay que olvidar que el cómic es un tocho bastante amplio) llevaría a la pantalla toda la esencia, temas, mensajes y actitudes ya vistos en el papel, el trabajo de Snyder detrás de las cámaras debía enfocarse a sacar todo el provecho visual a la narración. Con sus antecedentes y entusiasmo, estaba claro que sería la elección correcta. Así ha sido. Y es que contemplar las dos horas y media de la película es una delicia que, eso sí, es difícil que puedan disfrutar del mismo modo los que sean ajenos al cómic. Snyder le ha echado un par de pelotas y ha gastado un dineral (150 millones de dólares) en la película de superhéroes más compleja, inteligente y suicida que haya parido la meca del cine. El enredado de tramas y subtramas, de personajes importantes y secundarios que envuelven el conjunto, requiere de una asimilación lenta alejada de los intereses del público “mainstream”. Aunque el espectacular envoltorio y la acertada aportación de la banda sonora (además de la instrumental del habitual Tyler Bates, tenemos temas clásicos como el “The Sound of Silence” de Simon & Garfunkel o el “The Times They are A-Changin” de Bob Dylan) hacen de ella una experiencia para los sentidos que puede ir más allá del entendimiento o no de la propia trama. Es complicado imaginar una mejor adaptación. Siempre podría pulirse un poco de aquí o de allá, pero han conseguido: primero adaptar lo inadaptable, y segundo hacerlo bien, con respeto pese al riesgo que éste conlleva (y que se ha traducido en un fracaso comercial esperable).


Watchmen, al igual que en el cómic, tiene personajes retorcidos y oscuros, violencia explicita y sexo. Hay largos diálogos filosóficos y trascendentales que a muchos les aburrirán, pero a otros muchos les llenarán de gozo y nostalgia. Y, aunque no se pueda considerar una película de acción, ni lo intente ser, también hay algunas set pieces notablemente dirigidas y montadas. La elección del casting no desentona. De hecho, el parecido en casi todos los casos es asombroso. Todos ellos hacen una buena labor, metiéndose en sus extraños personajes y dotándolos de la personalidad necesaria para que nos creamos su devenir. Pero la mención especial cae sobre Jakie Earle Haley, que compone un Roscharch (ya de por sí el mejor personaje del cómic) memorable.
En realidad, el montaje inicial de Watchmen pasaba de las tres horas. La reducción final tuvo que ver con la “separación” de los relatos del Navío Negro. En el cómic, cada dos por tres aparece un quiosquero hablando de política mientras un joven se encuentra sentado en el suelo leyendo un cómic. La genial historia que acontece en las viñetas de éste contó con un mediometraje animado que, finalmente, se puso a la venta por separado. No obstante, los personajes del quiosquero y el joven aparecen, por segundos, en algunos momentos del film.

Valoración (0 a 5): 4



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