jueves, 14 de mayo de 2009

X-Men orígenes: Lobezno (X-Men Origins: Wolverine, 2009)

Logan es un mutante que ha decidido vivir en paz. Se ha casado, vive en una cabaña y se ha buscado trabajo cortando leña. Atrás quedan décadas de guerras y trabajos sucios para un grupo de elite formado por personas con poderes especiales. Su hermano, sin embargo, no está dispuesto a abandonar sus raíces violentas, y vuelve a la vida de Logan de forma vengativa. Es entonces cuando Logan decide hacerse una operación para convertir su cuerpo en un arma prácticamente indestructible para luchar contra él. Se convertirá en Lobezno.

James Howlett, también conocido como Logan, se convirtió, allá por mediados de los setenta, en el popular Lobezno. Creado por Marvel, su primera aparición tuvo lugar en un cómic protagonizado por otro de los más populares superhéroes de la empresa, Hulk. Fue a partir de la década de los ochenta cuando Lobezno consiguió su propia franquicia, aunque anteriormente ya había liderado el grupo X-Men. Creado por John Romita, Len Wein y Herb Trimpe, éste mutante de letales garras y cuerpo prácticamente indestructible, conquistó a los aficionados del cómic, constituyendo uno de los mayores éxitos de Marvel junto a Spider-Man, Capitán America o el citado Hulk. Sin embargo, su estreno en las pantallas de cine no tuvo lugar hasta éste siglo XXI, con X-Men (2000). Debido al gran éxito de la propuesta, no tardaron en hacer acto de presencia X-Men 2 (2003) y X-Men: La decisión final (X-Men: The Last Stand, 2006). La popularidad de Lobezno en dichas películas, con una presencia más destacada que el resto de los integrantes de la Patrulla X, ha sido primordial para que ahora se hayan aventurado con el spin-off que nos ocupa.

El principar error de X men orígenes: Lobezno es la elección de su responsable. Gavin Hood no es mal director, como ha demostrado en Tsotsi (2005). El problema es que no es un director capaz, o al menos eso parece, en esto del cine-espectáculo. Su elección se debe, supongo, a la necesidad de imprimir humanidad y una buena dirección de personajes, como ha sucedido con otras recientes adaptaciones de cómic, siendo El caballero oscuro (The Dark Knight, 2008) el caso más redondo. El resultado final, sin embargo, dista bastante de las cualidades de aquella. Gavin Hood no sabe manejar un presupuesto de ciento cincuenta millones de dólares. Un director con más talento en este territorio podría haber hecho maravillas con el material, pero aquí las escenas de acción son bruscas, confusas. Incluso en las mejores (la persecución a la moto, el clímax final), la cosa no termina de cuajar dentro de lo que muchos aficionados (tanto a Lobezno como al cine de acción) esperamos. Tema a parte sería la violencia suavizada, algo que era esperable. Lobezno es un personaje violento, sanguinario. Pero su traslado a la gran pantalla, desde el primer capitulo de los X-Men, ha sido PG-13. Una lastima.

Pasemos a hablar de las virtudes de la película. En primer lugar, pese a sus fallos, es realmente entretenida. Por lo tanto, aunque no quede en la memoria más allá del visionado, cumple su cometido mínimo. Luego está Hugh Jackman. El actor, excelente cuando quiere, ha hecho suyo el personaje. Ahora mismo se me hace difícil pensar en otro para el papel. Posee el carisma y la presencia necesarios para dar el pego. Los efectos especiales, aunque no se les saque todo el rendimiento, son eficaces. Y tenemos a un enemigo final a modo videojuego, interpretado por un transformado Ryan Reynolds, que mola bastante. Elementos que dan cierta dignidad a la propuesta, aunque no hacen de ella el Blockbuster tan esperado, y deseado. Esperemos a ver la secuela, que seguro habrá a juzgar por las recaudaciones, para comprobar si están dispuestos a ofrecernos al verdadero Lobezno.

Lo mejor: Hugh Jackman, tan carismático y fuerte en su presencia que hace suyo el personaje de Lobezno en cada plano.

Lo peor: El guión no está bien pulido, y la dirección de Gavin Hood flojea en los momentos más movidos.

Valoración (0 a 10): 6,5

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