Puede que Dragonball: Evolution sea la película peor criticada pero, sin embargo, más vista de los últimos años. No hay casi nadie que la defienda, pero, aunque sea para insultarla, la han visto millones y millones de personas. Parece, por tanto, que estemos hablando de un gran éxito de taquilla, pero tampoco. La mayoría de la gente que la ha visto, a juzgar por las pobres cifras que ha recaudado, se la han bajado de Internet antes o después del estreno en cines. Es curioso, porque puede que se termine convirtiendo en uno de esos clásicos del culto más trash (aunque sea una producción supuestamente A), de esos que nadie se quiere perder pese a su olor a churro. Tiempo al tiempo. Actualmente vemos este extraño subproducto como lo que es: un fallido intento de crear una franquicia cinematografía basándose, solo por encima, en los famosos personajes que fliparon a toda una generación. Ese intento de evitar ser fieles al espíritu de la saga, para, de este modo, hacer una película familiar que pueda ver cualquiera aunque nunca haya oído hablar de la obra precedente, huele a podrido desde el primer fotograma. Pero vayamos por partes.
Nunca he sido fan de la saga. A decir verdad, solo he visto, sin continuidad, algunos episodios de las series, he jugado a varios videojuegos y tengo en casa cogiendo polvo una de las películas chungas (no oficiales, supongo) que hicieron. No obstante, comprendo la irritación de pelotas de muchos fans. Vista como una película a parte, no sembraría tanto desprecio, pues, aunque mala, no me parece algo insultante. Ahora bien, estar basada en una las más populares obras del manga es lo que tiene. Incluso sus responsables estarían al tanto de la que les caería encima, pero buscaron al caballero Don Dinero de forma errónea. Los efectos especiales son de tercera, los interpretes, a parte de estar mal escogidos, resultan mediocres, y tanto el guión como la dirección son meramente funcionales. No se han esforzado en ningún aspecto, como si la hubiesen hecho de carrerilla para intentar solucionar dudosos problemas económicos. No es peor que un Mortal Kombat (1995) o un Dead or Alive (DOA, 2006), pero se esperaba como uno de los blockbusters punteros de los últimos años, y finalmente ha sido un producto que podría haber firmado Uwe Boll sin miedo a despeinarse.
Lo mejor: Solo dura setenta minutos (sin contar los créditos finales), por lo que no se pierde mucho el tiempo. Aburrir no aburre, e incluso puede ser una gran peli-birra para ver con los colegas.
Lo peor: A parte de que, en su conjunto, es mala sin discusión, el contraste de las expectativas con lo que finalmente vemos es abrumador.
Valoración (0 a 10): 3,5
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2 comentarios:
dos series? son tres mi amigo, no olvides la GT.
Yep, soy un dragonbaboso.
Vaya perdón por el error. No era tan friki para acordarme :p
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